Un ingeniero informático de mediana edad trabaja para una de las mayores empresas de toda Francia y gana un buen jornal por ello. A pesar de esto, es un tipo sumamente infeliz. Su vida social y sexual es más bien escasa (por no decir casi nula) debido a su problemático carácter. Hace ya dos años que rompió con su histérica novia y desde entonces no es capaz de encontrar a nadie que se atreva a escucharle más de dos minutos. Viviendo en un régimen de completa soledad ha desarrollado un miedo y un odio hacia el conjunto global de los seres humanos, especialmente agudo con las mujeres de su entorno, a las cuales tilda sin tapujos de guarras y zorras. Su misoginia, derivada de la falta de aceptación femenina y la nulidad de relaciones sexuales, le han convertido en un absoluto amargado. Un repelente ansioso de quitarle las ganas de vivir a los demás. En definitiva, un personaje magníficamente escogido para esta comedia depresiva de Houellebecq.
Toda la obra gira en torno al narrador y sus teorías sobre la capitalización del sexo, la hipocresía social y la aplicación exhaustiva de los conceptos empresariales en el ámbito diario pervirtiendo, en su opinión, las bellezas que podríamos encontrar en este. Hay que destacar que el tipo es sumamente elitista y desagradable, pero intenta dar la impresión de ser fruto de un sistema corrupto. Un sentimiento que, por otro lado, podríamos llegar a tener todos de nosostros mismos o haberlo tenido en algún punto de nuestras vidas. Su soledad y su visión crítica del mundo, así como sus "desgracias" nos permiten empatizar con él en ciertos momentos. Incluso podríamos decir que hay fragmentos en los cuales su discurso genera auténtico patetismo. Nos inspira compasión y ternura. Pero solo de forma temporal.
La versión del narrador sobre sí mismo nos trae a la mente las tesis de los grandes naturalistas franceses. Rápidamente pensamos, a pesar de la clara diferencia entre estilos, en Zola y en Maupassant. Pensamos también en Céline y en esa figura de antihéroe. Y quizás también en el Pascual Duarte de Camilo José Cela. Estas tesis se repiten aquí, pero funcionan a modo de justificación del personaje para consigo mismo, lo cual lo deja inserto, por supuesto, en todo ese amalgama de hipocresía social en el cual nos vemos inmiscuidos queramos o no. Y aquí el narrador, claramente, no quiere; pero de una forma u otra entra en el juego. La idea de ser un monstruo "porque el mundo te hizo así" entra en confrontación con el libre albedrío humano y con la capacidad de decisión del individuo a partir de sus circunstancias siendo hasta cierto punto falaz, pesimista e hiriente.
Esa visión del narrador de sí mismo dentro de un sistema de balanzas, donde describe su situación económica como muy buena y su situación social y sexual como una basura no le hace ningún bien desde luego, pero en ella reside la gracia de la novela. Este narrador no deja de ser la parodia del autoconcepto cerrado de un hombre occidental y heterosexual solitario que se muerde el ombligo. Sin embargo, en lo que a humor respecta, salvo momentos muy hilarantes puntuales, Ampliación del campo de batalla cojea muchísimo. Es necesario saber leer entre líneas con mucha concentración y calma. Bueno, eso y tener un buen estómago. Porque la novela es una serie de sacudidas tras otra y a mí, en lo personal, me ha dejado muy mal cuerpo. Si bien creo que el objetivo era precisamente ese, agitar al lector contra sí mismo y hacerlo consciente y partícipe de sus miserias y sus no-miserias. Quien tenga una situación parecida a la del narrador tendrá problemas, además, para identificar en todo el relato esa sátira que pretende Houellebecq. Y, claro, eso es un aspecto problemático para depende qué lector. Ampliación del campo de batalla puede acabar cultivando la misoginia y el autodesprecio en este lector, que puede encontrar las respuestas a sus problemas en las resentidas y desquiciadas teorías del narrador.
Más allá de esto tengo que decir que la obra no presenta la estructura más sólida del mundo. Centra la mayor parte de la trama en la mitad. Tiene un inicio difícil por la naturaleza del personaje y un final que se desintegra gradualmente sin golpes de efecto. Lo más destacable, a mi parecer, es la relación que establece el narrador con Tisserand, un compañero de trabajo extraordinariamente feo, pesado y virgen. ¡El estereotipo del informático nerd, vaya! Tisserand es lo más parecido a una amistad para el protagonista, pero no se librará de todo el odio regurgitado de este. Acabará pasándole factura dejarse guiar y sucumbirá a ese entusiasmo adolescente por la autodestrucción. Marchito como si la ponzoña lo hubiera fagocitado, Tisserand no volverá a ser el mismo. El protagonista, tampoco.
