jueves, 23 de julio de 2020

Padres e hijos, de Iván Turguénev




Iván Turguénev es reconocido por la mayoría de los filólogos rusos como el novelistas más europeo dentro del Realismo decimonónico del país de los zares. No por nada, pasó buena parte de su vida viajando y escribiendo artículos en los que defendía toda clase de ideas progresistas para su país. Entre ellas podemos encontrar la de la liberación de los siervos, que finalmente se haría efectiva en 1861. Se dice que el propio zar Alejandro II actuó movido por la fama y la claridad de los textos de Turguénev. Para que veáis que la literatura puede servir como herramienta política para cambiar las fallas y los abusos de determinados sistemas.

Padres e hijos se publicó en el momento justo de ese cambio tan crucial para la sociedad rusa de su tiempo. Aunque este dato histórico puede parecer nimio, bajo él se escondía todo un iceberg de nuevas formas de pensar importadas principalmente de Alemania y que se materializó en Rusia con el nombre de nihilismo. Los jóvenes nihilistas, aun procediendo de buena familia, las repudiaban y se negaban a acatar cualquier autoridad que no viniera dada por las directrices de la ciencia. Todo lo que simbolizaba el tradicionalismo para ellos era vacuo y no merecía atención alguna. El sistema debía cambiarse para ellos, pero solo porque lo veían anquilosado en unas maneras que mantenían cierto deje feudal donde la aristocracia obraba con paternalismo sobre el resto del pueblo. En la novela, la figura que representa a esta nueva ola joven, que había cursado estudios en el extranjero y admiraba a los catedráticos germanos, es Yevgueni Bazárov.

Sin embargo, decir que Bazárov es solo eso, un arquetipo, es del todo simplista. Bazárov es mucho más y, de hecho, puede que ni siquiera se corresponda con esa figura representativa, sino más bien con una caricatura. Es cierto que cuando se publicó Padres e hijos, la crítica atacó a Turguénev y algunos le acusaron de lamerle los pies a este personaje y a sus ideas. No obstante, por otro lado, los propios jóvenes nihilistas se mostraron descontentos con la imagen que Bazárov daba de ellos. Y esto es lógico si nos atenemos a los siguientes motivos:

1) El nihilismo es una corriente filosófica que rescata la duda metódica para afirmar que nada es seguro, ni tan siquiera el yo o lo que puede conocerse. De ahí se puede extraer que los principios y valores que adquirimos como sociedad y que la mantienen, pudiéndonos parecer más justos o aberrantes, no tienen por qué mantenerse eternamente ni son intrínsecos al ser, ya que derivan por convención social. Por ello, un personaje como Bazárov, que se autodenomina a sí mismo como nihilista, pero que luego presenta una serie de actitudes propias de su origen social y de su condición como varón heredero de una importante finca, por muy común en la época que pudiera ser, no era, en absoluto, el ideal de este movimiento. Bazárov critica las formas refinadas de la aristocracia y la forma en la que tratan a los siervos, pero al mismo tiempo los insulta en presencia de su amigo Arkadi. No cree que estén preparados para valerse por sí mismos.

2) Bazárov no solo tiene interiorizados valores de la aristocracia en la que se ha criado, sino que también tiene interiorizados principios propios de un pensamiento machista. Esto le lleva a tratar a las mujeres como si fueran personas de segunda con las que no merece la pena detenerse nada más que para cortejarlas. Esto se puede ver claramente ante la negativa del personaje de visitar a cierta dama porque, aunque pudiera tener una interesante conversación, no era agraciada físicamente, o así se le hizo entender otro personaje.

3) Paradójicamente, el nihilismo de Bazárov se pierde cuando se enamora de Anna Sergueiyevna Odintsava. Se siente así mismo humillado por dicha atracción, que no puede evitar y que es del todo imposible debido al carácter de ambos. Durante este tiempo, su preocupación deja de ser la ciencia y pasa a ser esta joven viuda. Los nihilistas, que se veían a sí mismos como los herederos de los antiguos estoicos, se encuentran con que el héroe que les representa en la literatura vende todo su trabajo por la mano de una mujer. Obviamente, no podían tolerarlo.

