domingo, 28 de enero de 2018

Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin



Pájaros en la boca es el segundo libro de cuentos de Samanta Schweblin. En él se incorporan nuevas historias escritas expresamente para este volumen y se incluyen otras que ya habíamos podido disfrutar en El núcleo del disturbio. Como siempre, os doy la lista completa y me dedico a comentar brevemente aquellas que no había leído antes, así como a daros una idea del conjunto total y una valoración en función del particular estilo de la autora y el contenido tratado.

Las nuevas por conocer (o de los que vamos a hablar):
  • Irman
  • En la estepa
  • Pájaros en la boca
  • Perdiendo velocidad
  • Cabezas contra el asfalto
  • El cavador
  • La furia de las pestes
  • La medida de las cosas
  • Conservas
  • Mi hermano Walter
  • Papá Noel duerme en casa
  • Bajo tierra 

Las viejas conocidas (de los que ya hablamos aquí):
  • Mujeres desesperadas
  • Hacia la alegre civilización
  • Sueño de revolución (antes titulado "La pegajosa baba de un sueño de revolución")
  • Matar a un perro
  • La verdad acerca del futuro
  • La pesada valija de Benavides

De entre lo nuevo, los más destacados son En la estepa, Pájaros en la boca, Cabezas contra el asfalto, El cavador, Bajo tierra Conservas. Los otros están un poco para rellenar y oscilan entre lo decente y lo pasable, con alguno como Perdiendo velocidad, que diría que es incluso innecesario. 

En la estepa un matrimonio sale a cazar en sus ratos libres. No buscan patos o conejos, sino "eso". Funciona excelentemente como la metáfora de la búsqueda de un hijo y la desesperación de no poder tenerlo. Que nunca se explicite en el relato es un componente maravilloso, ya que le permite al lector elucubrar posibles tesoros a los que puede aspirar una joven pareja y que no tienen por qué acabar siendo un ente tan concreto. Si no es un hijo lo que buscan, entonces: ¿buscan el amor? ¿La estabilidad? ¿La felicidad? ¿Una razón para pervivir en el mundo? Uno de los más relatos que más obligan a pensar al lector..

Pájaros en la boca es la historia que le da nombre al conjunto y que, aunque a un nivel por debajo de los que ya venían de El núcleo del disturbio, funciona con solidez. Tiene un componente escalofriante, que era propio de Schweblin, pero que en este relato en concreto va a profundizarse mucho. Sara es la hija de Martín, a quien no ve desde hace meses, porque su exmujer, Silvia, se quedó con la custodia de la menor. Sara ha dejado de ingerir lo que podríamos llamar comida normal y ahora sólo se alimenta de pájaros vivos. Silvia, incapaz de dormir, después de ver la sonrisa de su hija pintada de sangre y plumas, la deja a cargo de un Martín, que lejos de escandalizarse, decide mantener el bizarro secreto de las preferencias culinarias de la pequeña, pensando con alegría que más difícil de disimular es un embarazo.

Cabezas contra el asfalto cuenta también con un escenario enrarecido y lleno de sátira. En el cuento, un artista nos habla de cómo se hizo famoso pintando rostros estampados contra la calzada. En su encierro propio de un ermitaño budista del Tíbet recibe la visita de un dentista coreano que acuerda realizarle una serie de empastes a cambio de un cuadro, de un diente gigante. Sin embargo, el pintor no entiende el matiz del contenido y dibuja la cabeza de su nuevo amigo destrozándose en el suelo. Esto dará lugar a numerosos problemas que nos permitirán reflexionar sobre la comunicación humana, los límites del arte, la multiculturalidad y el racismo por ignorancia del hombre blanco sobre otras etnias.

El cavador es un relato onírico lleno de originalidad. Un hombre alquila una casa para pasar sus vacaciones y allí se encuentra con otro que estaba cavando un pozo desde hace mucho tiempo por algún motivo que él desconoce. No sabemos qué hay en el pozo ni porqué el cavador insiste tanto en él, pero sabemos que la labor le está destinada a su persona en exclusiva y que parece una suerte de castigo. Una metáfora brillante sobre las relaciones de dominación/sumisión que rigen el sistema de clases actual, donde unos trabajan convencidos de su obligación mientras otros disfrutan y se aprovechan de sus logros.

Bajo tierra es otro cuento con tintes de la narrativa de terror. Un viajero se detiene en la carretera y escucha el relato de un viejo sobre extraños sucesos que habrían ocurrido en la región hace no demasiado tiempo. El giro final es desconcertante y, aunque hasta cierto punto sea predecible, la escena está narrada con una prosa singular, precisa y llena de simbolismo que a mí, al menos, me ha convencido.

Conservas nos habla de los peligros del Carpe Diem! y de sus límites. Es un relato a caballo entre lo neofantástico y la narración de ciencia ficción. Una mujer embarazada comienza a seguir un dudoso método llamado la "respiración consciente" que permite que el feto de su bebé se reduzca y pueda ser expulsado antes de desarrollarse por completo, pero manteniendo todas las esperanzas de vida. El objetivo: recuperar su delgada figura anterior a la concepción de la pequeña alma. Cuenta con imágenes muy poderosas que lo vuelven una historia que destaca entre las demás.

Mi hermano Walter y La medida de las cosas van un poco a la zaga de estos cinco relatos, pero no por ello dejan de ser muy recomendables. Papá Noel duerme en casa casi no parece un relato de Schweblin, sino más bien de Patricio Pron, por ese realismo sucio y exagerado que emplea, pero es igualmente descorazonador. La furia de las pestes, Irman y Perdiendo velocidad me han resultado muy flojos en comparación con los demás y no entiendo demasiado bien qué pintan aquí, es decir, no comprendo qué aportan a una antología que creo que funcionaría mucho mejor sin ellos. Lo más reprochable es que los mejores textos ya habían aparecido en un volumen anterior y que sin ellos los nuevos, salvo las excepciones que he destacado, se sienten algo -o mucho- por debajo. Aunque ya sabéis que para gustos, tenemos los colores.  En cualquier caso, es siempre un placer leer a Schweblin. Os dejo más reseñas de Pájaros en la boca en Desde la ciudad sin cines y Un libro al día

Reseñas de otras obras de Schweblin en esta esquina: Kentukis Siete casas vacías, El núcleo del disturbio




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