viernes, 26 de febrero de 2021

El amigo americano, de Patricia Highsmith

 


Continúa nuestra particular aventura en esta esquina con el mítico criminal monsieur Ripley. En este caso, Tom tendrá que hacer frente a la mafia italiana en una novela donde parte de la intriga se verá sustituida por un mayor predominio de la acción.

La historia en esta tercera entrega retoma a los personajes seis meses después de los sucesos acontecidos en La máscara de Ripley, por lo que la vida de su protagonista no ha cambiado tanto como de la primera a la segunda de las novelas. Eso sí, la muerte de Bernad Tuffts ha llevado a Tom a un callejón sin salida. Incapaz de mantener su estilo de vida, excesivamente costoso, decide ayudar a un viejo amigo, introducido también en la novela anterior: el astuto Reeves. Este es uno de los reyes del bajo mundo de Hamburgo y planea eliminar a la competencia italiana, pero para ello necesita a un hombre capaz de cometer un par de asesinatos con los que pueda engañar a las familias más poderosas de la ciudad para que se enfrenten abiertamente entre sí. Ripley tiene un nombre: Jonathan Trevanny. Él es un padre de familia enfermo de leucemia que podría entrar en un estado terminal en cualquier momento. Jonathan accederá a cumplir la misión que se le propone con la promesa de recibir cierto dinero que podría ayudar a su esposa e hijo después de un funeral que considera inminente.

Pero hay una pega, Jonathan no ha empuñado nunca un arma y no es una persona violenta. ¿De qué forma lo transformará Ripley en el matón que Reeves y él necesitan? La respuesta se halla en el miedo. No es que Tom o Reeves vayan a amenazarlo; su situación es lo suficientemente crítica como para que esto no sea necesario. A través de un rumor esparcido por el propio Ripley, Jonathan comenzará a pensar que le queda menos tiempo de vida del que quizás le queda y que matar a sangre fría a dos monstruos de la sociedad, como pueden ser esos mafiosos, a cambio de una mejor infancia y juventud para su hijo no suena tan mal. Esta es una novela sobre la capacidad que tiene un rumor de cambiar la estructura mental y el comportamiento de las personas.

Que buena parte de la misma (especialmente la primera mitad) se centre en Jonathan le otorga mucha frescura a la novela y vuelve a traerle al lector esa duda tan característica de El talento de Mr. Ripley. De nuevo, el lector se pregunta qué estará maquinando el americano, ese falso amigo que de alguna forma ha contribuido a la perdición de John. El enfermo comienza a actuar de manera extraña y su esposa sospecha de Tom, de sus intenciones hacia su marido. Sabe que Jonathan está en alguna especie de negocio sucio, pero no sabe el qué. Las relaciones entre ella, su esposo y Ripley serán el núcleo central de la novela, que se desarrollará a través de diálogos que nos recordarán a los del trío protagonista en El talento. El amigo americano mantiene la tensión hasta momentos previos al final de la obra y el lector espera verdaderamente que Ripley sea capturado de una vez por todas. Aún así, hay escenas que podrían haber sido más épicas de lo que realmente fueron.

Dicho esto, os espero el mes que viene con la cuarta entrega de la saga. Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Patricia Highsmith: El talento de Mr. Ripley, La máscara de Ripley, La celda de cristal



martes, 23 de febrero de 2021

Fiesta en la madriguera, de Juan Pablo Villalobos

 


Tochtli es el hijo de uno de los mayores narcotraficantes de todo México y es tratado por ello como una deidad, siendo colmado con todo tipo de caprichos. Sin embargo, su vida es brutalmente anodina y carece de cualquier tipo de contacto con otros niños de su edad. Solo en su imaginación sueña con ser un samurái y arrancar cabezas de un tajo como hicieron las guillotinas con los reyes de Francia durante la Revolución de 1789. Sueña con eso y con tener... ¡hipopótamos enanos de Liberia!

