martes, 3 de noviembre de 2020

El festival de la matanza, de Lou W. Morrison

 


Hace unos meses reseñé aquí Jóvenes guerreros, del escritor español Lou Wild. Hoy vuelvo a la carga con su recientemente publicada colección de relatos de horror, titulada El festival de la matanza. Se trata de una pieza con dieciocho relatos muy breves donde se aprecia la diferencia profunda entre el terror y el horror. Algunos de los mismos podrían incluso considerarse de horror extremo o splatterpunk por su violencia gráfica y la descripción sin tapujos de evisceraciones y muertes sangrientas de todo tipo. 

Pero antes de hablar de los textos conviene hacer una distinción clara entre terror y horror. Ann Radcliffe distingue terror de horror, aunque admite que suelen ir de la mano. El terror se centra en la construcción de una atmósfera espeluznante, que advierte al lector o espectador de que puede esperarse lo peor. Se trata de los momentos de tensión previos a la aparición del monstruo, ya sea este humano (asesinos, violadores, psicópatas, etc.) o humanizado (vampiros, hombres lobo, zombis, etc.). Por su parte, el horror deviene del momento de pánico que genera el encuentro con el monstruo, independientemente de que se haya dedicado un gran espacio a la construcción de dicha atmósfera. Por ello, la autora inglesa determina que el horror es una sensación imperiosa que se sucede tanto en el susto como en la persecución y ejecución (cuando la hay) de los personajes. El horror suele ir de la mano con la repulsión, la cual se suele evitar en buena parte de las obras de este género por considerarse un salvoconducto fácil con una finalidad de escandalizar. Puesto que la atmósfera de El festival de la matanza es solo sugerida y se pasa de diálogos de lo más cotidiano a situaciones bizarras y escalofriantes, donde lo monstruoso se presenta desdibujado y acomete contra los protagonistas, podemos afirmar que estamos ante una obra netamente de horror. 

Cabe destacar, además, que la gracia de El festival de la matanza reside en la interconexión de los relatos. Estos se presentan bajo el mismo escenario: una casa deshabitada donde se está rodando una extraña película de serie B de horror erótico, donde hay vísceras por el piso y pechos femeninos a partes iguales. A medida que se van sucediendo los asesinatos en cada relato (durante las diez simbólicas jornadas del rodaje), el miedo va creciendo entre los que permanecen en la casa y que acabarán enloqueciendo tarde o temprano por el influjo de un poderoso ente sediento de sangre. No obstante, la autoridad de Joe, productor y director del filme, impedirá que se cancele el periodo de grabación y que todos permanezcan callados para disimular lo que verdaderamente ocurre dentro de la vieja mansión.

Los relatos están plagados de referencias a asesinos en serie reales o imaginarios y hay en ellos un uso estético de la antropofagia y del sexo lésbico, lo cual, por otra parte, es habitual en el autor si analizamos sus obras previas. También vuelve a aparecer el recurso musical del universo del rock and roll, como ocurría en Jóvenes guerreros. Sin embargo, aquí los temas son solo sugeridos y parte de la letra no es calcada en el relato, lo que considero un acierto, puesto que podía llegar a hartar y detener el ritmo. Y con esto llego al tema del ritmo mismo. El festival de la matanza es una obra rápida de leer, por su acción ágil y trepidante. Sus historias son las pequeñas dosis del horror que los entusiastas del género necesitamos.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Lou Wild en esta esquina: Jóvenes guerreros


2 comentarios:

  1. Me gusta cuando es algo corto y bueno, seguro que hay títulos regulares, otros así no más y algunos muy buenos o espectaculares. Lo bueno es que en la obra siempre hallas alguna joyita que te lleva a otros y así. Muchas gracias por la reseña

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincido contigo en que lo bueno breve, dos veces bueno. Gracias a ti por pasarte y comentar, Scabbers.

      Eliminar