4) Por último está el hecho que hace de Bazárov un personaje tan repelente, tan insoportable. El personaje ha acabado recientemente la carrera de medicina, pero se niega a trabajar como médico rural y ayudar a los demás porque, según él y los que lo idolatran, tiene planes superiores. Para no acatar ninguna autoridad y despreciar la aristocracia, su discurso y sus formas son bastante elitistas. No valora a nadie que no tenga un bagaje cultural detrás de él y comulgue, al completo, con sus ideas.

Por supuesto, hay una evolución en el personaje que hace que en los compases finales de la obra no resulte tan odioso. Incluso diría que despierta compasión el final agridulce de Padres e hijos.

Más allá de Bazárov y, como podéis deducir por el título de la novela y por todo este despliegue ideológico, Padres e hijos versa sobre los conflictos generacionales. Por lo que antes de seguir hablando de los hijos, conviene hacerlo de los padres. Estos muestran todo su cariño y toda la comprensión de la que son capaz a Arkadi y a Bazárov, aunque muchas veces los hijos lleguen a avergonzarse. Sin embargo, como hay dos modelos de hijos también hay dos modelos de padres.

Por un lado tenemos a Nikolai Petrovich Kirsianov, padre de Arkadi, un hombre sencillo que ama locamente a su hijo, pero que es un patán gestionando su hacienda. Se considera a sí mismo progresista, pero por más afable que pueda parecer, no lo es. A pesar de que sabe qué es lo correcto de cara a las personas que lo rodean y que dependen de él, se niega a aceptarlo. Posterga la boda con la sierva menor de edad con la que ha tenido un hijo por el "qué dirán" de los terratenientes vecinos. De aquí se puede sacar una lectura interesante. Fenechka, que así se llama la adolescente, no está enamorada de Nikolai y, de hecho, el propio Nikolai tampoco está enamorado de Fenechka, simplemente la mantiene porque un santo día decidió violarla. Esta era una práctica muy común en el siglo XIX en contextos como este y no debería ser alarmante en absoluto. De hecho, Turguénev no le da mayor importancia y al final Nikolai y Fenechka parece que terminan queriéndose. Sin embargo, yo leo este texto desde el siglo XXI y es lógico que me impacte y que contribuya a enturbiar esa visión de viejecito afable y cariñoso con su hijo que tiene durante toda la obra. Con "su hijo" me refiero a Arkadi, que es el que vuelve de San Petersburgo de estudiar con Bazárov y es el que tiene verdadero protagonismo, no al otro. Al otro se le ve darle la mano al final y poco más.

Luego está el padre de Yevgueni Bazárov, Vasili Bazárov. Lo cierto es que este señor aparece bien poco y es más un instrumento ideológico de Turguénev para construir a nuestro médico no-médico que un personaje en sí. Cuando Arkadi y Yevgueni viajan a la casa familiar del segundo se puede apreciar el desprecio que tiene por su padre, lo cual no se produce entre la pareja anterior. Vasili es un hombre que tiene poco que ofrecer a su hijo; no tiene para darle una herencia como Nikolai a Arkadi. Esta situación obliga a Yevgueni a ejercer, algo que él detesta, puesto que quiere dedicarse a la investigación y a gorronear de casas ajenas. Por ello, hay un profundo resentimiento que le ha llevado a desarrollar toda su imagen pública y su parafernalia de tipo interesante con el fin de que los demás se olviden de que procede de una familia, que, si bien no es humildísima, no puede compararse con la de sus compañeros de conversación.