Con Fiesta en la madriguera, Juan Pablo Villalobos se estrenó como escritor. Es una pieza muy breve que tiene toda la bizarría (en el sentido castellano y anglosajón) que tanto lo caracteriza, con esos narradores extravagantes que viven en la más pura extravagancia y con esa crítica social que arremete profundamente contra la política de un México en el que lo extraordinario es la tónica de cada día. Yo no he leído a César Aira, pero, por lo que sé, Villalobos es un gran fanático de su prosa, y lo que conozco del argentino concuerda a grandes rasgos con el estilo del mexicano. De una situación más o menos realista comienzan a desprenderse una sarta de momentos inverosímiles, como si asistiéramos a una alucinación. La visión del niño es tratada con simpleza, pero, al mismo tiempo, es capaz de atemorizar al lector, puesto que carece por completo de inocencia. La muerte se vuelve, como en tantas otras novelas mexicanas, algo natural con lo que convivir hasta el punto de llegar a la indiferencia.

De fácil lectura, pero rápidamente olvidable. Fiesta en la madriguera no es el mejor libro que Villalobos haya escrito, pero al menos te entretiene y aprendes que el hipopótamo pigmeo existe en el mundo (en diminutos pantanos de Liberia, no en todos). Tiene pinceladas cómicas de la casa, algunas con mayor acierto que otras. Aún y con todo, sigue siendo mucho mejor novela que ese despropósito que ganó el Herralde:  No voy a pedirle a nadie que me crea.

Reseñas de otras obras de Juan Pablo Villalobos: Si viviéramos en un lugar normal, No voy a pedirle a nadie que me crea

viernes, 19 de febrero de 2021

Primera memoria, de Ana María Matute

 


Primera memoria es una novela que leí hace algunos años en uno de los varios parones de mi actividad en esta esquina. Como me gustó mucho y, aprovechando que quiero empaparme de literatura española para mis oposiciones, he decidido volver a ella. 

Tenemos una obra ambientada durante la Guerra Civil Española cuando la literatura dentro del país comenzaba a hablar sin demasiados tapujos sobre este atroz capítulo de nuestra historia. La protagonista es una adolescente llamada Matia, que nos narra su confinamiento en una isla balear durante el conflicto bélico. Allí reside junto a su todopoderosa abuela, que manda más en el pequeño pueblo que la alcaldesa; su tía Emilia, casada con un general franquista; y su primo Borja, hijo de Emilia y del general. Matia tiene a su padre en el frente, pero en el bando republicano, lo que le ocasiona un conflicto interno que aprovecha su primo para martirizarla y controlarla. Matia admira a Borja, pero también le teme. Sabe que es un hipócrita capaz de aprovechar su situación para cumplir sus deseos, un ser ambicioso, pero frustrado ante lo imposible, porque Borja no quiere ser hijo de su padre. Quiere serlo de un viejo enigmático que vive junto al despeñadero y que una vez fue famoso por surcar mil islas griegas y cosechar el mismo número de amantes.

En el pueblito de Matia y Borja viven también los Taronjí, una familia enfrentada cuyas dimensiones míticas recuerdan remotamente a los Buendía de García Márquez. José Taronjí fue administrador del viajero y se casó con una de las amantes de este. Puede que fruto de esa unión surgiera Manuel Taronjí y sus hermanos o puede que estos fueran hijos de Jorge, el mítico navegante. El caso es que son tratados como enemigos por los habitantes del pueblo. Todos les vuelven la espalda, salvo un debilitado Jorge, cuyas intenciones de cara a su ¿hijo? Manuel no están del todo claras. Sin embargo, Matia queda ensimismada de la fuerza y del carácter de Manuel Taronjí y poco a poco se va enamorando de su enigmática figura como Borja lo hace del viejo capitán.

Primera memoria es una novela de aprendizaje durante un momento tan turbulento como lo es la guerra, donde todo parecía estar permitido y donde se retrata la doblez de las acciones de quienes adquirieron el poder gracias al levantamiento. Los personajes sufren tensiones internas y mantienen continuos debates psicológicos consigo mismos, tomando decisiones duras y confiando en quienes no deben para sobrevivir en momentos difíciles. Todos ocultan secretos y estos son usados por el terrible Borja para obtener sus intereses y cobrarse sus venganzas, amparándose en todo el poder que le conceden las figuras de su neblinoso padre y de su inflexible abuela. Solo Matia actúa por piedad y cae en desengaño. Su impotencia, tan humana, se mezcla con su cobardía, comprensible por la edad que tiene y la situación en la que se ve inmersa. Primera memoria es la constatación de un miserable hecho. Los que cayeron en el bando vencedor se apropiaron del momento para quitarse a sus enemigos, más débiles que ellos, de en medio, tuvieran la ideología política que tuvieran, incluso si no tenían ninguna formada.

