lunes, 19 de marzo de 2018

El Desayuno de los Campeones, de Kurt Vonnegut



Con El desayuno de los Campeones Kurt Vonnegut quiere ponernos sobre aviso ante la inmensa cantidad de porquería que el mundo en el que vivimos nos ha plantado en la puerta de nuestra casa, a petición nuestra para mayor escándalo, en un intento de que abramos nuestros miopes ojos bañados de legañas. En esta extrañísima historia cargada de un humor satírico, lleno de la acidez propia del estadounidense, un tal Philboyd Studge, escritor que pronto va a cumplir la cincuentena y que aún no ha superado el suicidio de su madre a base de la ingesta de narcóticos (como la del propio Vonnegut) hace un recuento semilustrado en una especie de novela en la que se dispone a denunciar todo lo que no le gusta. A través de la pluma de Studge, Vonnegut critica al patriotismo norteamericano:
"Había miles de millones de naciones en el universo, pero aquella a la que pertenecían Dwayne Hoover y Kilgore Trout era la única con un himno nacional que era una sandez salpicada de signos de interrogación."
O:
"En realiad, en ese continente, en el año 1492 ya había millones de seres humanos que llevaban una vida plena e inteligente. Este fue, simplemente, el año en el que los piratas que llegaron por mar empezaron a engañarles, a robarles y a matarles."
Al uso distribuido y sin control de armamento:
"Las sustancias químicas nocivas le hicieron coger un revólver cargado, de calibre treinta y ocho, de debajo de la almohada y metérselo en la boca. Un revólver era un aparato cuyo único propósito consistía en hacer agujeros en los seres humanos. En la parte en la que vivía Dwayne cualquiera que quisiera tener uno podía conseguirlo en la ferretería de su barrio."
 Al consumismo sin reparos que nos convierte en esclavos del libremercado:
"Casi todos los mensajes que se enviaban o recibían en su país, incluso los telepáticos, tenían algo que ver con la compra o la venta de algún maldito chisme."
Al militarismo y al ejército:
"A  Bunny le habían enviado con sólo diez años de edad a una escuela militar: una institución dedicada al homicidio y a la obediencia totalmente desprovista de humor."
Y así un larguísimo etcétera que se enfoca desde una perspectiva feminista, pacifista, antiracial, antifascista, humanista y ecológica. Todas estas ideas son desglosadas a lo largo de la novela que está escribiendo Studge sobre el encuentro del escritor de ciencia ficción Kilgore Trout con el megaempresario vendedor de Pontiacs Dwayne Hoover con una claridad y una robustez que a veces se expresa con un lenguaje directo, incluso soez en ciertos momentos, y otras veces en clave del humor más disparatado al que ya nos tiene acostumbrados Vonnegut.

Junto a Studge, Kilgore Trout y Dwayne Hoover son los principales personajes de la novela. Trout es un escritor de ciencia ficción que no sólo está en el ocaso de su triste carrera, sino también en el que parece ser el de su vida, aunque una serie de acontecimientos le llevarán no sólo a volverse famoso, sino que, además, conseguirá en algún momento alzarse con el Premio Nobel de Medicina. Hasta el día en el que le llega la carta de un tal Eliot Rosewater (protagonista de otra novela de Vonnegut), admirador suyo multimillonario, que lo invita a unas jornadas artísticas en el Centro para las Artes Mildred Barry, sus más de cuarenta novelas sobre planetas imaginarios -e increíblemente parecidos a ese tan absurdo en el que vivía- sólo habían aparecido en revistas pornográficas de bajo coste, junto a las fotografías de flamantes "castores bien abiertos". El capricho de Studge hará que Dwayne Hoover, el vendedor de Pontiacs, comience a enloquecer poco a poco y logre tener acceso a una de las novelas de Trout, que le arrebatará al mismo escritor de las manos. La ingesta de tal historia en conjunto con el estado mental del perturbado Dwayne conseguirán que este se vuelva un criminal en potencia que pensará que es el único hombre sobre la Tierra con libre albedrío, mientras que el resto de sus congéneres, incluída su mujer muerta y su hijo homosexual no son sino meros robots programados exactamente para hacer lo que tienen que hacer y no otra cosa. La lucha de Dwayne contra su creador le lleva a seguir exactamente los mismos pasos que este último habría planificado para él en una paradoja perfecta, cargada de filosofía y profundamente entretenida. 

El Desayuno de los Campeones viene acompañado de ilustraciones del propio Vonnegut, que no se corta ni un pelo en dibujar lo que toque siempre que eso mejore la asimilación de los contenidos por parte del lector. Los dibujos también aportan un matiz cómico y suelen aparecer en base a digresiones que hace Studge de la historia de los personajes. En general se trabaja en ellos la atmósfera que rodea a los mismos. Una atmósfera, como avisa el propio Studge, que está sobrecargada de culos, mierda y banderas. Y una delicia de personajes secundarios.

Toda una gamberrada del mejor Vonnegut. Sin duda, lo más complejo que he podido leer de él hasta ahora, no sólo por el amplio abanico de temas que trata -que parece no acabar nunca-, sino también por el carácter metaficcional del texto con numerosos giros que romperán los esquemas de más de un lector como, confieso, han roto los míos. ¡Una auténtica maravilla! Este año habrá que leer más Vonnegut sí o también. Tenéis otra reseña más en Das Bücherregal, escrita por todo un experto en el autor, así que no tengáis reparo en pasaros. Nuestras ediciones son distintas, aunque suspongo que no habrá una gran diferencia en lo que a las traducciones respecta. 

Más reseñas de obras de Kurt Vonnegut en esta esquina: Madre noche, Cuna de gato, Las sirenas de Titán


4 comentarios:

  1. Muchas gracias por el link, pero creo que llamarme experto en el autor es bastante, bastante exagerado. Todo lo más, gran seguidor y aficionado a su obra.
    :)

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    1. Bueno, al menos para mí lo eres, Cities. Conoces muy bien la obra casi al completo del autor y sabes dar las claves que lo hacen tan brillante. No dejas nada en el tintero y lo reseñas con una gran coherencia y conciencia crítica. Eres más que un gran seguidor y, aunque no enfoques tus reseñas con la verborrea academicista, sí que pienso que eres un experto en Vonnegut y otros muchos.

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  2. O sea, que este facharrojo, Vonnegut, vivio en yanquilandia pero nunca se fue a Cuba, fue pacifista pero era comunista, era antifacista pero naturalmente era comunista y le parecería muy bien que los capos del comunismo y los actuales Maduro y los Castro, esos grandes racistas, asesinaran a jovenes estudiantes democratas que pedian paz y libertad y poder comer tres veces al dia. Supongo que se hubiera ido a vivir a Venezuela o Cuba, como buen facharrojo consecuente con su ideologia tuerta, ya que ve la realidad por un solo ojo.

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    1. Anónimo, siento decirte que Vonnegut no era comunista. De hecho, en "Madre Noche" hace una crítica importante de esta ideología, que queda rebajada al mismo nivel que el capitalismo demócrata estadounidense y del nazismo alemán. Vonnegut se preocupaba mucho por la vida de los seres humanos, pero eso no tiene nada que ver con el comunismo. Que adopte una postura antifascista o antidemócrata no lo convierte necesariamente en comunista.
      Ser feminista, pacifista, antifascista, antiracista, ecologista y demás no te hace comunista, y aún siendo comunista uno puede estar muy en desacuerdo con las actuaciones de Maduro o Castro.

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