Los hijos se constituyen como esa fuerza inexperta, pero inexorable, dispuesta a girar la rueda del cambio. No obstante, al final su intervención en los sucesos importantes no provoca ninguna alteración en el sistema. Arkadi encuentra su camino y acaba gestionando la hacienda con sus siervos y Bazárov, desde luego, no se vuelve un científico famoso. El sistema sobrevive a los embates de la marea nihilista, que queda ridiculizada por su falta de orden e impulsividad. Los hijos hacen las paces con sus padres y lo viejo y lo nuevo se complementan, aunque sigue predominando lo viejo sobre lo nuevo. 

Lean mucho, coman con moderación y namasté.


7 comentarios:

  1. Te aplaudo. Me admira que seas capaz de analizar los temas de una novela de esa forma. Yo soy incapaz.

    Con decirte que de "Padres e hijos" lo que más se me quedó fue una escena en la que varios personajes conversan en un salón y de pronto entra una galga (creo recordar que era hembra) y el narrador menciona el ruido de las pezuñas en el suelo de madera... Ese ruido es lo que atesoró esta cabeza de chorlito que llevo sobre los hombros.

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    1. ¡Sí, la galga de Anna Odintsava! ¡Es hembra, es hembra! Fíjate tú que yo ya ni me acordaba del detalle, pero es cierto que esa escena existe.

      Gracias por pasarte y comentar. Y por los halagos, que no los merezco.

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  2. Fíjate que me fascina Turguéniev. Está entre mis favoritos, pero todavía no he leído esta obra. No sé si porque es la más famosa del autor y suelo ser un poco rebelde con la crítica, o quizás que no ha caído entre mis manos. Parece ser que destaca el tema social, y a mí lo que más me gusta en Turguéniev es cuando habla de sí mismo, de sus fracasos amorosos en la adolescencia, de su inocencia y de los descubrimientos de la hipocresía social... en fin, cualquiera que me lea pensará que se trata de un rollo macabeo, y en cambio para mí leer a Turguéniev es como una adicción. Supongo que has leído "Mi primer amor", una absoluta maravilla, o "Lluvias primaverales". No se deje engañar el lector por los títulos. Son lecturas prácticamente autobiográficas, un regalo que pocas veces recibimos.
    Saludos

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    1. Lo único que he leído de Turguénev es esta obra. Me apunto las otras dos.

      Gracias por pasarte y comentar.

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  3. ¡Gran crítica, Lucas!

    Padres e hijos es uno de los libros que más me impresionó.

    Lo que encuentro más interesante en él es el intenso conflicto en Bazárov (aunque a veces velado) entre su lado racional y su lado afectivo.

    Aunque parezca "científico", absolutamente "racional", Bazárov es rehén de los sentimientos que tiene por otras personas, es decir, nunca puede superarlos completamente. Y esto muestra el evidente defecto del nihilismo: una negación completa es imposible.

    En cuanto al final de la obra, lo interpreto como la coronación de una tragedia. Interpreto la obra, por cierto, como un crescendo de melancolía. El aislamiento de Bazárov, al final del libro, afecta a todos los que lo rodean: genera aflicción. Y él, en su obsesión técnica, permanece en una postura indiferente.

    La escena de la muerte de Bazárov, para mí, es una de las más fuertes de toda la literatura universal. Frente a su padre torturado por su martirio, Bazárov niega la confesión, negando también su propia importancia. Es la imagen del nihilismo destruyendo una dimensión humana.

    De hecho, es una excelente y muy importante novela.

    ¡Abrazos!

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    1. La verdad es que el descreimiento que hace Bazárov del nihilismo al final de la novela es brutal. Precisamente muere ante su padre, al cual había rechazado porque no quería convertirse en médico rural como él. Es innegable que el nihilismo tiene sus fallas, como muchas otras ramas de la filosofía. Obviamente no he comentado en la reseña cómo acaba por no spoilear a nadie que no haya leído la obra. Coincido contigo en que es el clímax de la obra y lo que más huella deja en el lector. Esta es una novela a la que tenía muchas ganas y va a mi lista de mejores lecturas del año.

      Muchas gracias por los elogios, por pasarte y comentar.

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