sábado, 30 de diciembre de 2017

El año del retorno: cuatro novelas que merecieron una reseña que no tuvieron


1. Pnin, de Vladimir Nabokov

 




Pnin es una de las novelas más cómicas y autobiográficas de Vladimir Nabokov. Relata las peripecias de un emigrante ruso que trabaja como profesor universitario en los Estados Unidos y que por no comprender muy bien el inglés y tener "un corazón de oro" sufre las burlas de sus compañeros y amigos. Lo cierto es que Pnin es un personaje enternecedor por el que el lector no puede evitar sentir cierta lástima. No deja de ser una ironía que una joya como esta no fuera reseñada aquí y que La defensa, una obra mucho más floja del mismo autor, sí. El caso fue que el tiempo se me echó encima y para cuando me podía poner a escribir ya se me habían olvidado tal cantidad de detalles que sólo podía haber construido una buena reseña de haberme leído el texto de nuevo . Aún así aprovecho esta entrada conclusiva para recomendarla encarecidamente.


2. Cerca del corazón salvaje, de Clarice Lispector



La experiencia de una lectura como Cerca del corazón salvaje, con su lenguaje femenino único basado en percepciones y sensaciones, fue incapaz de dejarme indiferente. La verdad es que las construcciones verbales de Lispector son asombrosas y hasta cierto punto inefables, o al menos yo, que he tratado de abordar sin éxito su reseña unas cinco o seis veces así lo he encontrado. La historia trata sobre la vida de Julia, sus problemas y su particular forma de ver el mundo. Para Julia sólo hay un lugar sagrado, el que queda más allá de toda convención, donde viven los corazones de los animales salvajes.

 

3. La isla de Hobson, de Stefan Themerson

 



De esta novela sí que tengo una reseña preparada, pero como no le hace ningún tipo de justicia he preferido cuidarme de sacarla. La isla de Hobson es una alucinada novela del polaco-inglés Stefan Themerson con la que vendría a concluir una saga de la cual sólo tenemos esta pieza traducida al español. Con mucho humor su autor crea una narración experimental llena de crítica social y fuertes reflexiones metafísicas (muy desalentadoras en su mayor parte) que se mezclan con una trama política y de espionaje donde se práctica una suerte de surrealismo o de alucinación onírica controlada que dicen que recuerda a autores como Lewis Caroll o Raymond Queneau. Como no he leído a ninguno de los dos, no puedo comprobarlo, pero puedo asegurarles que La isla de Hobson  trata de muchas cosas, todas ellas de gran interés para un servidor: la (des)colonización, los abusos de los gobiernos, el aislamiento de las guerras, los cambios cada vez más rápidos en las modas adolescentes,... Aunque sobre todo trata de que cada una de nuestras vidas son ríos que irremediablemente van a parar al mar que es el morir, donde aún pervive un abanico de posibilidades escandaloso para la consciencia (el ser, el alma o cómo quieran llamarlo) que aún no han sido explorados.

4. Cuando quiero llorar no lloro, de Miguel Otero Silva

 



El hecho de no haber reseñado este maravilloso título de Miguel Otero Silva me llena de una honda tristeza ya que fue un regalo de uno de los mejores profesores que tendré jamás, quien, además, me encomendó la tarea de dedicarle unas palabras a ésta que es una de sus novelas favoritas. Espero poder desquitarme un poco la responsabilidad con este breve comentario de cierre del año. Si bien es verdad que mi intención era incluir lq reseña en la Esquina nada más volviera de mi larga hibernación de más de un año, el tiempo que había pasado sin casi leer hacía que el florido lenguaje del escritor venezolano se me atragantase más de la cuenta. Cuando quiero llorar no lloro es una novela realista que retrata la Venezuela de los años 1950s con toda su crudeza. En sus páginas uno asiste a escenas crudísimas donde la violencia ya se ha convertido en el pan de cada día de un país que quiere llorar y que, de tanto que ha llorado, ya no puede. Al lector se le ponen los pelos de punta mientras acompaña a los tres Victorinos  -protagonistas con el mismo nombre, pero con diferente estatus-, en sus mundos de tristeza y miserias. Apabullante es, además, la ironía empleada por un Otero que mezcla lo elevado con lo más bajo, dignificando así las vidas de los que menos tienen. Una obra realmente esencial dentro de la tradición de la novela social de la que arrepiento no haber hablado antes.


