Hoy tengo el placer de
tener en La esquina de ese círculo a José Ángel Conde Blanco, escritor
madrileño de terror, horror y ciencia ficción. Conde ha participado en
numerosas revistas y antologías como Nictofilia, miNatura y la
reciente recopilación de narrativa splatterpunk de Ediciones Vernacci Gritos
sucios con su relato “Cariátide”. Y aunque la mayor parte de su producción
se engloba dentro de la poesía (tiene en su haber dos poemarios), una poesía
que, todo hay que decirlo, hace del horror de lo corporal su insignia, también
es autor de dos novelas: Pleamar (2012) y Hela (2015). A pesar de
que esta última es más bien una novela híbrida donde diferentes géneros tienden
a mezclarse, el componente de ciencia ficción es fundamental en la misma y lo
que me lleva hoy a entrevistarlo como parte de este maratón de entradas sobre
el género.
LUCAS DESPADAS: La primera pregunta va a ser un poco
larga. Como ya he comentado, Hela es una novela híbrida. Hay un poco de
todas tus lecturas en ellas, ya fueran estas novelas, poesías o ensayos.
También parece estar presente tu experiencia vital. Conoces bien los países en
los que se ambienta la novela (Islandia, Finlandia, Suecia, etc.), así como los
gajes del oficio de técnico audiovisual. ¿Cuánto de bagaje literario y
vivencial hay en la obra? ¿Cómo de personal es y hasta qué punto aúnas
diferentes lecturas en Hela? ¿Cuáles son las principales referencias
para entender mejor el universo que planteas?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: No puedo ocultar que la novela tiene
un fuerte componente autobiográfico, incluso nació con cierta intención
terapéutica de exorcizar demonios internos. Sin embargo sería un grave error
tomarla como una confesión, ya que la parte vivencial tan sólo sirve como punto
de partida para el despliegue de una historia viva de pretensiones más bien alegóricas
y experimentales. Considero que mantener ciertas raíces en lo personal, bien en
la biografía o en las ideas propias, contribuye a dar honestidad y credibilidad
al relato. Se trata de dejar fluir una corriente subterránea de sentimientos
que convierta en carnal lo imposible.
Aparte del tema emocional, Hela debe mucho a mis viajes a
Escandinavia, los cuales me han marcado tanto que pueden considerarse como
iniciáticos. Hay hasta cierto componente de predestinación, si es que esto no
suena exagerado, ya que el paisaje y la cultura nórdicas siempre han ejercido
en mí una fascinación irracional que terminó de desbordarse cuando los visité.
No obstante también seguí una rigurosa documentación, devorando prácticamente
cualquier cosa que tuviera que ver con lo nórdico en cualquiera de los campos
del conocimiento (cine, literatura, arte, historia, sociedad). De esa forma
descubrí varios autores que me influyeron en la escritura, como Knut Hamson,
Stig Dagerman o la poesía de Edith Södergran, hasta otros más recientes como Hallgrimur
Helgason. Hay también bastante del engranaje visual del cine de Aki Kaurismaki,
la autofotografía minimalista de Elina Brotherus y la pintura de Munch. Por
supuesto también el Kalevala finlandés
y las Eddas islandesas fueron
esenciales para tejer el espectro mitológico.
También hay mucho de cyberpunk en la presentación estética de
la distopía, sobre todo en la primera sección del libro, para la que he
recurrido mucho a la imaginería ultraviolenta y desgarrada de los comics de
Frank Miller, sobre todo Sin City
(Köil tiene mucho de Marv) y el futurismo pseudocontemporáneo de The Dark Knight returns. La segunda
parte, sobre todo la conclusión en el Polo Norte, pasa a una dimensión más mística
y esotérica, en la que se puede rastrear la influencia del Dune de Frank Herbert, sobre todo en la importancia del paisaje
desértico, en este caso helado, y en algunos personajes, como la tribu
subterránea de los Thule o la guardia negra de Rustun, inspirados en los Fremen
y en los Navegantes respectivamente.
Y, ya para terminar, decir que en la misma
esencia de Hela está el gran eje
trágico moderno que comienza en el romanticismo, pasa por la novela psicológica
rusa y el decadentismo, y culmina en la novela existencial, recorrido siempre muy
presente en mi obra.
