miércoles, 6 de junio de 2018

Ygdrasil, de Jorge Baradit



Mariana es una asesina chilena a sueldo de mediana edad, adicta al maíz (una de las peores drogas de un mundo comido de vacío, destrucción y conflictos de intereses), contratada por un poderoso partido político mexicano para robar una información que podría cambiar el devenir histórico. Su misión se sitúa en un espacio con evidentes tintes de postcyberpunk, pero en el cual se integra de una forma naturalizada y bastante original todo un espectro de elementos sobrenaturales, psíquicos e incluso chamánicos. Lo que parecía una sencilla operación, acaba con la vida de la torturada Mariana, descuartizada y echada al río como un trozo de carne más, inservible. Sin embargo, por extrañas razones que se nos irán revelando poco a poco, Reche, un selkman, ente espiritual de un inmenso poder (prácticamente comparable a un dios), la trae de vuelta de la muerte. El selkman tiene como propósito corregir los desórdenes situados en el devenir de los acontecimientos, curar las anomalías de consecuencias catastróficas a las que tendemos los humanos en nuestras ansias de poder sin medida y por lo visto Mariana se encuentra de alguna forma en medio de la secuanciación que debe efectuar Reche para salvar el cosmos. Con un nuevo protector, la yonkie chilena buscará conservar su vida libre a cualquier precio, incluso si este implica tener que volver a trabajar con quienes le han traicionado. 

Ygdrasil  mezcla maravillosamente una increíble amalgama de géneros literarios. Parte de la ciencia ficción, pero en ella podemos encontrar muchos mecanismos propios de la narrativa de espionaje, la novela splatterpunk (con un alto nivel de violencia pulp; una muestra implícita de la misma), una novela que alterna un gore desmedido y de retórica sadomasoquista con hermosísimos pasajes líricos, oníricos e incluso piscodélicos. Pretende contar una historia particular, pero al mismo tiempo no deja escapar la posibilidad de exponer problemáticas mucho mayores. ¡De índoles cósmicas! Consigue elevar a un plano trascendental auténticos dilemas éticos, políticos y religiosos sin aburrir ni sentirse en ningún momento forzado a ello. La cuestión de espiritualidad y la asimilación de la misma a través de la ciencia tecnológica es una propuesta convincente y llena de originalidad. En el mundo de Mariana, los seres humanos no solo han demostrado la dualidad platónica alma/cuerpo, sino que la han informatizado, convirtiendo a la primera en un software con diferentes capas y a la segunda en un hardware cada vez más prescindible. El dolor del cuerpo es tratado como una alerta de antivirus que nos advierte de los intentos de las más terribles amenazas de penetrar en nuestro software espiritual. 

Como si fueran sistemas informáticos, las almas pueden transitar de un cuerpo a otro. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la de Günther Diethardt, un joven soldado alemán abatido en la batalla de Stalingrado y que muchos siglos después trabaja codo con codo para los jefes de la operación, bajo la promesa de estos de entregarle un cuerpo. Günther puede penetrar en la mente de Mariana y será usado como un disco duro externo que conecte rápidamente con el Directorio, al tiempo que se convierte en el único amigo de verdad de la chilena. 

Al igual que en muchas novelas (post)cyberpunk la visión que se tiene aquí del cuerpo como hardware es también tratada en extremo. Mariana cuenta con una serie de implantes de última tecnología en su cuerpo que la convierten en toda una cyborg, reviviendo ese mito de Donna Haraway. Gracias a este poderoso hardware Mariana, con la ayuda de Günther y de Reche, se infiltrará en un poderoso ordenador, buscando primero el acceso a un extraño programa, el Empalme Rodríguez, y luego a un constructo mucho mayor y por ende más peligroso, el Ygdrasil, el sistema más potente del universo encerrado dentro de las fronteras del nuevo país de la Chrysler. Lo verdaderamente emocionante de esto son los viajes más que variopintos a unos mundos cibernéticos plagados de acertijos mortales, mares de códigos y personajes alegóricos capaces de amedrentar y confundir a cualquiera como los buenos firewalls que son. De repente uno tiene la sensación de encontrarse perdido dentro de un videoclip del rock influido por el LSD de los 1970s y sin previo aviso salta desde allí a un ambiente totalmente compatible con el típico anime japonés cyberpunk de los 1990s. Las referencias en Ygdrasil, como digo, son enormes. En ella tenemos Ghost in the shell, pero también los Evangelios de Jesús de Nazareth. El Popol Vuh y los guiños a autores como Clive Barker. Tenemos sangre y lágrimas. Incluso incómodos momentos cómicos. Todo un delirio de creatividad bien llevado. Una obra maestra absorvente de principio a fin. Sencillamente única.

Tenéis otra reseña en Das Bücherregal, donde el entusiasmo despertado es más o menos similar. Allí se han tomado la molestia de seleccionar otras visiones de la obra, linkeadas a los blogs de sus respectivos autores, donde el libro no ha salido tan bien parado. Para no repetir, no voy a dejar por aquí nada más. Os deseo como siempre felices lecturas y os recomiendo esta encarecidamente. Agur.



2 comentarios:

  1. Una novela originalísima y con un desarrollo impecable. Como ya dije en su momento, no logro entender que no haya recibido mayor atención, al menos en el fandom. Me alegro de que la hayas disfrutado. Y una vez más, gracias por el link.

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    1. Siempre hay injusticias en el mundo literario. La novela puede ser una maravilla, pero no haber tenido ningún tipo de repercusión por cuestiones de un mal marketing o de un interés proyectado demasiado tarde.

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