"Siempre serás huérfano de esos amores adolescentes que no tuviste. En ti la herida ya es muy dolorosa; pero lo será cada vez más. Una amargura atroz, sin remisión, que terminará inundándote el corazón. Para ti no habrá ni redención ni liberación. Así son las cosas. Pero esto no quiere decir que no tengas ninguna posibilidad de revancha. Tú también puedes poseer a esas mujeres que tanto deseas. Incluso puedes poseer lo más valioso que hay en ellas. ¿Qué es lo más valioso que hay en ellas, Raphäel?"
Para resumir, una novela peculiar, pero no disfrutable para cualquiera. Incluso yo mismo si hubiera leído esto en otro momento de mi vida lo habría entendido en una dirección opuesta. Estructuralmente es algo floja y con un personaje que a ratos da pena, a ratos lo entiendes y a ratos quieres acribillar a balazos. Si bien como crítica puede funcionar, no digo que no; es necesario un lector inteligente, analítico y dispuesto a meterse en estos berenjenales. No sé, aunque sea un libro disfrutable en cierta medida, esperaba mucho más de un autor tan venerado en Das Bücherregal por Cities. (¡Se lee hasta la poesía el tío! ¿Quién tiene huevos de hacer eso hoy? ¡Nadie! ¡Solo los masoquistas y los espíritus libres!) Como no me suelen fallar sus recomendaciones, estoy ante una situación atípica. Si bien es verdad que Ampliación del campo de batalla no lo tiene reseñado y creo recordar que en alguna ocasión (un top de lecturas del año, ¿puede ser?) dijo algo así como que resulta una decepción enorme. Lo ha sido, Cities. Lo ha sido. Por el contario, tenéis reseñas superentusiastas por ahí, como la de Francesc Bon en Un libro al día o la de Keren Verna en su blog personal. En ellas se destacan todos los aspectos buenos de la obra, los cuales son muchos, desde luego. Sin embargo, creo necesario resaltar también lo malo, lo mejorable y lo poco convincente.
PD. Aprovecho para comunicar que esta será la última reseña del año. La próxima entrada que podréis leer por aquí será una recopilación de libros recomendados por un servidor. O lo que es lo mismo, una selección de mis libros favoritos del año. Eso será la semana próxima. Hasta entonces cuídense, coman con moderación y lean mucho. Namasté.
Dirás lo que quieras pero ha sido leer tu reseña y entrarme unas ganas incontenibles de releerlo. Lo cierto que es cuando leí 'Ampliación del campo de batalla' ya había dado cuenta de varias novelas de Houellebecq. Al hacerlo mucho después de 'Plataforma', que sin duda es mi favorita, esta me supo a bastante poco. De todas formas sigo pensando que Houellebecq es lo mejor que le ha pasado a las letras francesas en los últimos 50 años, y si todavía sigues teniendo confianza en mis recomendaciones, vuelve a intentarlo con él. Por cierto que me ha encantado que me etiquetes de masoquista y espíritu libre por leer hasta la poesía de este autor, ¡te ha quedado fantástico! Deberías saber también que he seguido también sus incursiones en el cine, desde las adaptaciones de varios de sus libros hasta sus propios pinitos como actor y director. ¡Larga vida a Houellebecq!
ResponderEliminarPor supuesto que tengo confianza en tus recomendaciones, Cities. El libro, a pesar de las numerosas pegas encontradas, me ha gustado. Lo cual no quita que esperase más de él, por supuesto. Apunto "Plataforma" para el 2019. Aunque mi lista de pendientes para este año va a ser un Everest a este paso, espero encontrarle un hueco.
EliminarLo de masoquista y espíritu libre, aunque es un poco por hacer la broma, creo que queda justificado si el tipo es igual de deprimente y crítico tanto en verso como en prosa. Eso sí, ¡lo de los películas está a otro nivel! Tienes una fortaleza moral de aúpa, Cities. Verdaderamente encomiable.
Para Cities "deprimente y crítico" es de las mejores cosas que se pueden decir de un escritor, junto a "se caga en el amor" y "sus personajes no pueden estar más en la mierda".
ResponderEliminar¡Lucas, joven padawan, seguir no debes el camino del lado oscuro!
(Aunque es cierto que "Plataforma" está muy bien. Si no te gusta puedes desistir con Houellebecq.)
Maestro gon, tomo tu consejo y agradezco tu comentario y tus enseñanzas.
Eliminar¡Larga vida a la República!
Gensanta, Gon, parece que me has parido, ¡yo mismo no podría haberlo explicado mejor!
EliminarX'DDDDDDD
Hola. A mi me fascinó la novela por la mirada del personaje. Y hasta busqué unas entrevistas al autor. Entendí un poco mejor esa necesidad de criticar pegando donde duele. Aunque viéndolo me pareció que se había creado también un personaje como Bukowski de sí mismo como escritor.
