viernes, 25 de diciembre de 2020

Mis lecturas favoritas de 2020

 


Este ha sido el año en el que más libros he podido leer. La pandemia mundial nos ha obligado a permanecer más tiempo del que nos gustaría a muchos en casa y, como tantos otros, he destinado buena parte de ese tiempo a la lectura. A pesar de eso, mis elecciones han estado muy condicionadas por dos factores: la inminente Oposición al Cuerpo Docente de Secundaria y la elaboración de mi Trabajo Fin de Máster sobre splatterpunk en español. Por todo ello, es lógico la gran cantidad de reseñas de literatura española que ha ido apareciendo en esta esquina desde que en enero decidí volver a retomar este espacio. Este también es, en buena parte, el motivo de la falta de equidad entre autores y autoras leídos y la escasez de literatura extranjera reseñada. A pesar de ello, he podido leer a varios clásicos universales, reconciliarme con alguno, descubrir nuevas autoras y organizar un mes temático a la ciencia ficción (que se repetirá el año que viene). La lista de libros leídos alcanza los 71 títulos (42 más que el año anterior), por lo que, en general, estoy muy contento.

He leído 19 libros escritos por mujeres y 50 escritos por hombres, más dos novelas escritas a ocho manos donde participan tres autores y una autora.

Como es habitual, el género más leído y reseñado sigue siendo la novela. He leído 53 novelas y reseñado 42. Le sigue el libro de relatos: 14 leídos y 8 reseñados. Además, he leído un ensayo político, dos obras de teatro y un poemario. 

Dicho esto, les dejo con las que han sido mis lecturas del año.


David Copperfield, de Charles Dickens


El resto de lecturas de esta lista ocuparían un merecido segundo lugar si esto se tratara de un ranking. Ya lo dije en la reseña, David Copperfield no solo es una de mis mejores lecturas del año, sino una de las más memorables novelas que he leído en mi vida. Con razón era la obra predilecta de un clásico entre los clásicos como es Charles Dickens. Si no saben qué regalar en la mañana de Reyes, esta puede ser una brillante elección. Y, además,... ¡viene ilustrada!









La isla y los demonios, de Carmen Laforet


2021 será el año de Carmen Laforet y, aunque La isla y los demonios está un par de peldaños por debajo de Nada, no deja de ser una novela magnífica sobre la vida en la posguerra española. Especialmente destinada a quienes vivan en las Islas Canarias o hayan parado alguna vez en ellas y guarden buenos recuerdos.











Marionetas de sangre, de Juan Díaz Olmedo


Si lo que buscas es una novela de horror diferente que se sumerja en el mundo gótico y que cuente con unas protagonistas llenas de carisma, muy posiblemente esta sea tu novela. Marionetas de sangre es una reformulación del mito del vampiro (o, mejor dicho, de las vampiresas) mediante el uso de una trama realista y llena de ambigüedades.











Padres e hijos, de Iván S. Turguénev


La novela rusa más europea de todo el siglo XIX sigue resultando fresca y enamora por la complejidad de los personajes, aunque ya sabéis de mi debilidad por ciertos clásicos rusos. 












El mundo interior, de Robert Silverberg


Con esta novela abrimos el mes de la ciencia ficción en octubre. Como ya dije en su momento, el urbanismo es un tema que me encanta, lo que hacía muy evidente que esta novela me fuera a gustar. A todo ello se le suma la ambientación distópica y los momentos totalmente alucinados de una trama donde los personajes son pequeñas hormigas esclavas de un sistema que acabará resultando su ruina.










El cuento de la criada, de Margaret Atwood


Continuando con el mes de la ciencia ficción, también pude leer esta emblemática novela de Margaret Atwood. He decir que, a pesar de estar aquí, me hubiera gustado mucho más si no me hubiera visto antes la serie de Hulu. No obstante, son los pequeños cambios con respecto a esta (que solo se pueden llevar a cabo en un libro) los que la hacen destacar sobre el resto.










Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin


El subtítulo debería ser algo así como "densa, pero compensa". Esta novela es una absoluta maravilla por todos los planteamientos previos que tiene el lector y que se ven removidos por las distintas acciones y reflexiones de los personajes, en especial del protagonista, ese científico anarquista que tiene la fórmula secreta para que sus vecinos capitalistas gobiernen el universo.










