miércoles, 31 de octubre de 2018

Verde agua, de Marisa Madieri




Verde agua es una autobiografía de Marisa Madieri escrita en forma de diario donde alterna sus recuerdos de la infancia con su vida presente en los prineros años 1980s. Es considerado uno de los relatos más representativos de la tradición istriana de escritos sobre el exilio de los italianos de las regiones de Istria, Dalmacia y Fiume tras la reorganización política del país con la derrota de Mussolini en la Segunda Guerra Mundial y las adhesiones de la Yugoslavia de Tito.

Madieri nació en Fiume, actual ciudad de Rijeka en Croacia, la cual por entonces pertenecía a Italia y tenía una población mayoritariamente italiana que habría apoyado los ideales del fascismo. Creció rodeada de eslavos (su familia por parte de padre, sus amigos del bloque en donde vivía, sus profesores que le enseñaban a hablar croata, etc.), por lo que, a pesar de la decisión familiar de optar por el exilio, no puede evitar sentirse una mujer entre diversas influencias nacionales. Por eso, escribe desde una perspectiva plural en la que asume tanto sus raíces italianas como las eslavas y las de Europa Central, intentando evitar cualquier tipo de resentimiento hacia yugoslavos y rusos. Sin embargo, las penurias que debió sufrir hasta alcanzar la vida relativamente acomodada que llevaba cuando redactó Verde agua son múltiples y pasan desde la dura crónica del viaje del refugiado hasta la dura crónica de vivir en una habitación diminuta con toda la familia comida de frío, en un recinto con unas condiciones bastante próximas a las de un campo de concentración (¡en su propio país, además!). Madieri habla de su etapa en los box de Trieste (almacenes de grano reconvertidos en centros de acogida), de cómo fingía en el colegio la vergüenza ante sus amigas y de cómo se refugiaba en la lectura -que nos lleva muy lejos a través del poder de la mente, traslandándonos desde donde estamos hacia donde queremos estar- en una historia en la cual la nostalgia, constantemente embellecida y constantemente mancillada, tiene un peso fundamental. 

El punto fuerte de Verde agua es su lirismo nostálgico, mediante el cual Madieri explica su forma de actuar partiendo de las experiencias de su pasado. Incluye aquí tanto vivencias propias como de su peculiar familia extensa, donde destaca especialmente el papel de la nonna Quarantotto, actriz amateur de la vida diaria y gurú del box de Trieste, una estafadora de campeonato. Las relaciones de odio entre esta señora y su yerno son particularmente cómicas y relajan un poco las situaciones más tensas. Madieri emplea figuras retóricas de gran belleza que no acostumbramos a encontrar en biografías de esta índole y sobre todas las cuales prevalece la alegoría del agua verde del mar de su paraíso perdido: la costa del Fiume arrebatado. Se refleja en su semitransparencia el paso del tiempo, el cambio de un pueblo a otro y de una niña a una mujer.

En esta odisea, realizada en el paso de la infancia a la pubertad -vivida con tan solo siete años-, tiene también un papel fundamental tanto la figura de su madre en particular y como de la madre en general. Madieri habla de la trágica enfermedad que dinamita los sentidos de su progenitora  y la hace morir en la frustrada paz de la incomprensión, presa del Alzheimer. Este libro sirve de agradecimiento y homenaje a su memoria, a pesar de todo el mal que ella no pudo evitarle. A raíz de este desolador fin, la escritora se convierte en una férrea antiabortista. Mi impresión: Verde agua se erigió para Madieri en una suerte de anclaje para explicarse su visión del tiempo, de la vida y de la maternidad tanto a sí misma como a los demás. Debo decir que a mí este giro en la trama me sorprendió, a pesar de ser presentado prácticamente al inicio. Me costaba encajarlo con esa historia de vilezas que en otro plano temporal se me estaba narrando. Sin embargo, tras finalizar el libro puedo llegar a entender, no a compartir, el porqué de estos ideales de la escritora. Para ello es necesario pensar en el contexto histórico, en la sensible naturaleza de Madieri y en su búsqueda de la belleza y lo imprescindible en cada partícula de polvo, en cada componente del universo. Madieri escribe un libro de confrontación del pasado donde busca un significado para el presente y reúne un hálito de esperanza para el futuro. Hay que destacar que la escritora ya estaba enferma de cáncer cuando redactaba estas páginas.

La historia es amena y breve. Se lee en un pispás. Mi edición de Minúscula cuenta con un posfacio (texto concluyente) de su viudo, el también escritor Claudio Magris, donde se refuerzan muchos de los puntos fuertes de la obra. Tanto el diario de Madieri como las anotaciones finales están escritos con mucho sentimiento, pero, ante todo, cuidando la técnica, lo cual es de agradecer. Tenéis más reseñas en Koratai  y Devoradora de libros.



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