La familia de Manuel sufre las consecuencias de la desaprobación popular ante la relación de Jorge de Son Major con Sa Malene. Como defiende Matia, no son culpables de dichos actos, de llegar estos a ser tan verdaderamente despreciables, claro. El pueblo entero justifica la muerte y el ostracismo por una aventura amorosa acaecida años atrás y lo justifica por el mero placer de liberar estrés, de tener un enemigo al que golpear. Primera memoria es una novela sobre la desesperanza, sobre la pérdida de la inocencia, sobre las maldades del mundo y los límites a los que llegamos los seres humanos cuando perdemos todo ápice de ciudadanía y sensatez, actuando por miedo y rencor.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.



viernes, 12 de febrero de 2021

Otra vuelta de tuerca, de Henry James

 


Otra vuelta de tuerca es, muy probablemente, la novela de fantasmas por antonomasia. La popularidad que ganó en su época hace que se considere todo un clásico de las letras inglesas, a pesar de que su autor, Henry James, siempre prefirió otras de sus obras muy por encima de esta. Para él, la historia que nos narra se trata de un experimento, como nos lo hace saber en el epílogo. Se juega constantemente con los límites de lo real y lo fantástico, forjando lo que podríamos llamar uno de los primeros narradores no fiables de la literatura.

El marco narrativo viene a ser el siguiente. En una reunión de personajes ilustres antes de Navidad, los asistentes cultivan una tradición, que yo al menos desconocía: contar historias de terror. Uno de ellos interviene y comenta que si bien la relación de un niño con un alma en pena supone una vuelta de tuerca, él conoce una historia que no solo ocupa a un infante, sino a dos. ¡Dos vueltas de tuerca! Puede que esta premisa no nos parezca nada terrorífica en la época en la que vivimos, pero debemos tener en cuenta que esta pieza data de más de un siglo, durante el auge de la narrativa gótica y tiene ese regusto especial del terror más clásico. Este hombre, pues, afirma poseer un escrito de una vieja amiga suya que una vez sirvió como institutriz en una casa, la mansión Bly, y en el que se relatan los extraños sucesos que se vivieron allí durante el breve espacio de tiempo en el que estuvo a cargo de los pequeños Miles y Flora. 

Tras una serie de páginas que sirven para despertar nuestro interés como lectores en lo que se nos va a contar, se da pie, finalmente, al relato narrado en primera persona por la protagonista. La atmósfera de misterio ya ha sido creada previamente y eso lima algunos desaliños del inicio del relato. La institutriz es escogida para un trabajo extraño. Se trata de cuidar y educar a dos niños ricos que perdieron recientemente a sus padres. Su tío paterno prefiere en este punto desentenderse, lo que nos genera una serie de dudas sobre las relaciones entre él, su hermano y la esposa de este que no se aclaran. Ya en Bly, empieza a notar que los niños se comportan en ocasiones con una madurez mucho mayor a la que les corresponde. Ellos mismos admiten tener pérdidas de memoria, lo que nos podría indicar que están siendo poseídos por fantasmas.

Pero, qué fantasmas. Un año antes de la llegada de la institutriz a Bly, convivió allí un tunante con otra institutriz. Peter Quint, un siniestro criado pelirrojo, quiso aprovecharse de la confianza depositada en él por el tío de Miles y Flora para vivir en el lujo dentro de Bly. Allí conoció a la señorita Jessel, la institutriz al cargo de los pequeños. Ambos se enamoran y ambos mueren en extrañas circunstancias. Y sin ningún tipo de conocimiento sobre esto, aparentemente la nueva institutriz parece haberles visto deambular erráticamente por la casa y acercarse con malicia a los infantes.

