martes, 17 de octubre de 2017

El señor Nakano y las mujeres, de Hiromi Kawakami




Hitomi es una joven japonesa que trabaja en una prendería (tienda de objetos de segunda mano) para el excéntrico señor Nakano, un hombre viejo al que le pierden las mujeres y que mantiene varias relaciones extramatrimoniales, y su hermana Masayo, que se dedica a la artesanía de las muñecas y al chismorreo. Para ellos trabaja también el joven Takeo, un chico tímido, atractivo, pero sin aparentes ganas de vivir, del cual Hitomi se enamora inexplicablemente. La novela de Kawakami nos narra el día a día dentro de la prendería, mostrándonos una gran diversidad de historias relacionadas con los objetos más inusuales que van aterrizando allí al tiempo que la relación entre Hitomi y Takeo se desarrolla con sus éxitos y sus reveses. 

Kawakami aquí pone muchísimo su atención en los objetos y en lo maravilloso de estos, que pasan de ser meros elementos materiales y utilitarios a convertirse en símbolos, llegando a expresar lo que los personajes tienen dentro y no son capaz de sacar por sí mismos. Se podría decir que los objetos se vuelven así catárquicos, pero sólo serviría para escusar la falta de dedicación o la poca maestría a la hora de pincelar unos personajes planos, que se esfumarán de la mente del lector varios días después de ingerida la novela. Y es que, a lo mejor soy yo, pero no encuentro la motivación de ningún personaje en El señor Nakano y las mujeres. Kawakami tiene que recurrir a diversas marcas en el habla para identificarlos -como el pues eso del señor Nakano-, pero aún así la personalidad que adquieren es bastante pobre y no es raro encontrarlos haciendo cosas inesperadas y sacadas de contexto para que la escritora pueda situarlos en el lugar que mejor le convenga para su trama. El escritor es siempre quien dirige la trama hacia un cauce u otro, pero debe ante todo ocultar su artificialidad para no resultar forzado en ningún momento -a no ser que haga una parodia, lo que no ocurre aquí ni remotamente-, porque en el instante en el que el lector descubra su truco deja de creer en lo que lee, y esto no deja de ser muy peligroso, ya que crece la posibilidad de que abandonen tu relato y este en concreto si no lo he abandonado ha sido por cabezonería y puramente por cabezonería, porque se siente forzado hasta la médula.

Además, la cuestión de que es una novela sentimental que se basa en el concepto romántico del amor adscrito a una sociedad heteropatriarcal donde perviven ideas conservadoras de posesión entre hombres y mujeres tampoco ayuda demasiado. Los personajes de Kawakami sólo entienden el amor dentro de la monogamia, coartando la libertad de los miembros de la pareja hasta el punto de que alguien como Nakano es tachado como un imbécil por verse obligado a mentirle a su esposa para poder disfrutar parte de su única vida con otra mujer a la que también ama, Sakiko. La relación entre Nakano y Sakiko no es seria y no puede serla, pero la de Hitomi y Takeo debe triunfar porque en ella se hallaría la fogosidad juvenil y la inocencia, o debería si Takeo tuviera algo de espíritu y no contestara a la mitad de frases con monosílabos. Porque Takeo se vuelve un personaje impenetrable, y es que parece que no tiene nada que decir. Se siente como puesto allí a dedo para complementar algo al personaje de Hitomi y permitirle experimentar el amor y la iniciación en el sexo, pero no cumple ninguna otra función. Sin embargo, están destinados a acabar juntos y debe de ser precioso. Si esto lo hubieran escrito hace décadas tendría un pase, pero en pleno siglo XXI este tipo de historias las hemos visto ya ochenta mil veces.

Excesivamente trillado y sin ninguna gracia El señor Nakano y las mujeres pasa sin pena ni gloria entre mis lecturas de este año. El único punto interesante que le veo es un juego que hace a nivel narrativo, insertando pequeños saltos temporales que rompen con la linealidad del discurso, y que le aportan mucho dinamismo, integrando muy bien la narración. Todo lo demás es simple, manido, arcaico, melindroso, ridículo... Tenéis más reseñas en Koratai (donde son un poco más suaves que un servidor) y en La Tormenta en un Vaso (a los que les ha entusiasmado la parsimonia de la novela).



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