LUCAS DESPADAS: La mitología nórdica es un componente
fundamental en la obra, pues todo se cimienta a partir de ella. Las antiguas
comunidades vikingas evolucionan hasta el punto de crear la Unión Nórdica,
unión de países escandinavos que se separan de la anquilosada Unión Europea y
se convierten en superpotencia. La alegoría y la referencia mítica es constante
y está presente incluso en los mismos nombres de los protagonistas y en el de
la obra. A lo largo de la novela se deja claro que en esta mitología hay un
conocimiento que una sociedad enajenada por las facilidades que promueve la
tecnología ha decido ignorar. Más concretamente, el acceder a este conocimiento
es incluso motivo de castigo. ¿Crees que hay un fatum aciago y que
estamos irremediablemente avocados al Ragnarok por sustituir este saber
milenario por vacuo entretenimiento?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: Hay una frase que le dice el
personaje de Leylah a su amante Köil que resume buena parte del papel que juega
el mito en la novela. Cuando Köil le cuenta su indignación tras haber
presenciado cómo unos policías golpeaban a unos activistas por pintar runas en
unas paredes, Leylah le responde: “Los
mitos siempre están ahí, esperando, escondidos. Pueden reproducirse en
cualquier momento”. La sociedad
de la Unión Nórdica, como la nuestra cada vez más, vive en un “presente
continuo”, la realización de ese “fin de la historia” que anunciara Fukuyama
tras la caída de la URSS al pretender que no hay alternativa más allá del
sistema de producción económico capitalista y los valores de la “democracia”
liberal occidental. Es el mismo concepto que autores como Mark Fisher denominan
“realismo capitalista”, algo así como “el Reich de los mil años” con el que
soñara Hitler. Esta idea del presente continuo tiene el efecto totalitario de
anular el pasado y diluir el futuro, siguiendo una pretensión de “transversalidad”,
de nivelación de todos los valores e instancias de la “realidad”, término que
tanto gusta a los ingenieros sociales y a ciertos líderes políticos y que está
en la misma esencia del populismo (el fascismo es una forma de populismo).
Cuando Leylah dice que “Los mitos siempre están ahí” está
expresando que ese “presente continuo” es una falacia, incluso que la visión de
la flecha hacia el progreso futuro también lo es y que el tiempo es un
movimiento de ciclos que se repiten de forma cualitativa. De hecho los propios
personajes, como bien dices, son encarnaciones del mito, no pueden sustraerse a
él. Pero no se trata aquí exactamente del anillo del “eterno retorno”
nietzscheano y oriental, lo cual sí que supondría un fatum, sino más bien de un movimiento en espiral, símbolo recurrente
en la novela y compartido por muchas
culturas ancestrales, a la vez que un concepto clave en gran parte de la
mecánica cuántica. El mito, en el caso de la novela la inminencia del Ragnarök, sería la prueba de que existe
una base arcana e inconsciente que es común a todas las civilizaciones y que no
se puede enterrar, un relato de raíces irracionales que haríamos mejor en
difundir y preservar para contribuir a conocer este gran misterio que es lo
humano. Aunque hay que señalar que el poder de esta mística también tiene sus
peligros, como la historia nos enseña. Hela
es deudora de la concepción de Neil Gaiman en The Sandman y gran parte de su obra, por la cual el mito atemporal
surge en el mundo temporal provocando un inevitable pero revelador choque.