ResponderEliminarEs uno de los autores que tengo que seguir leyendo, y creo que haré como Cities. Aunque no sé si me atrevo tanto con las películas.
Y es interesante lo que contás sobre la determinación. Justo hace unos días discutí el tema con una colega que decía que un joven robaba porque nació en X familia y que no podía cambiar, que no podía elegir, que nunca pudo elegir. Esta visión determinista social es bastante terrible porque todos terminan siendo víctimas.
Por eso me encantó la novela, mirá todo lo que podemos discutir.
Gracias por incorporarme en tu entrada. Besos y espero la recopilación.
La visión de nosotros mismos como productos sociales sin remedio es una forma más de torturarnos porque sí. No soporto a las personas así y creo que por eso mismo se me atraganta tanto el protagonista de esta novela, porque, a pesar de que tiene observaciones muy inteligentes sobre el mundo en el cual vivimos y el sistema de relaciones humanas, todo lo que dice o piensa está filtrado por ese resentimiento hacia los demás y ese vaivén agotador entre su escasa autoestima y sus aires de falsa superioridad moral. Sin embargo, el tipo no deja de ser muy humano por todas esas ganas de socializar y de aislarse al mismo tiempo que tiene. Como dices, al final alguien que piensa como el narrador no es más que una víctima (de sí mismo, ¡ojo!, pero una víctima) que acaba arrastrando a otras. En la historia que cuentas, el ladrón y los atracados. En el libro, el narrador y Tisserand. Eso sí, nunca debemos justificar las acciones de las personas completamente por el lugar en el cual nacen y se crían porque le estaríamos dando la justificación que tanto quieren. Es olvidar el libre albedrío y restarle la responsabilidad que en el fondo esas personas deberían saber que tienen sobre sus actos. No son niños. De la misma forma, ignorar totalmente su contexto y juzgarlos en la ausencia de este, es también un error y puede avocar una toma de decisiones sin piedad ni compasión. Es necesario un término medio y análisis muy exhaustivo de cada situación.
EliminarPor otro lado, de Bukowski no he leído nada porque lo tuve en mis años de carrera hasta en la sopa. Todos hablaban de Bukowski en la facultad. Se recitaban poemas suyos en las Jam cada sábado, y a mí no me gustaban. Me daba la sensación de que me estaban vendiendo la imagen del tipo como la de un borracho que escribía sobre sus aventuras de borracherías y me pareció muy poco profesional y falto de técnica. Creo que es necesario aspirar a escribir más allá de nuestra rutina diaria y de nuestros ambientes de confort.
Comparte con nosotros esas entrevistas si puedes para echarle un ojo, Keren. Podrían merecer la pena y quizás me convenzan para seguir con Houellebecq, al menos con 'Plataforma'.
Gracias a ti por pasarte y dedicar parte de tu tiempo a comentar. Imagino que ahora con el doctorado y las Navidades estarás ocupadísima. Yo no daría a basto, la verdad. Un abrazo y felices fiestas.
Qué casualidad, Lucas, también yo he leído hace poco esta novela y, curiosamente, estamos en las mismas: Ampliación del campo de batalla nos ha gustado, pero, al mismo tiempo, se nos ha quedado corta.
ResponderEliminarEn mi caso, creo que es porque la reseña de Francesc me puso unas expectativas altístimas. Y repito, la novela me ha gustado, pero siento que le faltaba algo, y algunos de sus pasajes se me hicieron tediosos a más no poder. Pero bueno, teniendo en cuenta que es la ópera prima de Michel Houellebecq, creo que "Ampliación del campo de batalla" tiene mucho mérito.
Es muy buena novela, pero yo creo que cojea argumentalmente tanto al inicio como al final. Eso y que el personaje, a veces, es un tanto desesperante. La segunda parte, por ejemplo, con la relación entre el protagonista y Tisserand me parece brutal y creo que hubiera quedado mejor el ritmo narrativo de la obra completa si esa parte se hubiera ampliado a costa de las demás, pero eso ya son gustos y supuestos.
EliminarEso de decpcionarnos nos pasa por ir con esas espectativas altísimas. Sin ellas, seguramente 'Ampliación del campo de batalla' nos habría parecido mucho mejor. Me queda la duda: ¿le harás contrarreseña?
No, la verdad. La reseña de Francesc me parece justa y equilibrada. Ciertamente, me puso las expectativas altísimas, pero creo que el margen de entusiasmo que hubiera separado su valoración de la mía es meramente cuestión de gustos. Porque, como bien dices, coincidimos todos en que es una muy buena novela.
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