Con esta entrada espero subsanar algunos de los descuidos, literariamente hablando, de mi año. Sería una pena que cuatro novelones así pasaran al olvido para el autor de este blog y para todos vosotros. Os invito a que me digáis las lecturas de vuestro año que no queréis que desaparezcan de vuestro imaginario por nada en el mundo. ¿Qué libros habéis disfrutado más? ¿Alguno ha cambiado vuestra forma de pensar completamente? ¿Habéis encontrado mensajes atronadoramente bellos? El 2018 está a la vuelta de la Esquina y agradecería muchísimo vuestras siempre sabias recomendaciones.

martes, 26 de diciembre de 2017

Las sirenas de Titán, de Kurt Vonnegut



Winston Niles Rumfoord es un millonario que viajando en su nave espacial privada con su perro Kazak queda atrapado en un infundibulum crono sinclástico cerca de Marte, lo que le permite desplazarse en el espacio-tiempo dentro del Sistema Solar a capricho del extraño fenómeno cósmico que lo ha fagocitado. Como cada 59 días él y su mascota se materializan en su residencia de Newport unos pocos minutos, sus apariciones y predicciones se han convertido en toda una atracción turística para los habitantes de la región. No obstante, y con suma prudencia, Rumfoord suele aprovechar estas materializaciones para entrevistarse con personajes ilustres de la Tierra que sabe, por sus viajes temporales, que desempeñarán un papel crucial en el futuro de la humanidad. Entre ellos se encuentra Malachi Constant, el hombre más rico del planeta, al que le revela una serie de sucesos acerca de su vida completamente extrafalarios. Malachi se casará con la mujer de Rumfoord, tendrá un hijo llamado Crono y viajará a Marte y a Mercurio antes de volver a la Tierra y partir para Titán, el satélite más grande de Saturno en el que no sólo la vida humana es posible, sino que está habitado por las más hermosas mujeres que el multimillonario haya visto jamás, las sirenas de Titán. Constant disfrutaría allí del amor incondicional de su futura esposa, que en ese mismo momento le repudia hasta límites insospechados, y viviría saltando de orgía en orgía con las titánicas. Lo que no sabe es que Rumfoord ha alterado ligeramente la verdad para convertirles a él y a su esposa, a la que no soporta, en los mártires más emblemáticos de su nueva religión, la Iglesia de Dios, el absolutamente indiferente, con la que planea convertirse en el terrícola más poderoso de todos los tiempos, el único líder espiritual capaz de obrar auténticos milagros.

En Las sirenas de Titán presenciaremos las alocadas aventuras que Winston Niles Rumfoord ha preparado para Malachi Constant, Beatrice y Crono, que entre otras cosas incluyen abducciones, diversos lavados de cerebro y guerras interplanetarias con platillos volantes que cumplen el papel de mero telón de fondo para hacerles pagar por sus pecados antes de llevarlos definitivamente a la luna de Saturno, donde se encuentra Salo, el único amigo del infundibulado cronosinclásticamente. Salo es un alienígena robotizado procedente de una galaxia muy remota y lleva en Titán más de doscientos millones de años a causa de una avería en su nave.

Vonnegut nos ofrece una novela de ciencia ficción cargada del humor estridente y profundamente irónico que lo caracteriza, con importantes toques de crítica social muy bien dispuestos. Se nos muestra una visión muy negativa (y quizás acertada) de la raza humana que en lugar de construir su propio camino prefiere ser guiada por un ser invisible al que atribuye su creación y sus designios. La religión de Rumfoord buscaría demostrar que si hay o no un Dios, a este no le importamos lo más mínimo. El ataque a las religiones tradicionales es abrumador y goza aquí de una buena sarta de argumentos que se llevan a lo cómico hasta un punto máximo cuando Salo se entretiene en Titán viendo como los pequeños terrícolas actúan aún estando solos como si alguien les juzgase desde algún lugar del cosmos.

