lunes, 17 de diciembre de 2018

Pobres gentes, de Fiodor Dostoievski



Siempre me ha entusiasmado mucho la maestría y la figura del clásico del Realismo Ruso. Fiodor Dostoievski es un autor que no necesita presentación. Es conocido a nivel mundial por obras como Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov, aunque muy posiblemente, y a pesar del éxito en la fecha de su publicación, esta que es su primera novela sea de las menos conocidas. Y, sin embargo, tiene una importancia capital en la historia de la literatura. Pobres gentes (o Pobre gente, según la traducción) fue escrita a comienzos de los años 1840s y nada más salir a la luz fue reconocida por la crítica de su país como la primera novela social contemporánea. 

Trata sobre la relación de amistad entre Makar A. y Varvara D., dos peterburgueses que sobreviven como pueden a las inclemencias de la vida, que aprieta pero no ahoga. Aunque reside el uno al lado del otro, se sinceran, o tratan de sincerarse, a través del intercambio de cartas, pues andan (sobre todo el desconfiado Makar) constantemente preocupados por el qué dirán los demás si los llegan a ver juntos. Makar es un anciano destrozado por los continuos embates del frío peterburgués, su escasa educación  y el fracaso de las numerosas aspiraciones de su vida. Es, además, un borracho triste que cree haber encontrado un motivo para redimirse en la figura luminosa de Varinka (diminutivo cariñoso de Varvara), a quien idolatra y colma con todo tipo de regalos que no se puede permitir con su mísero salario de copista. Duerme en una habitación acondicionada en la cocina de un pequeño y lúgubre apartamento atestado de almas igual de desgraciadas que él, entre las cuales la enfermedad, el ninguneo y la muerte son los platos principales del día a día. Sin embargo, persigue en todo momento mantener intacto su honor y de darle a Varinka una imagen positiva, mintiéndole tanto a ella como a sí mismo cuando considera oportuno, hasta el punto de resultar tristemente cómico y ridículo. Uno de los mejores ejemplos de esto podríamos encontrarlo cuando describe su habitación:

"Yo vivo en una cocina, o, mejor dicho..., ya se lo figurará usted: contiguo a la cocina hay un cuarto (debo decirle a usted que la tal cocina está muy limpia y es muy clara y apañadita), un cuartito muy chico, un rinconcito muy discreto... o, mejor dicho, que lo será, la cocina es grande y tiene tres ventanas, y paralelo al tabique me han colocado un biombo, de modo que resulta así un cuartito, un número supernumerario, como suele decirse. Todo muy espacioso y cómodo, y tengo hasta una ventana, y lo principal, que..., como le digo, todo está muy bien y muy confortable. Este es mi rinconcito. Pero no vaya usted a imaginarse, hija mía, que yo lo diga con segunda intención, porque, al fin y al cabo, ¡esto no es más que una cocina! Es decir, hablando con exactitud, yo vivo en la misma cocina, solo que con un biombo por medio, pero esto no significa nada. ¡Yo me encuentro aquí muy contento y a gusto, en completa modestia y placidez!"

Makar está obsesionado por darle a Varvara una buena imagen de sí mismo y eso es porque, a pesar de la diferencia de edad, la ama secretamente y eso es algo que no puede camuflar por más que se empeñe en ello, por más que quiera disimular su interés romántico como un cariño paternal. Esto, por supuesto, lo sabe Varinka, quien recrimina una y otra vez a Makar por el exceso de atenciones hacia ella, aunque al mismo tiempo podríamos decir que se aprovecha, a todas luces, de él y su necedad, pues continúa carteándose con el viejo y pidiéndole de vez en cuando dinero y objetos de valor, a sabiendas que el copista no sería capaz de negarse. Vemos, como digo, en Varvara a una chica con una infancia dura y con pocas satisfacciones; que ella misma relata, y durante la cual no le quedó más remedio que espabilar y desarrollar su ingenio para sobrevivir, acercándose su personalidad hasta cierto punto al de esa femme fatale tan característica de otras novelas de Dostoievski. Con fuerza me viene a la mente la Polina de El jugador, aunque, por supuesto, hay muchas otras. Esta astucia no la hace Dostoievski innata, sino producto necesario del sistema feudal capitalista en el que estaba inmersa la Rusia de su tiempo y en el cual las mujeres pintaban muy poco y eran constantemente atacadas tanto por ellas mismas como por los hombres. La limitación de derechos, el hambre, el frío y el desvalimiento legal volvían necesario el brotar de esa astucia, la cual venía muchas veces acompañada por la infelicidad, la impotencia, el trabajo hasta el agotamiento e, incluso, un doloroso sentimiento de culpabilidad. 

"¡La desdicha es una enfermedad contagiosa, amigo mío! A los pobres y a los desgraciados deberían tenerlos lejos los unos de los otros para que no se agravasen mutuamente sus miserias. Yo le he proporcionado a usted un contratiempo cual nunca lo experimentó tan grave en toda su vida. Esto me atormenta y me quita todo brío."