LUCAS DESPADAS: Con esto llego a la pregunta evidente
sobre la tecnología. No es que el mundo de Hela tenga unos avances
tecnológicos increíbles frente a lo que hoy tenemos. Sin embargo, la
globalización de la tecnología y el individualismo del acceso a ella ha traído
consecuencias muy negativas para la sociedad, la cual solo disfruta con la
violencia y el sexo, siendo incapaz de ver otras facetas de la vida. ¿Crees que
la evolución tecnológica nos está conduciendo a una sociedad más compleja, pero
al mismo tiempo más simple, en el que vuelven a relucir los instintos primarios
del ser humano? ¿En qué sentido?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: Para ser justos creo que deberíamos
evitar la tecnofobia, ya que no veo la tecnología en sí como un problema, sino
más bien la utilización que se haga de la misma. En este sentido los propios
usuarios han (¿hemos?) caído en la trampa de considerarla más un fin que un
medio y somos responsables de ello aunque esa misma trampa haya sido dispuesta
por el poder para asegurarse la docilidad de la sociedad. Es la vieja idea de
la “sociedad del espectáculo” por la que se generaliza la satisfacción inmediata,
pero a pequeñas dosis, como las que los narcotraficantes suministran a sus
potenciales clientes para asegurar su dependencia. Se instala así un hedonismo
superficial narcisista, a nivel de usuario, un infantilismo que no se cuestiona
su burbuja referencial porque ni siquiera es consciente de estar encerrado en
ella. Al hedonismo habría que unir una progresiva insensibilización por la
sobresaturación de estímulos que en última instancia podría llevar a una
instalación de un posthumanismo en su peor acepción de deshumanización y
robotización. Los individuos se acabarían volviendo cada vez más simples, en el
sentido de partes mínimas de un engranaje o de una red-colmena, eso es cierto,
aunque la estructura tecnológica que propicia esa regresión intelectual sea en
extremo compleja, desarrollada por una tecnocracia cada vez más especializada y
alejada de la base social de la que se alimenta. Esos tecnócratas, en cierto
modo, adquieren cualidades casi mesiánicas, e incluso divinas, al poseer un
conocimiento incomprensible e inaccesible para la mayoría. Esto no es
ciencia-ficción, ya existe un “apóstol” de Silicon Valley que ha fundado una
“Iglesia de la Inteligencia Artificial”, así que la casta de Ases tecnológicos
en Hela no es algo tan descabellado.
LUCAS DESPADAS: Frente a todo esto tenemos unos personajes
adictos a los antidepresivos y un mundo en el que no sale el sol, con una
tormenta perpetua, un sinfín de vidas vacías y una misión encomendada a un
hombre que parece, al principio, de lo más común. ¿Cómo fue la elección de los
elementos propios de este mundo y del personaje protagonista? ¿Te inspiraste en
alguien que conocías, algún personaje ficticio o en ti mismo?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: Como ya he comentado hay mucho de
experiencial en la novela y eso se plasma por supuesto en la construcción de
los personajes, pero ninguno de ellos es autobiográfico. Lo correcto sería
decir que contienen elementos personales o vividos, chispazos de la
personalidad y de la visión del mundo propia, lo cual creo que es un recurso
legítimo y efectivo para conseguir verismo en la ficción, pero sin dejar de ser
eso, ficción. No soy Köil ni Leylah, aunque los dos personajes tengan mucho de
mis sentimientos, mi experiencia y mi psicología. Pero no se quedan ahí, su
complejidad es mucho mayor, ya que tienen vida propia más allá de la yo que les
haya podido dar, transcienden los límites de la novela.
Aparte del factor personal también
tuve muy en cuenta el factor cultural, ya que, y esto no sólo vale para los
personajes protagonistas, me sirvió de inspiración la propia y especial
idiosincrasia nórdica. De hecho la he tenido en cuenta en todo momento para
suministrar coherencia con el marco geográfico en que se sitúa Hela, uno de sus aspectos esenciales.
Tanto partiendo de vivencias como de documentación mi intención era
desmitificar esa visión utópica del “paraíso nórdico”, porque mi experiencia es
otra y porque no creo en los paraísos en la Tierra, hay muchas contradicciones
y ambigüedades perversas en ese estereotipo. La Escandinavia que mejor conozco
es la del clima extremo y la falta de luz, la de la alta tasa de suicidios y
depresiones, la de los altos índices de alcoholismo y violencia de género, la
del solipsismo y la alienación, la del racismo, el extremismo político y la
omnipotencia del Estado, sin negar sus evidentes logros progresistas pero
desconfiando de esa naturaleza “idílica” que se le concede muchas veces de
forma interesada, sobre todo por parte de algunos partidos o movimientos
políticos.