Esta novela es también un buen ejemplo de texto que trabaja el enfrentamiento entre el destino y el libre albedrío. Malachi Constant se emborracha hasta perder la conciencia durante un mes cuando le leen el futuro porque confía en que haga lo que haga acabará tarde o temprano disfrutando de los bellos encantos de Titán. Frente a esta confianza ciega en la idea de destino, tenemos a Beatrice como una mujer que se siente apoderada de su vida y que con la autodeterminación propia que le dan sus varios millones de dólares hará todo lo posible para que no se cumplan las catastróficas predicciones que habría elucubrado el cinismo de su esposo. La verdad es que el personaje de Beatrice tiene una complejidad enigmática que me ha entusiasmado más que otros personajes de la trama, aunque, por decirlo de alguna forma, no me haya llegado a convencer completamente.

Otro de los temas fundamentales de Las sirenas de Titán es la fuerte crítica que hace Vonnegut de las guerras y de las ideologías de extrema derecha que toman la parte por el todo. Rumfoord se convierte en un líder despótico que dirige a las masas sin guardar ningún reparo a la hora de sacrificar vidas humanas para lograr la difusión casi planetaria de las ideas que le interesan. Su máxima: "No hay razón para que el bien no pueda triunfar con tanta frecuencia como el mal. El triunfo de algo es cuestión de organización. Si existen los ángeles, espero que estén organizados siguiendo los métodos de la Maffia." Mientras que Rumfoord se ve a sí mismo como el salvador, Vonnegut irá introduciendo voces disidentes que harán sospechar mucho al lector acerca de la legitimidad de las decisiones y los auténticos intereses del viajero temporal, creando un entorno dialógico dentro de la novela que le aportará mucho dinamismo e intriga.

Algo que me ha llamado bastante la atención son las constantes referencias bíblicas que guarda la novela. En ella hay tierras prometidas, hijos pródigos, éxodos, génesis y hasta nuevos libros sagrados. La Biblia está muy presente en Las sirenas de Titán y sirve para conectar a personajes clave como Rumfoord y Constant padre, ya que ambos habrían conseguido sus "fortunas" gracias a la palabra sagrada.

En definitiva, una de las novelas más completas y maravillosas que he tenido la ocasión de leer. A diferencia de Madre noche y Cuna de gato aquí el ritmo del texto se siente mucho más fluído y pausado, lo que ayuda a disfrutar mejor de una enrevesada trama que puede marear al lector por la sensación de una falta de lógica aparente. Con Las sirenas de Titán completo la trilogía que me habían recomendado en Das Bücherregal para comenzar a leer a Vonnegut y la verdad es que estoy más que satisfecho con el resultado, hasta el punto de que mis amistades ya empiezan a hartarse un poco de que les dé tanto la brasa con el bokononismo. Acabo este 2017 convertido a la prosa de Vonnegut y espero poder tener acceso en este año que entra a buena parte de su obra tanto de ficción como ensayística. Tenéis más reseñas en, por supuesto Das Bücherregal y Desde la ciudad sin cines. En Das Bücherregal hay, además, hipervínculos a otras reseñas de la misma obra que prefiero no repetir para no colapsaros.

Más reseñas de obras de Kurt Vonnegut en esta esquina: Madre noche, Cuna de gato, El desayuno de los campeones,

 PD. Si hay alguna pega reprochable es quizás que la traducción de Minotauro no me transmite mucha confianza, aunque creo que es la única hasta el momento, por lo que poco se puede hacer al respecto.





jueves, 14 de diciembre de 2017

El rey de amarillo, de Robert William Chambers





Valdemar recoge en El Rey de Amarillo nueve relatos de terror gótico/cósmico del poco conocido escritor estadounidense Robert William Chambers, que se destacó sobre todo por retomar un tema de otro autor clásico dentro de su género: la infernal ciudad de Carcosa de Ambrose Bierce. La selección de relatos que hace Valdemar incluye los siguientes:

