miércoles, 29 de julio de 2020

Psicosis, de Robert Bloch




Mary Crane es una joven que ha robado cuarenta mil dólares a su jefe y se ha dado a la fuga. Acaba por casualidad en un parador cerca de Fairdale (Pensilvania). Le atiende un extraño y diminuto hombre: Norman Bates, el encargado del lugar junto a su madre "enferma". Todo parece ir bien, a pesar del curioso comportamiento de Bates, hasta que la mujer es asesinada, supuestamente por la madre, en la bañera. He aquí la famosísima escena de la película de Hitchcock, recreada y parodiada en multitud de series y películas. Inmediatamente después, Norman decide ayudar a su madre y esconde las pruebas y el cadáver de la chica en el fondo del pantano colindante, pero no cuenta con que la familia de Crane y su jefe están dispuestos a mover cielo y tierra para encontrarla.

Estamos ante un clásico de la novela negra, donde se aprecia un fuerte componente de terror psicológico, que, si bien ahora al lector promedio le parecerá muy sutil, en la época debió causar una fuerte conmoción. No por nada el caso de Ed Gein, en el que se inspiró Bloch, estaba muy presente. Sin embargo, aunque hay ciertas similitudes entre los personajes de Norman y Ed, es evidente que la crueldad está mucho más contenida en el texto. No hay alusiones sexuales explícitas, de la misma forma que no hay descripciones de atroces evisceraciones. El denominador común de las muertes se produce por un tajo en el cuello, las víctimas pierden la vida y Bates las echa al pantano. Fin. Esto nos puede recodar al comienzo del cine slasher, a ese matar por matar, a esa obsesión con ver el cuerpo desnudo e inerte con la sangre manando de la garganta.

Por otro lado, la lectura es muy adictiva y la intriga se mantiene hasta el giro final. Si bien no estoy muy contento con este, he de reconocer que toda la novela se va construyendo hacia ese momento. De hecho, Bloch es especialmente bueno dejando pequeños detalles y luego retomándolos. Juega mucho con el concepto del clavo/pistola de Chéjov y lo lleva a otro nivel de minuciosidad. Por ejemplo, que Bates al limpiar el cuarto donde ha sido asesinada Mary Crane no encuentre uno de los pendientes de la joven es crucial para el descubrimiento del asesino varios capítulos después, cuando hasta el mismo lector se había olvidado de la existencia de esa alhaja. De igual forma, que Bates tenga una ardilla disecada y mencione su taller de taxidermia en el sótano será relevante llegado los compases finales de la obra.

Al igual que el autor mima estos detalles para consolidar la verosimilitud de la narración, la estructuración de los capítulos es una genialidad como pocas. Bloch juega con lo que el lector sabe y con lo que los personajes no. El lector parece ir siempre uno o dos pasos por delante de los personajes y digo parece porque desconoce la sorpresa final (si no ha visto la película, claro). La focalización en los personajes es tan profunda que llegamos a creernos lo que nos dicen, lo que se dicen a sí mismos y lo que les dicen a los demás. Y eso está bien porque da pie a los giros de guión, estratégicamente colocados al final de cada capítulo.

Más allá de la trama y de los aspectos narratológicos a destacar se sitúa el eje enfermizo de la relación entre Norman Bates y su madre, basada en el dominio de esta sobre el cuarentón. Bates es un ser asocial, que según su madre "no tiene el coraje suficiente para actuar como un hombre", por lo que vive encerrado en un mundo de fantasía y autotortura, donde sueña con matar a su progenitora. Para no arruinarle la novela (o la película) a nadie, no comentaré cómo se desenvuelve este complicado entramado de amor, necesidad y odio entre madre e hijo, donde Norman padece lo que podríamos llamar un tremendo complejo de Edipo.

De la novela, Bloch hizo dos secuelas más que seguramente lea, aunque me han comentado que no están al nivel de esta. En cualquier caso, una lectura muy recomendable.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.


2 comentarios:

  1. Desde luego, me pareció un buen libro. Pero en ningún momento tuve la sensación de que era mejor que la película, como suele decirse.

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    1. En lo personal, creo que la película es mejor en este caso, pero porque hablamos de una obra maestra de su género. Sin embargo, tenía muy buen material de base.

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