domingo, 4 de marzo de 2018

La celda de cristal, de Patricia Highsmith



Phillip Carter es acusado de un crimen que no ha cometido y enviado a la penitenciaría. Allí espera pacientemente la ayuda de su amigo abogado (David Sullivan), mientras fantasea con el día en el que salga y vuelva a abrazar a su mujer (Hazel) y a su hijo (Timmie). Lo que sería una mala experiencia de unos pocos meses se convierte en una pesadilla de seis tediosos años en los que Carter es torturado, vejado y abandonado por sus seres queridos. Su hijo sufre el acoso en el colegio por tener a su padre metido en el trullo y su mujer, sola y desquiciada por las continuas desiluciones del sistema jurídico, comienza una aventura con David en Nueva York, a kilómetros de la celda que comparte Carter con dos narcotraficantes. El asesinato del único amigo que tuvo alguna vez Carter en prisión y su nueva adicción a la morfina, así como el ambiente criminal y abusivo de la cárcel, que no tiene piedad con nadie, moldean en él una nueva personalidad que le lleva a chocar con el mundo que dejó atrás una vez abandona su confinamiento. La idea de las infidelidades de su mujer y su amigo serán aceptadas con mucho rencor y odio por un Carter que será impulsado por el mismo individuo que lo metió en chirona (Gawill) y que es el enemigo acérrimo del abogado. De esta forma, comienza a crecer en Phillip la posibilidad de mandar al otro barrio a David como un acto de venganza más que lícito. 

En La celda de cristal asistimos a la transformación de un hombre honrado en un criminal de la peor calaña. Esto es posible gracias a la fragilidad de un sistema penal estadounidense como el que se describe en la novela, desde el cual se fomenta el odio y la violencia como medios para sobrevivir con dignidad hasta el día de mañana. Carter pasa de ser un hombre inocente de todo cargo e injustamente condenado a convertirse en todo un delincuente por ajustarse al papel que parece que le han destinado unos terceros. Se desprende de toda una capa de sentimentalidad y endurece su carácter para reclamar lo que piensa que le pertenece por derecho (su mujer Hazel) y al final de la novela poco queda de ese ingeniero que en las primeras páginas disfrutaba estudiando francés.  Carter descubre que la mentira es poderosa si sabe usarla y que decir la verdad no tiene por qué venir acompañada de sucesos agradables en un mundo en el que sólo lo que parece cierto importa. El título alude a este aislamiento del mundo que padece su protagonista, que puede ver a su alrededor todo lo que acontece con su familia y con su caso, pero poco puede hacer si no rompe el cristal que lo separa de sus problemas. La ruptura del cristal lo lleva a desembocar con toda la violencia de la que es capaz en un ambiente anteriormente idílico, que se ve enrarecido precisamente por eso, y que conduce a Carter a sufrir el rechazo de todos los que están a su alrededor, salvo Gawill. El criminal es la única persona que parece entender a Carter, aunque, como salta a la vista de lejos, su auténtico propósito es moverlo al asesinato de su enemigo. La extraña relación con Gawill le lleva a Carter a replantearse su pertenencia a este mundo fuera de la celda de cristal, donde cuenta con libres movimientos, pero carece de tiempo para meditar las acciones y para sufrir en silencio. La salida de la celda implica también una sensación de pérdida de control de Carter para con su propia vida, pues durante seis años no había tenido que preocuparse de gran cosa y ahora se siente como una rana fuera de su charca. La suma de todo hace detonar una bomba cuya mecha había estado consumiéndose silenciosamente con el transcurso de las horas en prisión.

Highsmith crea una novela de intriga apabullante que, si bien no sigue un argumento que destaque por su originalidad y que le lleva resultar bastante predecible, está dotada de ciertos puntos de ingenio y de una prosa deliciosa. El ritmo es fundamental aquí como mecanismo de progresión de los diferentes personajes y especialmente de Carter y está ajustado con una precisión milimétrica, lo que le da a La celda de cristal una atmósfera mucho más verosímil que otra de las novelas de la autora con un protagonista muy similar como puede ser El talento de Míster Ripley. Highsmith tiene un detalle que me ha entusiasmado y es que las reminiscencias o pistas que va dejando del destino final de Carter y de los otros personajes a través de imágenes o símbolos anuncian o insinúan de una forma muy sutil lo que está ocurriendo ante la ceguera del protagonista y nos pone a los lectores sobre aviso de sus intenciones. Highsmith emplea aquí la repetición distorsionada de imágenes para señalarnos las similitudes entre los actos desde el punto de vista de Carter con el que se nos obliga a empatizar a través de un narrador focalizado muy similar al que se empleaba en El talento de Míster Ripley. La narración está determinada por un gran dominio del estilo indirecto libre, que es, a mi juicio, una de las técnicas de escritura más difíciles de lograr y que sirven para diferenciar a los grandes de los pequeños en el cosmos de la literatura. Como os digo, una maravilla de novela de una autora de la que tenía muchas ganas de volver a leer algo. 

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Patricia Highsmith: El talento de Mr. Ripley, La máscara de Ripley,


4 comentarios:

  1. Me encantan las novelas de Patricia Highsmith (los cuentos son otro cantar). Ahora que hay que tener muy buen ánimo para leerlas, destilan tanta brutalidad y tanto desamparo que son capaces de arrastrate al pozo de podredumbre que narran. Ésta no la conocía, pero a medida que leía tu resumen pensaba: típica trama de novela negra psicopática de P. Highsmith, ¡qué arte tenía esta mujer escribiendo!

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    1. Con esta son tres las novelas suyas que he leído, todas ellas muy parecidas, por lo que el argumento de "La celda de cristal" no me ha sorprendido en absoluto. Eso sí, los recursos técnicos que emplea y esa sensación de desolación que comentas son una auténtica maravilla. ¡Nunca pierde uno el tiempo leyendo a Highsmith!

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  2. Yo leí esta novela y me gustó bastante. Su autora logra que el protagonista te caiga simpático de buenas a primeras, y todo lo que le sucede es tan injusto... Una reseña excelente, por cierto ;)

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