  • El signo de amarillo
  • El reparador de reputaciones
  • Le Demoiselle d'Ys
  • La máscara
  • En la corte del dragón
  • El hacedor de nubes
  • Una agradable velada
  • El mensajero
  • La llave del dolor
Los cinco primeros provienen del mismo volumen y, salvo Le Demoiselle d'Ys, todos giran en torno al misterioso libro maldito de El Rey de Amarillo. Éste parece ser una obra de teatro dividida en dos actos, aunque ambos se centran en la subterránea Carcosa, el primer acto, totalmente inofensivo, existiría sólo para advertir a los curiosos del peligro que conlleva leer el segundo. A lo largo de estos cuatro relatos el libro se nos muestra de forma tangencial y, aunque nunca lo podremos leer ni saber qué pone en él exactamente, Chambers sí que nos proporciona un poema y algunos fragmentillos más que junto con las opiniones de los personajes nos servirán para despejar algunas dudas que nos puedan surgir, así como entender que dentro de su universo sea un libro tan temido. En El signo de amarillo el libro maldito se nos presenta al alcance de un pintor y su musa, quienes tras leerlo tienen extrañas pesadillas relacionadas con el entierro prematuro de uno de ellos llevado a cabo por el pálido y hostil sereno de la iglesia del barrio. En La máscara un escultor ha creado un líquido con el que poder convertir a cualquier ser vivo en mármol,  lo que hace que una de las bañeras de su casa se convierta en un auténtico matadero. Aquí El Rey de Amarillo aparece sólo laterlamente, pero es suficiente como para inquietar a nuestro narrador, amigo del escultor, y a persuadirlo de abandonar el país. En la corte del dragón es un relato más vinculado con este Rey de Amarillo y nos narra como uno de los numerosos lectores intenta escapar de la muerte, que literalmente lo persigue por las calles.

El reparador de reputaciones merece un trato a parte, constituyendo uno de los relatos más originales y extraños de todo el repertorio. En él la acción se sitúa en un imaginario 1920, que recrea el universo de Chambers en el que El Rey de Amarillo se habría distribuido a los cinco continentes y en el que los gobiernos habrían tenido que tomar medidas para la prohibición de su lectura, ya que habría quedado demostrado que llevaba a los estudiosos a la locura, desarrollando en ellos la violencia contra los demás y contra sí mismos. En los Estados Unidos se habrían implantado una serie de edificios en los que los lectores de El Rey de Amarillo podrían refugiarse si alguien anticipaba que podrían llegar a cometer auténticas salvajadas. En medio de todo este fregado, Hildred lee, por influencia de Wilson, el terrible libro y esto le lleva a creer que su primo es heredero de la ciudad de Carcosa y que él es el segundo en la línea de sucesión. Con todo esto saca provecho un ladino Wilson, cuyo trabajo consistiría en reparar las reputaciones de aquellos que habrían leído el libro y que por ello habrían pecado de imprudentes.

"-Quisiera que estuvieran encuadernados en oro -dije-. Pero espera, sí, hay otro libro, El Rey de Amarillo.
Lo miré, fijamente a los ojos.
-¿No lo has leído? -pregunté.
-¿Yo? ¡No, gracias a Dios! No quiero volverme loco.
Vi que lamentó lo que había dicho no bien acababa de hacerlo. Hay solo una palabra que detesto más que lunático, y esa palabra es loco. Pero me controlé y le pregunté por qué consideraba peligroso El Rey de Amarillo.
-Oh, no lo sé -dijo deprisa-. Solo recuerdo la excitación que produjo y las condenas del púlpito y la prensa. Creo que el autor se disparó un tiro después de dar a luz semejante monstruosidad, ¿no es así?
-Entiendo que todavía vive -le respondí.
-Eso es probablemente cierto -musitó-; las balas nada podrían contra un demonio de esa especie.
-Es un libro de grandes verdades -dije.
-Sí -replicó-, de "verdades" que enloquecen a los hombres y arruinan sus vidas. No me importa que el libro sea, como dicen, la misma esencia suprema del arte. Es un crimen haberlo escrito y por mi parte jamás abriré sus páginas."
(Del Reparador de reputaciones)