Pobres gentes fue una obra muy querida durante el período soviético de Rusia porque ponía sobre relieve las inconsistencias del sistema anterior, donde quien nacía pobre moría pobre y donde los intercambios de miembros entre las distintas clases sociales eran más bien escasos. De esta forma, no es de extrañar que sirviera como modelo para buena parte de la narrativa del Realismo Soviético, desde el cual se quiso defender a Dostoievski en todo momento como uno de los primeros revolucionarios comunistas. Si bien habría que destacar que Fiodor, por regla general, normalmente se limitaba a bosquejar el problema y a ponerlo sobre la mesa, no decantándose por ninguna solución, y haciéndolo derivar de una serie de fallas dentro del sistema sociocultural en el cual se halla inserto, sí que había simpatizado con el comunismo en su juventud, antes de renunciar a él y previamente a la redacción de su extensa obra. La corrección dolorosa del pobre, la encuentra Dostoievski en el desinterés con el que el rico hace rechinar sus rublos. La única salvación posible es la esperanza en un acto estrafalario del gran burgués y terrateniente que acude a los barrios más pudientes de San Petersburgo para buscar una bella esposa, para encontrar un florero elegante que acceda a renunciar a su honor.

"Al contestarle yo que usted había hecho por mí cosas que no se pagan con dinero, díjome que eso era absurdo; que esas cosas están bien en las novelas; que yo soy joven todavía y miro la vida a través de los libros; pero que las novelas solo sirven para inculcarles a las muchachas ideas extravagantes, y en general, según él, los libros solo conducían a corromper las costumbres, por lo que él no podía sufrirlos. "

Aunque creo haberlo comentado ya previamente, el teórico de la literatura posformalista Mijail Bajtín sentía un especial interés por la obra de Dostoievski y trabajó durante muchísimos años para reivindicarla, pues durante las primeras décadas del siglo XX la crítica tenía la impresión de que Fiodor era un mal escritor debido a las continuas contradicciones en las que incurrían sus personajes. Y es que, pensándolo bien, solo en esta novela hay lo que puede parecer una barbaridad: Varinka recrimina a Makar sus atenciones, pero le pide continuamente más y más; Makar detesta a su "amigo" escritor, que se burla de él y su incultura una y otra vez, pero al mismo tiempo lo admira y sigue asistiendo a sus veladas; Makar le recrimina a Varinka el montón de regalos que le está haciendo y que le están dejando paupérrimo, pero prosigue con ellos, a pesar de las numerosas deudas, el frío y el hambre, y las negativas de ella; ella se siente culpable por aprovecharse de la estupidez del viejo, pero continuará con su juego hasta encontrar a alguien más rico; él habla también de cariño paternal hacia la joven, pero el lector no es tonto y conoce del interés sentimental del anciano, quien ve realmente esos regalos como una inversión; etc. Numerosas fuerzas se entretejen dentro de los personajes, numerosas voces que dialogan y luchan por sobreponerse, lo cual consigue vertebrar a personajes con caracteres muy humanos.

El primer párrafo destacado puede servirnos de perfecto ejemplo. De hecho, era uno de los que empleábamos en la universidad para explicar la idea bajtiniana de "dialogismo interno", que vendría a poner un nombre a ese concepto de lucha de voces dentro de los mismos personajes. Lo curioso y lo poderoso de Dostoievski no es solo la lucha permanente de las voces de sus personajes y de su indecisión, sino el diálogo que los mismos personajes establecen con sus pares a través de la anticipación. Cuando Makar describe su cuarto, nos es imposible imaginar un espacio más incómodo, sucio y diminuto. Makar es consciente de su destinatario y, tratando de no mentir y al mismo tiempo quedar bien con su Varinka, rápidamente se anticipa a esa sensación de sordidez que la descripción del lugar, tal cual él lo ve, va a despertar e intenta, entonces, venderlo como un espacio agradable eligiendo muy bien adjetivos y expresiones completamente opuestos a los dictados por toda lógica: clara, limpia, apañadita, cómodo, espacioso, contento, plena modestia y placidez,...  Son estos detalles los que hacen que Dostoievski sea un clásico de la literatura y todo un maestro a la hora de redactar historias. Hay un gran respeto aquí por los personajes y por el tipo de discruso escogido. El escritor se introduce en la piel de sus personajes y desde ella selecciona hasta la última palabra, entendiendo en cada ella un engranaje capaz de propulsar el texto. El trampantojo del realismo está construído con total minuciosidad y el nivel al cual podríamos profundizar en la prosa de este señor parece no conocer límites.



2 comentarios:

  1. Hola, no la leí así que me la apunto. Se agradecen las explicaciones sobre la escritura del autor y sobre el contexto de la obra, me gustan mucho estas novelas donde uno puede reflexionar sobre los procesos sociales como la desigualdad.
    Espero la reseña de "Ampliación del campo de batalla". A mí me gustó muchísimo. Besos y buenas lecturas.

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    1. Es muy buena novela, aunque luego fuera eclipsada por otras mejores. Sobre el libro de Houellebecq tengo sentimientos encontrados, pero ya lo leerás en un par de días.

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