El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde


Otro clásico más. Y es que me cuesta mucho dejarlos fuera porque los clásicos suelen serlo por algo. En este caso estamos ante la novela decadente por excelencia y uno de los mejores ejemplos de la estética modernista. Es la única novela de su autor, pero en ella sintetiza buena parte de su pensamiento, al tiempo que construye una trama y unos personajes verdaderamente memorables.










Pájaros de América, de Lorrie Moore


Un conjunto de relatos inquietantes sobre la sociedad estadounidense en pleno cambio de milenio. Sorprende por la calidad de los mismos y por el mal cuerpo que dejan tras ser leídos. Un gran descubrimiento, sin duda.



















Otras obras muy destacables que he leído este año son:

  • Hela, de José Ángel Conde
  • Código binario, de Fernando Codina
  • Cuentos completos, de Carmen Martín Gaite
  • N.P., de Banana Yoshimoto
  • Gritos sucios: una antología splatterpunk, VV. AA.
  • La dama del lago, de Raymond Chandler
  • El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith
  • La cruz y el cerdo, de Nieves Guijarro Briones
  • El camino, de Miguel Delibes
  • Psicosis, de Robert Bloch
  • La institución, de Jorge P. López

Este año, todas las obras de la lista (salvo Gritos sucios y La institución) han sido debidamente reseñadas y podéis encontrarlas en la esquina por si queréis indagar en alguna de ellas.

La esquina volverá en enero.
Felices fiestas y feliz año.

viernes, 18 de diciembre de 2020

El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith

 


Aprovechando que recientemente Anagrama ha decidido sacar a la venta en dos volúmenes toda la saga de Tom Ripley, el escurridizo criminal de Patricia Highsmith, he decidido ir leyendo cada una de sus novelas (las dos primeras de nuevo) al ritmo de una por mes para no saturarme y dejar espacio a otras lecturas que también podrían interesarme por sí mismas, por ser clásicos de la narrativa en español que debo estudiar para mis oposiciones o por resultar vitales para el doctorado que quiero comenzar el curso siguiente en la Universidad de Cádiz. Por eso, hoy os traigo una reseña del inicio de todo: El talento de Mr. Ripley.

Estamos ante una novela policíaca peculiar y que recuerda a tantas otras que no suelen contemplarse dentro de este género como, la recientemente reseñada aquí, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde o Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski. El punto de unión de estas tres obras es su foco. El protagonista sobre el que posa su mirada el narrador, ya sea en primera persona como en Crimen y castigo o en tercera como El retrato de Dorian Gray o El talento de Mr. Ripley, es el malhechor, un hombre que comete un asesinato (o varios) con el fin de mantener una posición que no le pertenece, pero que considera merecida. La investigación policial va por otros cauces y el protagonista tiene que anticiparse a ella para poder salvar el pellejo. De ahí, el talento para la estafa. Raskolnikov, Dorian Gray y Tom Ripley son farsantes, maravillosos actores capaces de sudar la gota gorda mientras fingen hasta extremos que los llevan a la desesperación más absoluta. Pero si hay un actor que destaca por encima de estos tres ese es, sin duda, el personaje de Highsmith.

Que Ripley se gana la vida engañando es algo que sabemos ya desde el primer capítulo de la novela. Antes de viajar a Mongibello, Ripley ya es consciente de que alguien lo persigue por sus numerosos fraudes. Recibe llamadas amenazadoras y malvive en un piso franco desde donde se hace pasar por una compañía estatal en la que habría trabajado para agenciarse un dinero que, por supuesto, no es suyo. La aparición de Herbert Greenleaf en el bar de Nueva York en el capítulo uno es vista por Ripley al principio como un peligro. Tom no es consciente del número de personas a las que ha estafado y no sabe quién podría ser ese hombre robusto y entrado en años, pero cuando habla con él sus ojos chisporrotean. Se le concede la oportunidad de marcharse, de abandonar América con dinero de otro para cumplir una misión que no tiene ninguna intención de llevar a buen puerto, aunque insista en aparentar lo contrario. Herbert le habla de su familia, de su esposa gravemente enferma y de su hijo, un niño pijo que vive en un pueblucho en el sur de Italia y que se niega a volver y asumir responsabilidades como alto cargo de la empresa de construcción de barcos paterna. Tom finge mantener una amistad mayor de la que realmente tiene con Dickie, el joven en cuestión, cuando realmente casi ni se conocen. De hecho, el propio Dickie no sabrá bien quien es cuando lo vea en Mongibello. Porque, por supuesto, Tom se presenta allí, trata de congeniar con el joven, pero no es hasta que le confiesa a Dickie los motivos por los que le envía su padre que este no lo acepta. Ya ha llegado su perdición. Es demasiado tarde.