El elemento metaliterario está muy bien introducido y se va construyendo a medida que pasa cada relato, hasta que se forma toda una mitología en torno a Carcosa, a la blancura de su lago Hali y a las estrellas negros que lo sobrevuelan. Es realmente sorprendente como Chambers se adelante mucho a su época y nos propone un esquema de textos que se engarzan de una forma más propia de las vanguardias de entreguerras que de los últimos coletazos del siglo XIX. Es un hecho que su prosa influyó en Lovecraft, responsable también de otra mitología que gira también en torno a un libro maldito, el Necronomicón, y seguramente también en otras obras menos conocidas como El maestro del Juicio Final  de Leo Perutz que comentábamos hace algunas semanas. Chambers crea un misticismo verdaderamente ecléptico que combina con muchas imágenes aún escalofriantes, a pesar de todo lo que ha llovido desde que estos escritos salieron a la luz. Se respira en su estilo una ambigüedad que incomoda a la vez que capta poderosamente la atención del lector.

Los otros relatos quedan fuera del entramado cósmico del tándem Chambers-Bierce, pero le dejan a uno de igual manera los vellos de punta. De entre todos Una agradable velada es, quizás el que menos me ha entusiasmado, aunque he de reconocer la gran maestría y el esfuerzo desplegado en todos ellos. En La Demoiselle d'Ys un turista estadounidense en Francia tiene un extraño e inquietante viaje a un pasado medieval en el que se enamora de un dama que lleva más de mil años muerta. Escrito con una sencillez brillante, se convierte en un relato a medio camino entre la parodia medieval y el terror sobrenatural, la sátira romántica y la alegoría.  En El mensajero una historia de terror sobrenatural en base a una terrible maldición se convierte en una historia de redención en la que se habla de la importancia de comprender y compartir también los pesares de los demás seres humanos que nos rodean. El hacedor de nubes se inspira buenamente en las religiones chinas animistas anteriores al confucianismo, al budismo y al taoísmo y mezcla la dicotomía sueño/realidad con el tema del héroe como elegido en contra de su voluntad. La acción se sitúa en los fríos bosques canadienses donde un grupo de gentlemans se distraen  buscando a unos fabricantes ilegales de oro que habrían dado con la forma de crear oro puro a partir del agua. El último relato y el más breve de todos es La llave del dolor donde un condenado a muerte consigue escapar en su ejecutación, refugiándose en una isla poblada por tribus indígenas, dentro de las cuales consigue rehabilitarse y empezar una nueva vida, pero los crímenes no siempre quedan impunes y tarde o temprano Kent tendrá que responder por la gravedad de sus actos.

En definitiva, un conjunto de relatos adelantados a su época en los que se despliega una prosa cuidada y se gestiona la intriga y los elementos espeluznantes con gran brío, impidiendo que uno despegue la vista de las páginas del libro. Ideal para estas noches frías y oscuras, donde cada resalto fuera de la monotonía del silencio pondrá al lector en guardia. Altamente recomendable. Posiblemente una de las mejores lecturas de mi año. Tenéis más reseñas en Crónicas Literarias (donde ponen en relación los relatos de Chambers con la popular serie de televisión True Detective) y en Libros de Cíbola (aunque reseñan otra traducción en la que se incluyen sólo los cuatro textos vinculados al Rey de Amarillo).

