Nadie podrá negar que el oficio del escritor sea arduo y complejo. Ninguno de los grandes nombres de la historia de la literatura nació con reconocimiento dentro de esta y, para la inmensa mayoría, llegar a donde acabó resultó ser toda una odisea. Batallas constantes entre la pasión de escribir y la supervivencia, entre el sueño personal y el frío certero de la situación de cada uno, son descritas, y de una forma bastante entretenida, en este libro pseudobiográfico firmado por Daria Galateria. Digo pseudobiográfico, aunque podríamos hablar también de anecdotarios, según el caso. La investigadora elige y selecciona momentos de la vida de cada autor. De unos suelta prácticamente la vida completa, mientras de otros se centra en comentar solo episodios representativos de quiénes son y por qué escribieron lo que escribieron. Y esas cosas. Todo, por supuesto, (y eso es lo que le da la chicha al libro) ligado al ámbito laboral.
Para quienes amamos la literatura y para quienes habremos fantaseado alguna vez con ser escritores (o aún lo seguimos haciendo) este volumen de historias es asombroso en dos sentidos:
- De primera mano es asombroso porque desmonta mitos y leyendas en torno a la genialidad. Tiene buena parte de tratado estético humanista. Y es que difícilmente alguien va a encontrar su primer empleo como escritor. Desempeñará previamente muchos trabajos, tendrá una amplia experiencia tanto leyendo como viendo el mundo y participando de sus duras reglas. Solo así el arte de componer y retratar en la clave preferida lo visto, lo vivido y lo soñado cobra verdadero valor.
- En segundo lugar, también será asombroso conocer lo humanos que eran en el fondo nuestros ídolos. Su infrahistoria más allá de sus obras y la lógica que los movían a escribir lo que escribían, a decantarse por sentarse en la mesa de trabajo en los últimos instantes del día o ya en plena noche cerrada a teclear frente a una máquina sus divagaciones.
He disfrutado muchísimo con las anécdotas sobre muchos de ellos, especialmente de los que conocía previamente: Italo Svevo, Bohumil Hrabal, Franz Kafka, Charles Bukowski, Jack London, Céline o George Orwell. Sin embargo, me han importado poco más que nada lo que me estaban tratando decir de otros: Ottiero Ottieri, Jacques Prévent, Blaise Cendrars, ... Y eso no se debe tanto a que no conozca a los autores, sino más bien al hecho de que no he llegado a conectar con el texto. En el caso del capítulo dedicado a Jean Giono (nuevo para mí, al menos), puedo decir que la historia me ha entusiasmado hasta el punto de releerla (lo que rara vez hago) y que el manosquins es de tirada mi personaje predilecto de todos los tratados.
Es innegable, como decía, que es necesaria una cierta cultura literaria detrás para disfrutar este libro, pero muchas de sus historias, como la de André Malraux, (por poner así un ejemplo rápido), pueden leerse desde la más absoluta ignorancia. Esto funciona siempre y cuando atendemos a los textos como narraciones de aventuras, de desdichas, triunfos, vaivenes. A fin de cuentas, son historias sobre vidas humanas. La idea de que a veces la realidad supera a la ficción es maravillosamente tratada aquí por Galateria y solo este detalle hace que el libro merezca la pena. Y si ya a eso le añades las crónicas de cómo Céline llegó a escribir Viaje al fin de la noche, ¡entonces apaga y vámonos!
Eso es todo por hoy. Lean mucho, coman con moderación y namasté.
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