A partir de aquí, Tom y Dickie se vuelven amigos del alma hasta el punto de que el joven Greenleaf le permite vivir en su casa sin pagar un duro siempre y cuando puedan gastarse juntos en juergas el dinero que le ha dado su padre para llevarlo de vuelta. Tom quiere descaradamente vivir a costa de los Greenleaf, pero hay algo que se lo impide: la desconfianza de la mejor amiga de Dickie, Marge Sherwood. Marge es una joven escritora, fantasiosa y enamorada en secreto de Dickie. Tom conoce sus intenciones, sabe que su presencia hace que se sienta desplazada. Y esto da lugar a un enfrentamiento entre Marge y Dickie y, posteriormente, entre Dickie y Tom.

Marge sospecha de la homosexualidad de Tom. Y lo cierto es que Tom muestra comportamientos de una orientación sexual ambigua durante la obra. En cierto momento de la novela parece definirse como bisexual, a pesar de que en esta parece mostrar una obsesión enfermiza por Dickie y por los cuerpos masculinos, que lo lleva más allá de la atracción, así como un desprecio denostado por la mujer, hasta el punto de que podría considerarse misógino en algunos tramos. En la siguiente obra, La máscara de Ripley, cualquier alusión a la homosexualidad de Ripley desaparecerá y se presentará como un hombre marcadamente heterosexual, que tendrá hasta una pareja femenina. Sin embargo, eso ya es otra novela.

Como indiqué antes, Tom es el perfecto actor. Un embustero de manual. Es tremendamente observador y capaz de representar a la perfección la gestualidad de otras personas. Sumado esto a la obsesión que pronto genera con ser Dickie Greenleaf y vivir como él vive, podrido de dinero y viajando constantemente por toda Europa, tenemos el germen del asesino y del suplantador perfecto. Cuando todo se le tuerza, Tom buscará la forma de cumplir su sueño de ser otro mejor, y, si tiene que matar y engañarlos a todos. esto solo supondrá un problema para sus frágiles nervios. Le avala el tremendo parecido entre Dickie y él, y eso puede ser suficiente para despistar a la policía y a la prensa de toda Italia.

El talento de Mr. Ripley es un clásico de la gestión de la intriga; además de ser, por la forma en la que está narrada, una de las novelas negras que mejor profundizan en la psicología del criminal. Esto va en consonancia con el resto de la obra de Highsmith, donde la preocupación por cómo el ser humano es llevado a situaciones extremas y a cometer actos como el asesinato es total. La predisposición hacia el crimen está en el ser humano, pero se acrecienta con la miseria y la injusticia social. Ripley es un solitario, como su autora, por su orientación sexual. Marginado y vejado desde niño por su familia, que lo llama abiertamente "maricón", ha tenido que fingir constantemente para granjearse el afecto de unos pocos en una sociedad que lo desprecia, sabiendo devolver ese desprecio con otro aún más grande. No se siente culpable de mentir ni de estafar, cree que está en su derecho por todo lo que ha sufrido. Su única preocupación es que no lo atrapen y la añoranza de lo que pudo haber sido y no fue. Un personaje memorable para una novela también memorable. Aunque esto es solo el inicio. Cada mes tendréis una nueva reseña, más larga o más breve, con cada una de sus aventuras. La siguiente es La máscara de Ripley, que ya estaba reseñada en esta esquina, pero cuya entrada he retirado porque a día de hoy no estoy muy a gusto con cómo quedó finalmente.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Patricia Highsmith en esta esquina: La celda de cristal, La máscara de Ripley