LUCAS DESPADAS: El racismo es un tema muy importante en la
obra. De hecho, citas incluso a Hitler, lo cual me sorprendió mucho. Toda la
Unión Nórdica se basa en la superioridad de los arios, que son producidos en
masa y enfrentados a todo aquel que no sea rubio con los ojos claros. No es
ningún secreto que en la actualidad, en algunos países nórdicos (y casi en el
resto del mundo) están proliferando las ideas racistas de ciertos partidos de
extrema derecha. Y esto polariza a la sociedad entre los que están a favor y los
que están en contra. ¿Es de esta polarización política de donde sacas la idea
de la Unión Nórdica, sus ideales y su plan oculto? ¿Cómo de preocupado estás
sobre este tema social?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: Es un tema que no sólo no es nuevo
sino que es una lucha permanente, parte de las contradicciones del sistema
socioeconómico en el que vivimos, no sólo en occidente, aunque en Europa es
endémico. Creo que Marx se equivocó cuando dijo aquella famosa frase “Un
fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”, porque en realidad ese
fantasma totalitario es el del fascismo, que emerge de forma intermitente
cuando el poder económico lo necesita para imponer sus políticas. Hela también pretende bucear en ese
fascismo subterráneo que está en la esencia de la Vieja Europa, que también es
la del norte blanco y arrogante que se siente superior a los países del sur. El
fascismo se suele dar en sociedades altamente industrializadas como las
nórdicas y de ello hay ejemplos no sólo en el fenómeno del nazismo alemán, sino
también en hechos menos discutidos pero tan graves como el colaboracionismo en
los países escandinavos o los planes de eugenesia suecos hasta bien entrados
los años setenta. Este es el reverso oscuro del mito al que me refería antes y
que tiene que ver con lo que comentas sobre la polarización. No es ni más ni
menos que la eterna dialéctica, no maniquea, entre el poder de las creencias y
la fe irracional frente a la razón. Las creencias, si no están fundamentadas en
el raciocinio, llevan a la polarización y la intolerancia. En Hela esta lucha se expresa en el combate
entre dos visiones míticas: la totalitaria y tecnocrática, los Ases, que se
basan en un uso de la tecnología para crear un mundo homogéneo e inhumano, y la
anárquica y vinculada a la naturaleza, los Vanes y Rustun, que emplean la magia
(la cual a veces se parece a la tecnología) para propiciar un mundo diverso y
libre.
LUCAS DESPADAS: ¿Planeas más obras vinculadas a la ciencia
ficción en el futuro? ¿Qué otras historias de ciencia ficción salidas de tu
pluma podrías recomendar a los lectores de este blog para conocerte mejor como
autor?
JOSÉ ÁNGEL CONDE: Lo último que he escrito es
precisamente un proyecto de serie que mezcla el cyberpunk y el ocultismo, pero no confío demasiado en que alguna
vea alguna vez la luz, soy muy escéptico con el mundo audiovisual. La
ciencia-ficción está en bastantes de mis relatos e incluso de mi poesía, ya que
mi escritura es bastante fronteriza y no respeto demasiado cualquier separación
que pudiera existir entre géneros porque no creo que ésta exista. Lo que sí
tengo es bastante querencia a la distopía, quizá porque me parezca la forma más
adecuada de reflejar el mundo que me rodea. En Cariátide, sin ir más lejos, mi relato incluido en la antología “Gritos sucios”, insisto en ella explorando
aspectos de la Nueva Carne. En otro nivel, el de la distopía “cultural” al
estilo de Fahrenheit 451, se sitúa el
microrrelato Pleonasmo, el cual ha
obtenido muy buenas críticas. Luego están también la space opera de Cordones,
el horror cósmico de La cadena de montaje
órfica, el greenpunk del premiado
El ensueño de Schumann o el
posthumanismo apocalíptico de Fibra.
Y hay todavía bastantes historias inéditas más esperando en el almacén.
LUCAS DESPADAS: Muchas
gracias por tu tiempo y por responder, José Ángel. Esta es la primera
entrevista que comparto en esta esquina y es para mí un honor que seas el
primero en aparecer por aquí. Os recuerdo que Hela está disponible en la página de Triskel Ediciones. Podéis adquirirla en formato físico o digital en el siguiente enlace: http://www.triskelediciones.es/hela.html
La
reseña de Hela con mi lectura estará disponible aquí el próximo viernes
23 de octubre.
Lean mucho, coman con
moderación y namasté.