Y aquí entra la magia de la novela. ¿Recordáis que he comentado al inicio de la reseña que la institutriz no es una narradora fiable? Pues, esto se debe a que no se confirma ningún otro personaje que de una forma clara afirme haber visto a la pareja espectral que supuestamente quiere conducir al infierno a Miles y Flora. Todo parte de la ambigüedad y los lectores pueden interpretar tanto que los fantasmas existen efectivamente como que existen solo en la cabeza de la institutriz. Esta ambigüedad es su mayor punto a favor por ser especialmente complicada de elaborar.

No obstante, hay ciertas pegas que quizás un lector de la época no pondría, pero que creo conveniente resaltar si se mira desde el punto de vista de un lector actual. La trama es hasta cierto punto repetitiva y pueden transcurrir muchas páginas sin que ocurra nada relevante. Los capítulos se componen muchas veces de diálogos que no llevan a ningún sitio y que solo sirven para reiterar en la idea de que la institutriz, por estar en aquella casa, se está volviendo loca. Al mismo tiempo, no hay un gran desarrollo del resto de personajes. Miles goza de algo de profundidad, pero Flora y la señora Grose, la ama de llaves, son totalmente planas. Grose, no tiene nada que ver con su contraparte de la serie de Netflix The Haunting of Bly Manor. Así mismo, no se entran en detalles sobre los padres de Miles y Flora, ni sobre Quint o Jessel. Henry James es bastante reticente en este sentido. Como autor desarrolla su experimento, pero no quiere que el lector se desvíe de la delgada línea que en su relato delimita lo real y lo fantástico. Piensa con acierto que alejarse de la desesperación de su protagonista contribuye a rebajar la tensión dramática y reducir ese clima de angustia de la obra. Sin embargo, esto tiene sus sacrificios, que son los que he indicado arriba y que me siguen pareciendo innecesarios.

La propuesta de Netflix es completamente distinta y por eso la comento. Recoge a los personajes y les da nuevas historias, buscando pretendidamente lo fantástico y rechazando cualquier ápice de ambigüedad. La ambientación también cambia por una más actual, pero el universo decimonónico se mantiene con la historia no contada por James de los moradores originales de la casa. Es raro que yo lo diga, pero en este caso me quedo antes con la adaptación.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.




martes, 9 de febrero de 2021

Las 13 lunas de Berhert, de VV.AA.

 


Repaso la lista de obras reseñadas en esta esquina y me doy cuenta de que esta es la primera antología de relatos que traigo en los numerosos años de actividad de este espacio. Normalmente, soy reacio a comentar obras donde intervienen muchos autores, pero, como en este caso, los textos llegan de la mano de un amigo al que le he prometido reseñar la obra, no puedo negarme. Las 13 lunas de Berhert se trata de un libro de salida reciente al mercado, editado y redactado por escritores con una carrera bastante breve a sus espaldas, por lo que es lógico pensar que no estamos ante una obra maestra ni mucho menos. El librillo está maquetado con materiales más bien pobres e incluso carece de ISBN, lo cual tampoco es de extrañar, pues cada vez más y más libros de pequeñas editoriales o autopublicaciones están ignorándolo. Darle ISBN a tu libro cuesta en España alrededor de 45 euros, y teniendo en cuenta los gastos de impresión y los derechos de autor para cada uno de los escritores, lo más probable en este caso concreto es que el libro sufriera más pérdidas que ganancias. Gracias a estos sacrificios de edición, el precio a la venta, eso sí, es más barato y ligeramente competitivo.

Pero ya me estoy andando por las ramas. ¿Qué contiene Las 13 lunas de Berhert? La respuesta con ver la portada debería ser bastante obvia: 13 relatos de ciencia ficción por distintas plumas españolas, más un decimocuarto, que viene a modo de extra. Debido a la desigualdad entre la calidad y la temática de los relatos, conviene hablar de ellos uno por uno para dar posteriormente una valoración general:

  • Seis mil millones de mundos, de Jorge J. Coello: Relato cosmológico sobre un universo paralelo y una extraña especie que contribuye a su propia destrucción. Es con diferencia el que menos me ha gustado por varios motivos. Ya desde el inicio se nota que el escritor fuerza la máquina y acaba abusando y reiterando en los mismos adjetivos. Solo el párrafo inicial ya es capaz de enfurecer a cualquiera que haya leído un poco. Si a este intento malogrado de parecer Lovecraft le añadimos el rollo trascendentaloide, nos queda lo que es: un texto muy pobre.
  • Regreso a Mona, de Guillermo Fiscer: Por el contrario, el relato de Fiscer sí me parece realmente bien escrito. Se nos narra la vida de un hombre que, agotado por el estrés de la urbe, se traslada al campo como un nuevo Walden. Desde allí comienza su obsesión con una isla en las costas galesas, que de alguna forma lo llama. Fiscer maneja esencialmente bien las referencias e inserta elementos propios tanto de la ciencia ficción como de la novela de fantasmas en una historia que me recordó mucho a otros relatos de Fernando Codina que ya había leído, especialmente La última trinchera y La isla de los frailes.
  • El cuadro Bellafonte, de Astrid Antuña: También se compagina de una manera espectacular las tradiciones del terror y de la ciencia ficción en este relato de Antuña, que destaca por su giro de guion final. En él, se nos cuenta la historia de un misterioso cuadro maldito que lleva a la desgracia a sus poseedores. Una trama simple con una narradora sencilla, pero que demuestra funcionar bien.
  • Luz que se apaga, de César Ruiz: Un escritor es acosado por extraños seres venidos de otro mundo en un relato con momentos de mucha tensión. Ruiz consigue que sintamos rápidamente empatía por su personaje, que mantiene profundas reflexiones sobre su identidad y sobre la de quienes le rodean. Más allá de los extraterrestres y sus misteriosas intenciones, este relato habla del camino vital de cada uno, siendo la metáfora del final y la del propio título una señal del fin de la vida y de la idea de un más allá.
  • Smilodon, de Aldo López: Con López se pierde el tono adulto que se venía manteniendo en el resto de las piezas y pasamos a un narrador un tanto más juvenil e ingenuo. Lo cierto es que, si no fuera por la acción trepidante de sus páginas, este relato no lo habría acabado. Solo esa acción y una estructura bien llevada (y que recuerda algo a las viejas películas de espías) hace que me pueda medio olvidar de ciertos detalles de los personajes como la contradicción que representa que el antagonista le entregue sus poderes a Vladimir para luego proseguir a arrebatárselos en un sinsentido de manual.
  • Luces de aniversario, de Julián Romero: Interesante historia que mezcla la ficción zombi y la de extraterrestres. Será que he visto mucho The Walking Dead, pero este relato me ha resultado muy coherente y bien llevado. Mantiene la tensión de principio a fin y se nutre de personajes tipo con una gran atención a los diálogos. Tiene también momentos de absoluto escalofrío y hace que el lector tema por sus personajes. Además, el final es redondo.
  • La rebelión de los Hombres Rana, de Esther Pina: Un ser semi incorpóreo viaja sobre la estratosfera y tiene una visión que le lleva a acabar dialogando con una Polaroid y con un vinilo sobre cómo recuperar algo de ¿Humanidad? mientras que se narra la historia de la mítica civilización de los Hombres Rana. La verdad es que este relato me ha resultado el más soporífero de todos con mucha diferencia. Insufrible de principio a fin gracias a un tono metafísico que nadie le ha pedido mezclado con unos personajes absolutamente inverosímiles, incluso dentro de la ciencia ficción o la fantasía.
  • El resurgir de Teseo, de Beatrice Golden: Un hombre acude a su psicóloga alarmado por la repetición de un misterioso sueño en el cual es un héroe mitológico que enfrenta en el Coliseo romano a una bestia con cabeza de toro y cuerpo de titán. El protagonista poco a poco irá adentrándose en el sueño hasta descubrir que se le ha seleccionado para viajar entre dos mundos y traer la paz a ambos. Se trata de una historia entretenida y que mantiene bien el interés del lector, le atraiga o no la cultura clásica. El relato destaca por la sencillez de su expresión y por lo bien descritas que están las escenas de combate, así como por sus diálogos.