viernes, 11 de diciembre de 2020

La cruz y el cerdo, de Nieves Guijarro Briones



Ya hablé de Nieves Guijarro Briones hace unos meses a propósito de su primera novela Orquídeas para Perséfone. Hoy lo haré sobre la segunda: La cruz y el cerdo. Se trata del tercer volumen de la colección Puño Sucio de Ediciones Vernacci, la cual estoy siguiendo detenidamente, puesto que está dedicada a publicar la ficción más visceral dentro del horror y la fantasía que llegue a sus manos (lo cual me interesa especialmente para mi futuro doctorado). La propia Guijarro Briones es directora de la colección, lo cual podría indicarnos que ha colado su novela con calzador como estoy seguro de que hacen otros tantos editores que se valen de sus propios sellos editoriales para publicar sus creaciones. No obstante, La cruz y el cerdo, a pesar de que juega con la ventaja de no tener que haber soportado miles de noes de parte de terceros que se leen la obras de los demás por encima, si es que se las leen, para decidir si algo definitivamente se publica o no, no se trata, en absoluto, de una novela menor o inacabada. Y el hecho de que se publique aquí, en esta colección, es porque está en una sintonía perfecta con los otros dos títulos previos de la misma (Zombi de Juan Díaz Olmedo, novela de la que no me canso de hablar y que algún día reseñaré por aquí, y la antología splatterpunk Gritos sucios). El mundo que nos trae la imaginación de Guijarro Briones es tanto o más cruel que el del resto de escritores que ella misma ha editado y no se aprecia la mínima distancia de calidad entre ellos. A pesar de que esta es la segunda novela publicada por la autora, ya cuenta con una trayectoria previa de libros descartados por ella misma, lo que nos sugiere una autoexigencia que solo nos puede asegurar una cierta calidad.

Nieves Guijarro Briones no es Amélie Nothomb, que escribe cuatro veces el mismo libro al año. Un libro que, por cierto, ya había escrito el año pasado y el anterior. Es una escritora que sabe darle el mimo a cada texto y guardar la distancia entre estos y, aunque hay una cierta recurrencia entre Orquídeas para Perséfone y La cruz y el cerdo en lo que respecta al tema del mundo astrológico, se trata de dos productos completamente diferentes. Orquídeas para Perséfone es un trabajo muy personal, que sugiere un mundo interior vasto. La cruz y el cerdo se construye en la colectividad de las grandes civilizaciones que empiezan desde cero y se apropian del pasado para tergiversarlo, para corromperlo, para corromperse a sí mismas. Orquídeas para Perséfone pertenecería a ese género poco explorado de la fantasía onírica (que ni yo sabía que existía hasta que la leí), mientras que La cruz y el cerdo es definida por la propia autora como fantasía esotérica, aunque yo sostengo que es un revoltijo de muchos géneros donde tiene cabida también el horror más bruto, la ciencia ficción y la crítica social.

La trama parece sacada de un George Orwell alucinado. En un momento determinado, los animales en los mataderos cobran conciencia de que están siendo ejecutados, exterminados masivamente para servir de alimento a una especie más débil que ellos. Se levantan sobre sus patas traseras y se rebelan. Acaban con toda la raza humana al tiempo que procrean con ella, dando lugar a nuevos seres con características de ambos. El primero en alzarse es el carnero, el segundo será el cerdo. Juntos unen a todos los animales rebelados en torno a una Iglesia que ora a divinidades estelares y, un poco también, a una leyenda algo distinta de Jesucristo. Es la Iglesia de la Cruz y el Cerdo. Desde ella el Papa Cerdo, un ser sin ningún tipo de escrúpulos y que tiene enroscado en su columna vertebral a la serpiente de la sabiduría, ordena todo tipo de limpiezas étnicas y demás brutalidades. La necesidad de poder de Papa Cerdo, antagonista absoluto de la novela, le lleva a la paranoia del dictador y hace que se granjee la enemistad de sus seguidores y de hasta su propio hijo, quien durante años había sido torturado con la historia sobre la violación y la muerte sangrienta de su madre por adulterio. John, el cerdo-humano, hijo del bestialismo de Papa Cerdo es llamado por las estrellas, al tiempo que estas castigan con plagas lo que queda del mundo. Debe cometer parricidio y devolver el equilibrio al cosmos y el culto a los astros.

Papa Cerdo se corrompe porque es débil. O esa es la tesis que se mantiene en toda la novela. No puede evitar caer en la tentación, no es capaz de ceder un palmo, aunque esto ayude a la "consagración de la paz". Papa Cerdo es un tirano asustado porque sabe que puede caer en cualquier momento y para evitar que esto ocurra no le queda otra más que atacar una y otra vez e ignorar las decisiones de sus dioses. Papa Cerdo es un líder débil para una civilización débil, incipiente. Es el dictador que nace en las repúblicas remotas recién creadas ante el vacío de poder que deja una ocupación demasiado prolongada en el tiempo. Su represión y su fanatismo es síntoma de su condición y la de su pueblo, obligado a creer en algo, en lo que sea. Y en este sentido, La cruz y el cerdo se puede tomar como una radiografía histórica. 