PD. Recientemente he encontrado otra reseña en el blog abandonado Heroínas díscolas, donde a su vez se da una lista de páginas que también han reseñado este título.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

domingo, 10 de diciembre de 2017

En el trineo de Schopenhauer, de Yasmina Reza



Ariel Chipman es un profesor de filosofía de la universidad que tras haber defendido la vida como necesidad sufre una crisis atroz tras algunos actos violentos cometidos por sus maestros Deleuze (quién se suicidó) y Althusser (que estranguló a su cónyuge con un trozo de cortina) que le llevan a una profunda depresión que su mujer Nadine es incapaz de comprender. Nadine piensa que los problemas de Ariel son todo invenciones y que para lo único para lo que le sirven es para amargarle la vida que con tanto esmero habría construido. Nadine piensa que si consigue que Ariel socialice, sus ideas tan pesimistas, así como su actitud comtemplativa y desdeñosa darán un vuelco que le llevarán a ser el de siempre, por lo que trata de convencer a Serge Othon Weil, un conocido de la pareja para que trate de ser su amigo. Othon Weil es a su vez un tipo insoportable por sus continuos devaneos en torno al funcionamiento de los mercados capitalistas con ese tinte rancio neoliberal que tanto rechaza Ariel. Aún así hay otro conocido de la pareja más exasperante con el que Nadine se plantea tener una aventura y mandar a freír espárragos al sieso e impasible de su marido. En medio de todo este fregado actúa la psicóloga de los tres, que los "escucha" y aporta su propia visión a la trama con ideas muy claras sobre el funcionamiento de las relaciones humanas y cómo en estas se ejercen poderes que superan barreras.

El relato largo, porque a novela no llega por mucho que Anagrama quiera estirar las páginas haciendo la letra más grande, tiene una particular estructura en la cual al lector se le muestran una serie de monólogos en los que unos personajes se dirigen a otros. Uno piensa al principio que son cartas, aunque la disposición de la narración de dichos monólogos no sólo no lo deja claro en ningún momento, sino que se aproxima más a las construcciones mentales de los discursos que a discursos propiamente dichos. De esta forma, no sabemos si lo que Ariel le quiere decir a Nadine se lo dice verdaderamente y aunque sí que podemos suponer que no se lo dice como nosotros lo leemos. Este detalle es muy particular y le aporta cierto misterio al texto, dándole un poco la sombra de la sospecha sobre la incomunicación en la que habitan estos personajes, cada cual reivindicándose como más incomprendido que el anterior. La visión de Yasmina Reza sobre la humanidad es bastante cruda y desalentadora y su exposición en este relato está bastante más trabajada de lo que podría parecer a simple vista. El único punto flojo que le encuentro es que las formas de pensar de los personajes (no confundir con su contenido) se halla bastante próxima y eso les impide desarrollar una personalidad mucho más creíble que podrían tener y que por este detalle no tienen. Reza es una reconocida dramaturga a nivel internacional, pero esto no explica que le salgan unos personajes tan guiñolescos. Por lo demás, se podría decir que el resto de la obra hace que merezca bastante la pena su lectura. 

Reseñas de otras obras de Yasmina Reza en esta esquina: Un dios salvaje



domingo, 3 de diciembre de 2017

Desde el jardín, de Jerzy Kosinski



Mr. Chance ha trabajado durante toda su vida en el jardín del Anciano, un hombre de negocios jubilado que se habría encargado de velar por su existencia tras la muerte de su madre. Chance parece tener cierto retraso mental, aunque por lo demás es un joven apuesto y bien vestido, cuyas principales preocuapaciones y temas de conversación son su jardín y su televisor. Debido al impedimento psíquico de Chance, el Anciano decidió mantenerlo fuera de todo contacto con el mundo exterior, pero tras su muerte a Chance no le quedará más remedio que abandonar su hogar y buscar un refugio que le caiga del cielo. Es entonces cuando es atropellado por el chófer de EE, la joven y atractiva esposa de Benjamin Rand, el enfermo director de la Primera Compañía Financiera de Norteamérica. A modo de disculpa y juzgándolo por su apariencia (Chance se vestía con los trajes de su difunto "protector") EE piensa que está ante un importante hombre de negocios y, para curar el error de su subordinado, lo invita a su casa, donde recibirá tratamiento médico y todas las comodidades hasta que mejore. La fortuna de Chance da un giro de 180 grados y no parará de mejorar hasta que se convierta en el hombre más influyente del país. 

