¿Qué es la felicidad? Esta es una pregunta compleja y de difícil respuesta porque cada quien puede definirla de manera diferente. Depende mucho de la circunstancia histórica, del contexto cultural, social y de la identidad que tengamos asumida nosotros mismos, así como de la forma en la que nos perciben las personas de nuestro entorno, las apreciemos o no. Es una gran pregunta que ha tratado de abordar las distintas corrientes filosóficas en multitud de ocasiones y que ha dado una exagerada cantidad de ensayos que especulan alrededor de ella, pero que también ha degenerado en pretenciosos libros de autoayuda, que, sin mala intención la mayoría, han resultado casi siempre una completa estafa. Y esto se debe a que la felicidad plena es difícil o cuasi imposible de lograr, pues el ser humano tras alcanzar un logro no suele conformarse. Necesita nuevas metas para crecer. Siempre hay metas máximas y sueños incapaces de alcanzar por resultar demasiado pretenciosos para nuestras aspiraciones. La felicidad no dura porque la vida tampoco lo hace. Todo tiene fecha de caducidad. Nuestro cuerpo cárnico la tiene. Nuestra juventud. Nuestra salud. Nuestra fortuna. Nuestros amores. Y también nuestra felicidad.
La felicidad suele estar ligada a múltiples aspectos que los seres humanos consideramos positivos. Aquí entra el criterio subjetivo. Y el mito de que se puede ser feliz con poco, siempre que no se pasen necesidades, no está tan lejos de la realidad. Se puede ser infeliz con mucho, si lo que lo que se posee se considera insuficiente. Por ello remarco la subjetividad de la pregunta. ¿Qué es ser feliz? Estoy seguro de que desde la ciencia se pueden dar algunas respuestas a raíz de distintas hormonas que segregan nuestras glándulas, pero no van por ahí las inquietudes del protagonista de esta novela: el idiota.
Historia de un idiota contada por él mismo no puede reflejar mejor en su título el contenido de sus páginas. El protagonista es un hombre que renuncia a vivir para investigar. Quiere asir científicamente desde todos los prismas del conocimiento al que puede llegar con sus limitaciones como mortal el contenido indescifrable y críptico de la felicidad. Prueba en la ciencia, pero entiende que la frialdad requiere de alma. Piensa en el cuerpo y en el deseo carnal, pero esto le lleva a una serie de problemas. Se refugia en la lectura del existencialista más citado del siglo XIX: Dostoievski. Y también fracasa. Pasa por jaranas, por juergas sin control y solo logra ser tachado por los demás, perder su empleo y no ser feliz ni un ápice. Lo intenta en el amor. Busca en la filosofía. Y finalmente en el arte. Y así pierde su vida lastimosamente. Se vuelve una mezcla entre héroe romántico y cínico positivista.
Sin embargo, no pierde su sentido del humor. Su gracia. Esa que le da un toque especial a este libro y que no lo termina de volver tedioso. Porque, no voy a engañar a nadie, se trata de una novela breve, pero con un estilo excesivamente pedante, aún cuando este es empleado por Azúa para satirizar los círculos sociales y culturales más elevados, con sus jergas neologísticas y sus costumbres de elite castiza y, en ocasiones, demasiado rancia. Y este es un elemento que puede echar para atrás a los lectores. La evolución de la obra va de la pura comedia a la tragedia exagerada del Romanticismo. Los sucesos son escasos, pero hay mucha reflexión y algunas ideas que ni se me habían ocurrido jamás. Por poner un ejemplo, Azúa dedica una página a reflexionar sobre la estima del enemigo en la literatura occidental. Con enemigo se refiere a aquel personaje o institución que en una obra representa la ideología opuesta a la que defiende el autor de la misma. Pues no olvidemos que todas las obras están plagadas de ideología, sea cual sea. Los grandes escritores siempre se han mostrado respetuosos, aunque no comulgaran con los principios de sus oponentes, dándoles dignidad a sus antagonistas. Pues ideas así tenemos unas cuantas en la novela. Por ello, aunque tengo mis reticencias con ella, considero que su lectura ha sido de provecho.
Lean mucho, coman con moderación y namasté.
Me llama peeero eso de "excesivamente pedante"...mmmmm XD XD XD. Habrá que analizarlo con la posterior lectura que le daré, gracias por la reseña
ResponderEliminarEra un novísimo. Creo que lo de pedante lo llevan en la sangre.
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