Lejos de lo que pueda parecer, no se trata propiamente de un discurso antirreligioso. Papa Cerdo se nutre de toda una cosmovisión para sus intereses, pero la religión es un mero telón de fondo en la obra. Lo que es verdaderamente relevante es ese uso del discurso capaz de conmover a las masas y volcarlas en una dirección. Y el enorme poder del Caos como fuerza que ajusticia y proporciona ciertas luces en las tinieblas.

Al mismo tiempo, que los protagonistas sean animales humanizados nos viene a hablar de la animalización del hombre, de su impiedad. El ser humano se alza como explotador de todos los demás seres debido a la condición que le brinda la estructura de colmena de su organización social y su intelecto. Ante el vacío que dejan, los animales, los oprimidos, se convierten en nuevos hombres, en los opresores. La Historia se repite, pero no en círculo, sino en espiral. El nuevo mundo requiere nuevos héroes y nuevas dialécticas que luchen entre sí, pero que siempre recuerdan a las viejas, a las de toda la vida.

Como digo, La cruz y el cerdo es una excelente novela. Si no os he convencido ya, solo tengo que deciros que, además, la edición viene ilustrada y con una tipografía gótica que nos recuerda a esos libros antiguos de alquimia tan populares para tantos escritores entusiastas de todo lo macabro. Por ello, es una pieza de orfebrería única y originalísima. 

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Nieves Guijarro Briones en esta esquina: Orquídeas para Perséfone,



martes, 8 de diciembre de 2020

Pájaros de América, de Lorrie Moore

 





Hoy os traigo un libro de relatos cargadito de historias inquietantes, de esas que te duelen en el pecho cuando las lees. Lorrie Moore está considerada una de las escritoras de cuentos actuales más celebrada en todo Estados Unidos por piezas como las que precisamente colman estos márgenes. Lo que nos presenta es un conjunto de vidas destrozadas o estancadas por un motivo u otro: sueños de la infancia que se rompen al llegar a la vida adulta, el desengaño de descubrir que la pareja de uno no es perfecta, el conocer que la sexualidad de uno pasa de ser una a otra en un momento totalmente inoportuno, la gran mentira de un viaje a un lugar soñado, la pérdida de un ser querido (aunque esta sea tu gato) o la dura lucha contra una enfermedad y la incertidumbre que genera. Todo esto y mucho más se materializa en los doce cuentos largos de Pájaros de América, unos textos que están pensados para dejar bastante mal cuerpo, a pesar de contar con algunos momentos cómicos.

Los textos son los siguientes:

  • Dispuesta: Una joven actriz regresa de Hollywood a su Boston natal totalmente desengañada e inicia una relación con un hombre con el que no comparte nada para tratar de olvidar que ha fallado en el intento de lograr su sueño de estrellato.
  • Que es más de lo que puedo decir de ciertas personas: Una mujer accede a viajar con su madre a Irlanda, descubriendo en el transcurso del viaje que la isla del Atlántico no es tan luminosa y que no odia tanto al ser que le dio a luz.
  • Danza en Estados Unidos: Una profesora se introduce en la vida de una pareja, con un niño enfermo, el cual disfruta con sus clases de baile. Mantienen una incómoda cena.
  • Vida en comunidad: Una niña rumana crece en  Vermont y, ante el acoso escolar, se cría prácticamente en una biblioteca. Finalmente, se convierte en bibliotecaria y se echa un novio político. Se va a vivir con él, pero la vida no es como había pensado y se siente desprotegida en el mundo fuera del silencio de las estanterías.
  • Agnes de Iowa: Una profesora de literatura recibe la visita de un escritor de Sudáfrica del que se acaba enamorando, a pesar de estar casada, aunque no es correspondida.
  • Charadas: Una familia se reúne en Navidad y juega a adivinar personajes, eventos y objetos con la mímica.
  • Arre, borriquito, vamos a Belén: Una mujer entra en depresión tras la muerte de su gato. Toda su vida cambia.
  • Una nota preciosa: Un grupo de profesores de la universidad se reúne para celebrar el fin de año. Entre ellos hay ciertas historias, rencores y atracciones que se sugieren sobre la mesa de la cena.
  • Si es lo que te apetece, vale: Un hombre heterosexual casado abandona a su mujer para mantener una relación con otro hombre ciego, no habiendo experimentado ninguno de los dos la homosexualidad de forma previa.
  • La agencia inmobiliaria: Una pareja se muda a una casa de las afueras de la ciudad, pero tienen numerosos problemas que hacen que su vida sea un infierno al tiempo que otro hombre es abandonado por su mujer y desciende a la locura.
  • Gente así es la única que hay por aquí: farfullar canónico en oncología pediátrica: Es con diferencia el relato más duro de todos. A una madre le dicen que su bebé de un año padece cáncer. Para aumentar el escaso tiempo de vida que le atribuyen los médicos, se traslada con el niño a un centro infantil para enfermos de esta mortal enfermedad.
  • Una madre estupenda: Una mujer mata accidentalmente a la hija pequeña de su vecina y guarda traumáticamente el recuerdo. Para eliminarlo, prueba de todo, pero encuentra que lo único que funciona son los masajes de una chica de la que se enamora.
A través de estos relatos, Moore toca una gran cantidad de temas, pero los que creo más relevantes y que actúan como hilos conectores son el desengaño y la hipocresía. Ambos, de una forma u otra, están presentes en todos los relatos. El desengaño no siempre es amoroso, también puede ser vital. En Gente así es la única... el desengaño llega de la imposibilidad de tomar una vida normal ante la enfermedad de un hijo, de un bebé, un ser que por ningún motivo debería estar enfermo. Este dato no solo atormenta a la protagonista, que se piensa que ha fallado como madre, sino que cambia los modelos de vida que tenía programados para sí misma y para el pequeño. Por otro lado, está el tema de la hipocresía. Se aprecia en varios tramos de la obra, pero los ejemplos más claros los vemos Charadas y Una nota preciosa. En el primero, una familia blanca y demócrata acaba lo suficientemente borracha como para insultar a la población negra en un momento muy racista y que está muy lejos de los ideales de no discriminación que supuestamente defienden. En el segundo, el protagonista asume ciertas posturas que realmente no comparte con el fin de atraer la atención de una hermosa profesora, aún delante de su mujer. Otro tanto de lo mismo ocurre en Vida en comunidad, cuando el novio de Alos se vende a la casta política hasta el punto de ser infiel en la lucha por la alcaldía, olvidando todos esos bellos propósitos que encandilaron a su novia cuando la conoció. En este mismo personaje la hipocresía es atroz cuando afirma lo brutal que es su novia por comer carne momentos después de haber matado é mismo con sus manos a un murciélago que se había colado en la casa.

Otro elemento conector es la presencia y la simbología de los pájaros. En Dispuesta, el pájaro se vuelve finalmente un trasunto fantástico. En La agencia inmobiliaria, el asedio de los cuervos se vuelve ominoso, como el final cargado de lágrimas del relatos. Los pájaros aparecen siempre como símbolos de los personajes, seres que soñaban con el cielo, pero que están limitados por el nuevo mapa urbano de la compleja vida en los albores del siglo XXI. Algunos despegan las alas y salen definitivamente del nido, otros se estrellan contra el cristal, pero son, en cualquier caso, conscientes de la necesidad de descender para alimentarse, de humillarse para seguir. De la vida perfecta no queda rastro.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

PD. Aprovecho para agradecer a Cities de Das Bücherregal el descubrimiento de esta obra. Podéis encontrar su reseña aquí



viernes, 4 de diciembre de 2020

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

 


Basil Hallward es un pintor que anda enamorado platónicamente de su modelo, un joven y frívolo aristócrata, llamado Dorian Gray. Para él pinta la que sería su obra maestra: un retrato que no solo refleja la imagen del apuesto hombre, sino también su alma. Mientras que los primeros capítulos son diálogos, muy bien llevados y plagados de una ironía mordaz y de un cinismo que pocas veces se habrán visto en la historia de la literatura, los siguientes se centran en la vida de Dorian y en sus aspiraciones. El señor Gray, que se lleva como regalo el cuadro para la galería personal de su salón,  exclama en cierto momento un deseo del que posteriormente se arrepentirá. Consciente de que es posiblemente el varón más bello de todo Londres, quiere que la juventud que le otorga su fisionomía inmaculada se mantenga durante toda su existencia sobre la Tierra. Lastimosamente, algún ser del averno debió oír semejante plegaria, pues Dorian Gray no envejecerá ni un ápice con el paso de los años. Lo hará ese retrato suyo que una vez pintó Basil Hallward.

