jueves, 20 de febrero de 2020

¿Acaso no matan a los caballos? de Horace McCoy




Posiblemente ¿Acaso no matan a los caballos? sea la novela más conocida del autor estadounidense Horace McCoy y es para muchos un pilar del género negro. Sin embargo, es una obra muy particular dentro del mismo, pues no aparece ningún tipo de investigación en toda la obra. Esta se omite y es cambiada por la confesión del criminal, un tal Robert Syverten, un aspirante a actor que ha matado a su compañera de baile tras una desquicia competición de resistencia. Desde los inicios de la obra tenemos el nombre y apellido del asesino y de la víctima, por lo que lo que pasará a interesarnos serán las vicisitudes que llevaron a tal hecho y la motivación que hay detrás de todo. La víctima es Gloria, una joven hastiada de vivir que ha intentado ser actriz por activa y por pasiva en el mundo hollywoodiense sin ningún éxito. Ella y Robert se conocen por casualidad y forjan rápidamente una amistad. Tienen un sueño común (el oropel del cine en su Edad de Oro) y una necesidad (ganar dinero para subsistir). Cuando se les presenta la oportunidad de participar en en el concurso, no dudan ni un momento. La carpa está en frente de los estudios y las más brillantes estrellas del cosmos del celuloide se pasarán alguna que otra vez y, quién sabe, quizá los fichen.

La novela en su conjunto es una crítica al sueño americano y nos señala la cara triste y oscura de muchos soñadores que perdieron su vida tratando de entrar en Hollywood. Al mismo tiempo, nos señala el gran contraste entre una industria cultural millonaria y la necesidad de los pobres diablos en una Costa Oeste azotada por la Gran Depresión de los años treinta. Esta idea de la necesidad de "pan y circo" queda materializada en el bizarrísimo concurso, donde los aspirantes se juegan la vida por poder comer. Junto a Gloria y Robert, muchos otros son los participantes que nos presenta esta breve historia. Entre ellos tendremos a una embaraza, que bailará y correrá por la pista de tierra a riesgo de perder al niño, un asesino que huye de la ley y que interviene en la competición con un nombre falso y una pareja que se casa en la pista solo por el dinero.

Todo gira en torno a dos fuerzas que chocan: la realidad y el deseo. Gloria y Robert son demasiado lentos, conscientes de que van a perder de un momento a otro. No obstante, siguen, más que por un afán de superación, por inercia. Sus cuerpos ya no se mueven solos, son esclavos de una palanca, de un engranaje, de una cadena de montaje que los aliena y que está por encima de ellos. Esa misma palanca, ese mismo mundo gris y devastado que nos muestra la obra, será en buena parte la justificación del crimen. La chicha de la obra está en los episodios finales y en la reflexión que plantea Robert en torno al título de su confesión y el título de la obra que en un primer instante parece no tener nada que ver con la misma. Otro detalle curioso es la titulación de los capítulos consistente en la sentencia del tribunal contra el protagonista segmentada de forma que nos recuerda que en algún momento va a suceder el inevitable asesinato y que va a suceder por unas razones de peso. 

Otro de los temas centrales es el debate que circula en torno a lo inmoral. La competición es considerada como tal durante la obra en varias ocasiones, aunque desde la organización se pretenda dar una imagen de pureza y alegría. Los asistentes acuden para ver a las bailarinas en paños menores o para traficar con sustancias de un carácter dudosamente legal. A excepción de la señora Layden, que vive enamorada de la pareja protagonista y que siempre ha deseado participar en un concurso como este, pero que se ha quedado fuera por su edad. Frente a ella, que se cree el mundo pintado en color de rosas por el escenario, se sitúan las dos representantes de la Asociación de Madres que tratarán de cerrar el negocio a cualquier coste. Entre la postura de ambas se encuentra Gloria, para quien el concurso es una aberración total, pero necesaria, pues entiende que refleja la verdad del mundo: la lucha por la vida a cualquier precio.

Esta obra cuenta con una adaptación cinematográfica bastante conocida titulada en España Danzad, danzad malditos (1969) dirigida por Sydney Pollack y que ganó un Oscar a mejor actor de reparto. Yo no he tenido la oportunidad de verla, pero me han hablado muy bien de ella y no quería despedirme sin citarla. Tenéis más reseñas en Cicutrady y Entre montones de libros.

Y eso es todo esta semana. Lean mucho, coman con moderación y namasté. 

4 comentarios:

  1. No llega ni a anécdota, pero te lo cuento igual: me tiré años pensando que esta novela se llamaba "¿Acaso no matan los caballos?" y que trataba de un asesinato en el que, aparentemente, el asesino era un caballo (al final se descubría que no).

    Por suerte, ya había salido de mi error cuando me leí la novela.

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    1. ¡Jajajajajajajajaja! ¡Ojalá! ¿Una nueva entrada de "si está escrita me gustaría leerla"? Porque a mí me gustaría, ¡eh!

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  2. Hola.
    No conocía el libro y tampoco es un genero que yo suela leer, aunque si que me lo anoto para hablarle de el a unas amigas, que les encanta este genero. Gracias por la reseña.
    Por cierto, acabo de encontrar tu blog y me quedo por aquí. Te invito a pasarte por el mio.
    Nos leemos.

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    1. Bienvenida, Carolina. Gracias a ti por pasarte y dejar tu comentario. Espero que les guste a tus amigas y me apunto tu blog para echarle un ojo. Un placer.

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