  • Destellos de otra realidad, de Danae Moreno: Dos mundos paralelos y uno que se destruye; dos mujeres a punto de hacer el viaje de su vida. Una historia sin mucho fondo, pero que cumple: entretiene.
  • Un nuevo día, de Jesús Muga: Este relato es el más oscuro de todos. Destaca por su inicio y la confusión del mundo que se crea. En él gobierna la esclavitud y la falta de derechos. Los trabajadores mantienen la ilusión de la falsa libertad mientras los poderosos se dedican a reducirlos y una guerrilla de proletarios disconformes se enfrentan a los perros de un gobierno corrupto. Con tintes kafkianos, el relato recuerda remotamente al expresionismo alemán. Mantiene también ciertas similitudes con La institución de Jorge P. López, particularmente en su escena inicial.
  • Más allá de las puertas de Tannhäuser, de Fernando Codina: Fernando Codina no es ningún extraño para los seguidores de esta esquina. No solo se han reseñado aquí algunas de sus obras, sino también tuve la oportunidad de hacerle una entrevista con motivo del mes de la ciencia ficción. En este caso, estamos ante un relato que narra la historia de la posible última mujer humana con vida, que viaja a bordo de una nave espacial junto a un androide. El texto habla desde la sencillez y plantea situaciones originales con un final satisfactorio para los lectores y los personajes. Las relaciones entre el androide y la mujer son el núcleo del relato, que es narrado desde la perspectiva del primero, que, por primera vez, llega a dudar de si siente lo que los hombres llaman en sus novelas "amor".
  • La fuga, de Javiera Vercelotti: Los terrícolas son engañados por hombres procedentes de otra dimensión y confinados a naves submarinas desde las que trabajan remando para suministrar energía a los incursores. La fuga se trata de un relato camuflado sobre la colonización de tantos otros territorios en el mundo y una crítica hacia los poderosos que explotan la mano de obra de los más pobres mientras sus familias permanecen en la inopia. Es un canto a la revolución narrado en forma de carta de una joven a su hermano pequeño.
  • Entre mil billones, de Pilar Rodríguez: Una asesina a sueldo para el Santo Pontificado deambula por las galaxias colindantes en busca de seres que se han reencarnado recientemente y que deben eliminarse antes de crecer y hacer el mal. Lo que no sabe, por supuesto, es que todo es una estratagema de la Iglesia para mantener su poder por el cosmos. Rodríguez nos ofrece una historia de abusos, poder e intrigas donde critica la doble moral de los sectores sociales que pueden permitírsela. Muy recomendable.
  • Mira atrás, de Jandra Dubois: Una joven vive en una ciudad de la que no puede escapar, solo transitar de un distrito a otro cuando acumule los puntos de ciudadano necesarios para dicho fin. El control del gobierno es total y un grupo revolucionario pretende dilapidarlo. De este texto, destaca sobre todo el carisma de la protagonista y cómo se introducen los distintos elementos de la trama. Consta con un final, eso sí, no demasiado sólido.
Y hasta aquí los catorce relatos. Como habéis podido comprobar, se trata de una colección bastante irregular. La mayoría de textos son buenos, otros tantos correctos y algunos detestables. La falta de conexión total entre los temas y el tono de cada uno de los relatos hace que parezca más una revista que una antología. Ciertas piezas encajan mejor que otras dentro de la ciencia ficción, que ya de por sí es una etiqueta muy amplia y que aglutina una gran cantidad de subgéneros que muchas veces no tienen nada que ver los unos con los otros. Aún así, se trata de un libro recomendable para aquellos que disfruten de este tipo de piezas breves. Yo lo he usado como descanso de lecturas más densas y estoy contento con el resultado.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.