Lord Henry, amigo de ambos, señala una cuestión ideológica del propio Wilde y que se mantiene en toda la novela: son los actos malévolos los que peores marcas dejan en la piel, pues el alma al sufrir castiga también al cuerpo. Evidentemente, esto en la vida real no tiene ningún sentido. Todos conocemos a personas poco agraciadas con un gran corazón y a personas verdaderamente infames con caras de ángeles. No obstante, sí que es cierto que el atractivo físico es una gran ventaja a la hora de relacionarnos con los demás. Una persona atractiva, aseada y bien vestida genera mucha más confianza. Y Dorian lo es, de ahí su peligrosidad. Debido a su tremenda belleza, nadie le reprocha su cinismo, ni los desastres que genera su carácter caprichoso. Vive en la mentira constante, pues oculta a todos su verdadero ser (mucho más cruel que lo que toda su fachada sugiere) para mantener una vida disoluta y dispendiosa.

Dorian es un símbolo de las clases altas, de su vida de etiqueta, donde solo importa el prestigio económico, cultural y social. Unas clases altas que no tienen por qué salir de su burbuja y que se entretienen con amoríos, fiestas lujosas, partidas de caza y libros en francés. Y lo peor es la superioridad moral con la que dirigen, con la que designan a los demás, con la que los miran como escoria. Este choque de clases, que tan poderosamente me ha llamado la atención, se refleja en el conflicto con los Vane. Dorian quiere ser un hombre culto porque es en las élites donde reside la cultura (la que le importa, claro) y asistir al teatro, además de un acto social, es un perfecto modo de adquirirla. Como entretenimiento elevado, Dorian asiste a varias funciones y parece que se enamora de una actriz, una tal Sybil Vane, que pertenece a un mundo completamente opuesto al de Dorian. Para Sybil, él es su príncipe azul, un hombre elegante que la sacará de la miseria en la que vive. Sin embargo, Dorian descubre que Sybil solo le ha llegado a interesar por determinadas actuaciones en concreto y cuando invita a sus amigos, Basil y Henry, para que la vean en escena, descubriendo la decepción de estos, se siente tremendamente humillado. Para él, la culpa es de Sybil, que ha pasado de ser una criatura celestial a convertirse en una mujer mediocre. Y así se lo hace saber en los camerinos, a pesar de que la muchacha se encontraba profundamente feliz de volver a verlo. Si había un compromiso, Dorian lo rompe categóricamente hasta el punto de que Sybil enloquece y, como en las tragedias románticas, acaba suicidándose. Esto no afectará a Dorian en lo más mínimo, pero conseguirá que el hermano de su examante, un joven y fornido grumete, jure buscarlo y perseguirlo hasta darle muerte.

Miento, no afecta a Dorian, pero sí a su alma, es decir, a su retrato. Y esto nos sumerge en una dimensión fantástica que no estaba sugerida en ningún momento previo de la obra. A partir de aquí, Dorian es consciente de su libertad para actuar impunemente mientras proteja el cuadro. Comienza una novela de decadencia, donde un hombre de las más altas esferas se sumerge en un mar de podredumbre hasta tocar fondo en la locura.

Por sus elementos y trama, suele introducirse esta novela dentro de la narrativa gótica. Los tramos finales sugieren una clara influencia de esta tradición tan vasta. No obstante, El retrato de Dorian Gray es fruto de su tiempo y de las inquietudes intelectuales y artísticas de Oscar Wilde. Por ello, veo mucho más correcto calificar esta novela de modernista y, ya dentro del Modernismo, de decadentista. Los puntos a favor de esta argumentación no son pocos: reflejo de la vida en las esferas altas de la sociedad, cierto gusto por el lujo que se materializa en largas descripciones (écfrasis) de objetos muy caros, reflexiones sobre "el arte por el arte", fascinación por lo francés, exaltación de lo efímero (la belleza, la juventud, etc.), el amor platónico y el erotismo, zozobra del protagonista por no pertenecer al mundo en el que está, búsqueda de los valores plásticos en las palabras (con muchos juegos de palabras, valga la redundancia, y una especial atención a los sonidos), lenguaje muy colorista, atracción por lo exótico, cosmopolitismo, etc.