En este sentido, Desde el jardín es una jocosa novela muy próxima a Griego busca griega de Friedrich Dürrenmatt, pues en ambas tenemos como protagonistas a personajes marginales con pocas o nulas actitudes sociales, que parecen vivir en mundos completamente ajenos, y que, por lo que parecen azares del destino, sufren un ascenso inusitado dentro de la jerarquía social, alcanzando de la noche a la mañana un poder con el que jamás habían soñado y con el que no saben muy bien qué hacer. Se produce una carnavalización de los personajes principales, lo que trae de la mano mucho humor, pero también una importante crítica social, aunque seguramente ésta esté más presente en el libro del suizo que en el del polaco-estadounidense. Por otro lado, el libro tiene tintes muy próximos a las obras más y menos conocidas de F.S. Fitzgerald con todo lo bueno y todo lo malo que esto implica. La ambientación y el estilo cuidado de la prosa, con su atención a los diálogos, recuerda mucho a El curioso caso de Benjamin Button y un poco al El gran Gatsby. Sin embargo, también está presente ese tono rancio que algunas veces tiene Fitzgerald. Kosinski no para de recordarnos lo negros que son los criados, por ejemplo, y hay cierta escena en la cual uno no sabe bien si está hablando de la homosexualidad como si ésta fuera una terrible enfermedad. 

Lo cierto es que Kosinski fue en su vida todo un personaje, lleno de polémica y con una dudosa reputación acerca de lo que firmaba.  Desde el jardín, al igual que otras tantas de sus novelas, fue acusada de plagio. Lo cierto es que el esquema de historia que aquí se propone ha sido trabajado muchísimas veces y no es demasiado innovador, que digamos. Por otro lado, está el hecho de que su anterior novela El pájaro pintado no tiene absolutamente nada que ver con ésta a pesar de que fué escrita tan sólo seis años antes. El estilo, la temática y las ideas se sienten muy alejadas entre ambas novelas, como si no hubiera existido ningún tipo de evolución formal dentro de la mente del escritor, como si en lugar de dicha evolución fueran dos mentes diferentes las que los habrían compuesto. El pájaro pintado trabajaba la infancia desde un punto de vista grotesco, donde la violencia sádica y la sombra de las perturbaciones más malévolas se hallaban muy presentes, mientras que Desde el jardín sería una novela mucho más desenfadada que contiene, por supuesto, cierta crítica social al sistema consumista norteamericano y a las absurdas paranoias de la Guerra Fría, pero que se queda en lo superficial y que, solo de forma sutil, intenta introducir elementos algo más desagradables, que tampoco llegan a ser nada en comparación con el anterior. 

El caso es que lo haya escrito o no Kosinski, la novela tiene sus aciertos a fuerza de golpes de ingenio, lo cual se agradece bastante después del último que reseñamos aquí. Kosinski crea una interesante metáfora entre la economía nacional y el cuidado de jardines domésticos que expresada por Chance hace que dicho personaje alcance el estrellato. Chance es un personaje que habla poco, porque tampoco es bueno comprendiendo lo que le dicen, pero que cuando oye algo que le recuerda a su jardín o a su televisor, dice lo primero que se le ocurre y como de pura suerte el contexto le dota de un sentido metafórico que hace que el otro interlocutor quede totalmente convencido y embelesado por las palabras del jardinero. Es un mecanismo que puede llegar a hartar, pero la novela tiene la medida justa para que esto no ocurra, manteniendo este tono cómico y desenfadado. Los capítulos finales son especialmente interesantes por su desfocalización directa del personaje, que nos lleva a una investigación sobre el propio Chance en la que nadie sabe muy bien quién es ni cómo ha llegado a la posición dónde está.
 
La novela no es ninguna maravilla, está bien entretenida, pero poco más. Lo cierto es que El pájaro pintado me entusiasmó muy por encima de ésta, aunque seguramente si lo leyera con el bagaje que llevo ahora tampoco creo que estuviera tan convencido de su necesidad. Esta al menos divierte y no es explícitamente desagradable por el morbo, que era un poco el problema del que pecaba la otra.

Más reseñas de obras de Jerzy Kosinski en esta esquina: El pájaro pintado