viernes, 5 de febrero de 2021

Las ratas, de Miguel Delibes

 


Vuelvo a Delibes unos meses después con la que ha sido para mí la mejor lectura de este comienzo de año. Las ratas no se aparta de lo que viene siendo habitual en el autor. Véase: entorno rural empobrecido, gentes arraigadas a la tierra que viven de ella y dependen de los continuos cambios climáticos, lenguaje basado en la oralidad, inserción de pequeñas historias dentro de una trama más extensa, gran importancia de los personajes secundarios, etc. Por su forma de estar contada y el hecho de que el protagonista vuelva a ser un niño que rechaza ir a la escuela porque cree que en ella no puede acabar aprendiendo nada de provecho, la obra recuerda de manera importante a El camino. Si a esto se le añade la localización (pueblo perdido en mitad de Castilla) y que cada personaje tiene su particular mote dentro de la comunidad (algunos muy obvios, pero otros muy chistosos), podríamos decir que estamos ante una segunda visión de la misma problemática ya presentada en El camino. No obstante, hay que dejar algo en claro. Las ratas se trata de una obra mucho más oscura y con tramos verdaderamente desagradables, lo que en cierto modo tiene sentido si se tiene en cuenta que se publica en los sesenta, casi diez años después. El camino podía y debía ser una novela que reflejase las duras vidas de aquellos que vivían en el campo, pero la situación en España tampoco permitía un texto que se recrease en lo grotesco. Delibes trataba de separarse del tremendismo de Camilo José Cela, pero una vez que este toma otros caminos literarios y su obra empieza a perder relevancia, Delibes se sienta y escribe Las ratas, una pieza con la que trata de reflejar la oscura realidad del campo español.

Los momentos de esperanza de El camino se ven dinamitados. El Nini es muy diferente del Mochuelo. Su vida se nutre de los elementos. Hijo de dos hermanos, vive en una cueva y duerme sobre un montón de paja. Su trabajo desde pequeño es azuzar a su perra, mutilada y medio ciega, para que rastree la vera del río en busca de ratas para venderlas en el pueblo. Sí, en el pueblo comen ratas. Y de ellas, el Nini lo sabe todo. Cuenta con las enseñanzas de su padre, y a la vez tío, el Ratero. La caza se convierte en sustento, pero este año no hay apenas. Un despreocupado muchacho de la ciudad vecina, por mero ocio, se acerca también a cazarlas. Si sumamos esto a que el alcalde del pueblo quiere echarlos, al Ratero y al Nini, de su preciada cueva a cualquier precio, tenemos un clima de tensión que anticipa lo inevitable: el crimen.

Toda la novela se construye con dicho fin. El enfrentamiento entre el Tío Ratero y el cazarratas furtivo, así como el abandono de la cueva, debe producirse. Este abandono no solo debe ser únicamente literal, sino también simbólico. La forma de vida de los protagonistas y su particular vivienda nos remite al mito de la caverna de Platón. El tío Ratero piensa que no tiene ratas porque el otro se las roba y que cuando lo mate aparecerán por arte de magia. El Nini sabe que esto no es así y, aunque advierte al intruso reiteradas veces para que no se acerque, sabe que es imposible que un chico de "buena familia" se tome en serio las palabras de un niño mal vestido y que lleva sin lavarse un año. El Ratero y el Nini tienen la oportunidad de vivir en una casa normal en el pueblo y cambiar sus tradiciones por otras que generen más ingresos. El Nini podría estudiar. Todo parece un negocio redondo, pero... el Ratero solo entiende de ratas. No sabría cómo vivir fuera de la caverna, porque la caverna es su vida. Y todo aquel que trata sacarle a él o a su hijo es un malnacido. 

Como digo, la trama se va construyendo con pequeñas historias que nos van mostrando la realidad de ambos personajes y del resto de habitantes del pueblo. Se destaca la sabiduría y la prudencia del Nini, pero también su incapacidad para operar, debido a la edad que tiene, así como su tremendo cariño y amor hacia el Ratero, aún cuando sabe que este está equivocado y que le acarreará problemas más pronto que tarde. Uno conoce el final antes de leerlo, de una forma un tanto similar a como sucede en El camino, pero desconoce quién ganará la lucha. Puede sospecharlo. Sin embargo, a pesar de las más profundas y acertadas sospechas, Las ratas tiene la capacidad de erizar los bellos del lector en sus páginas finales. Y esa es su magia. Una estrategia literaria extraordinariamente bien hilada y que deja muy buen sabor de boca. 

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Miguel Delibes en esta esquina: El camino, El disputado voto del señor Cayo, Cinco horas con Mario,