Además de ser producto de su época, esta historia es una pieza muy personal de su autor, especialmente cuando se trata de su única novela. Wilde era un hombre que gustaba de la polémica. Abiertamente homosexual y que rendía culto al "arte por el arte", amparándose en todo lujo. El mundo en el que vive Dorian era también el suyo cuando escribió una novela como esta. Por ello, no hay muchos mejores escritores para expresar como él lo tremendamente hipócrita que son las élites y lo ilusorio que es el poder. Hijos de Wilde son el propio Dorian (una exageración de su yo de juventud), pero también Basil y Lord Henry representan etapas de su vida y cajones de su pensamiento. Basil es su yo enamorado, un homosexual escondido que está comenzando en el mundo del arte y quiere vivir ajeno a la mordacidad del mismo, un yo que vive pronto el desengaño y que es obligado a morir en aras del descreimiento y la conveniencia de los demás. Por su parte, Lord Henry es su yo crítico, su yo sarcástico y escéptico que muestra una visión clara del mundo, basada en la sinceridad y en la pura convicción de que el mundo es cruel y de que hay que saber disfrutar de los placeres y no hacer demasiadas preguntas.

El retrato de Dorian Gray es un clásico de la literatura occidental por la genialidad con la que está escrito y por su carácter representativo de todo un período, así como por el análisis social y artístico que propone. He disfrutado mucho con su lectura. Lo único que podría lamentar es no haberlo hecho antes.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.



martes, 1 de diciembre de 2020

Okulto, de Samir Karimo

 


Uno de mis placeres culpables es la narrativa vanguardista de Samir Karimo. Se trata de un autor portugués de origen indio que, debido a su formación como traductor, suele publicar su obra en castellano, pues encuentra un mayor público en nuestra lengua. Sus relatos suelen ser muy breves y en ellos predomina el horror y lo grotesco, con pinceladas muy bien llevadas de un humor que entronca con el Teatro del Absurdo y el dadaísmo. Su obra es leer en clave dadaísta, y en menor medida surrealista, la larga tradición gótica. Y esto da lugar a textos donde se desafía todo: el espacio-tiempo, la figura de los monstruos, el sentimiento mismo de pánico, la improvisación como herramienta creativa, la sexualidad, etc. Por desafiar, Karimo desafía incluso la misma sintaxis española. Crea palabras, con un especial sentido lírico, y personajes únicos para un universo también único, plagado de dimensiones, de líneas temporales, de entes bizarrísimos con comportamientos que no terminamos de entender, etc. Además, como los novísimos en España, hace un uso muy interesante de las referencias culturales, cimentando muchas veces sus textos sobre ellas y sobre las experiencias que estas les provocan. Es una literatura cercana al pulp por su carácter experimental, su aura de cine ochentero y su distancia deliberada con la narrativa de terror convencional.

Okulto es una muestra más de su prosa. En ella tenemos veinte relatos, más un extraño guion para un extraño cortometraje que jamás se rodaría y que, a mi juicio, es de lo mejorcito del volumen. Aunque la mayoría de estos textos ya aparecen en antologías, revistas digitales y libros de relatos posteriores, se puede decir que la lectura de Okulto es una experiencia interesante por la novedad que aporta a quienes no están familiarizados con el horror experimental y satisfactoria para los que disfrutamos con él. 

Otro texto muy destacable y que no he reseñado aquí es la colaboración con el español Teodomiro de Moraleda en Sangre más allá del matadero, otro autor muy anclado en el pulp. Juntos también tienen dos novelas experimentales totalmente disparatadas y escritas a ocho manos, con otros dos autores, tituladas Ouija infernal y Ouija infernal 2. Estas son de las mayores locuras que he leído en mi vida hasta el punto de que no sabría ni cómo clasificarlas, especialmente la primera. Eso sí, son unas risas aseguradas. Actualmente me encuentro leyendo Macabruo, una reciente novela publicada por Karimo, pero exclusivamente en portugués. En ella explora lo que ha venido a llamarse splatterpunk, una corriente de la narrativa gótica que en España ha sido trabajada por autores como Juan Díaz Olmedo, Lou Wild o José Ángel Conde, por citar solo a algunos de los autores que se han reseñado aquí, y que supone una transgresión del horror a través de la violencia explícita y la descripción de elementos de repulsión vinculables a lo monstruoso, utilizando estéticamente para ello los fluidos corporales.

Y eso sería todo por hoy. Lean mucho, coman con moderación y namasté.

PD. Ruego que me disculpen por la coincidencia del color de la portada y del fondo de esta esquina. Es una casualidad sin precedentes. He tratado de echar alguna foto, pero el resultado es todavía peor. Gracias por su comprensión, gente bella.