domingo, 10 de diciembre de 2017

En el trineo de Schopenhauer, de Yasmina Reza



Ariel Chipman es un profesor de filosofía de la universidad que tras haber defendido la vida como necesidad sufre una crisis atroz tras algunos actos violentos cometidos por sus maestros Deleuze (quién se suicidó) y Althusser (que estranguló a su cónyuge con un trozo de cortina) que le llevan a una profunda depresión que su mujer Nadine es incapaz de comprender. Nadine piensa que los problemas de Ariel son todo invenciones y que para lo único para lo que le sirven es para amargarle la vida que con tanto esmero habría construido. Nadine piensa que si consigue que Ariel socialice, sus ideas tan pesimistas, así como su actitud comtemplativa y desdeñosa darán un vuelco que le llevarán a ser el de siempre, por lo que trata de convencer a Serge Othon Weil, un conocido de la pareja para que trate de ser su amigo. Othon Weil es a su vez un tipo insoportable por sus continuos devaneos en torno al funcionamiento de los mercados capitalistas con ese tinte rancio neoliberal que tanto rechaza Ariel. Aún así hay otro conocido de la pareja más exasperante con el que Nadine se plantea tener una aventura y mandar a freír espárragos al sieso e impasible de su marido. En medio de todo este fregado actúa la psicóloga de los tres, que los "escucha" y aporta su propia visión a la trama con ideas muy claras sobre el funcionamiento de las relaciones humanas y cómo en estas se ejercen poderes que superan barreras.

El relato largo, porque a novela no llega por mucho que Anagrama quiera estirar las páginas haciendo la letra más grande, tiene una particular estructura en la cual al lector se le muestran una serie de monólogos en los que unos personajes se dirigen a otros. Uno piensa al principio que son cartas, aunque la disposición de la narración de dichos monólogos no sólo no lo deja claro en ningún momento, sino que se aproxima más a las construcciones mentales de los discursos que a discursos propiamente dichos. De esta forma, no sabemos si lo que Ariel le quiere decir a Nadine se lo dice verdaderamente y aunque sí que podemos suponer que no se lo dice como nosotros lo leemos. Este detalle es muy particular y le aporta cierto misterio al texto, dándole un poco la sombra de la sospecha sobre la incomunicación en la que habitan estos personajes, cada cual reivindicándose como más incomprendido que el anterior. La visión de Yasmina Reza sobre la humanidad es bastante cruda y desalentadora y su exposición en este relato está bastante más trabajada de lo que podría parecer a simple vista. El único punto flojo que le encuentro es que las formas de pensar de los personajes (no confundir con su contenido) se halla bastante próxima y eso les impide desarrollar una personalidad mucho más creíble que podrían tener y que por este detalle no tienen. Reza es una reconocida dramaturga a nivel internacional, pero esto no explica que le salgan unos personajes tan guiñolescos. Por lo demás, se podría decir que el resto de la obra hace que merezca bastante la pena su lectura. 

Reseñas de otras obras de Yasmina Reza en esta esquina: Un dios salvaje



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