martes, 5 de septiembre de 2017

La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares



La invención de Morel es, probablemente, la novela más conocida de Adolfo Bioy Casares y no por nada constituye un hito dentro de la narrativa neofantástica y de ciencia ficción. La originalidad de su premisa es tal que comunicarla aquí sería como darle una patada en la boca a aquel que no la ha leído y quiere leerla, o va a querer leerla tras esta reseña, por lo que hablaremos de la novela esquivando el tema todo lo posible.

La invención de Morel cuenta a modo de diario de un fugitivo cómo éste se refugia en una isla aparentemente desierta. Allí se encuentra con varios edificios y con un conjunto de personajes que se comportan de una manera un tanto peculiar. Entre los habitantes de esta isla hay una bella mujer que todas las tardes se sienta en el mismo recodo de la playa a contemplar melancólicamente el subir y bajar de las mareas. Nuestro prófugo cae profundamente enamorado, sirviéndole este amor de escusa para evitar el suicidio que ya tenía asumido como necesario en su condición, pero ocurre un problema con la mujer y es que ésta parece no sólo ignorarlo, sino ni siquiera verlo.

Bioy Casares mezcla elementos de diferentes tradiciones narrativas (la neofantástica, la sentimental, la policíaca y la de sci-fi) en una original reelaboración del mito de Pigmalión y Dorotea que nos plantea una multitud de preguntas metafísicas que podemos enumerar hasta que nos reviente la cabeza de tanto darle vueltas: dónde se encuentra el alma y qué es el cuerpo, cómo puede el hombre llegar a la eternidad, es étíco querer llegar a dicha eternidad, se puede tener conciencia de la estancia en el Paraíso, puede crearse este Paraíso de forma artificial o el Paraíso es y siempre ha sido artificial, el amor es una unión de almas en la que se puede prescindir del cuerpo o el cuerpo debe ser un mediador necesariamente, etc. 

Estas preguntas unidas al uso de una buena prosa donde la intriga ha sido gestionada con cabeza para colocar increíbles giros de guión que dejen al lector en su asiento hacen que La invención de Morel merezca la pena y mucho. El personaje y la historia gozan además de la compleja ambigüedad de un laberinto en el que el protagonista -el fugitivo- no sabe bien si lo que ven sus ojos es la realidad, si la fiebre y el aislamiento le hacen ver cosas que no son o que si las ve es por qué quizás esté muerto y la isla no es más que un purgatorio en el que se le intenta poner a prueba. La originalidad del tema para su época (final de la década de los 1930s), pero aún vigente, le da un toque único al trabajo de Bioy Casares, quien al mismo tiempo no parte sino de la pregunta maestra de la ciencia ficción: adónde nos lleva la tecnología. ¿Si nos lleva a una posición buena debemos amarla y si hace lo contrario debemos temerla? ¿Tenemos el derecho a frenarla si la consideramos peligrosa? ¿Puede haber un doble filo tecnológico? ¿Es necesario su uso responsable? ¿Qué será de nosotros si el poder de la tecnología nos engulle, si nos atrapa y nos desprende de nuestras almas? Sólo nos queda esperar, tener conciencia y realizar las mediciones correctamente. 

Tenéis más reseñas de La invención de Morel en Un libro al día, El paseo de los Flamboyanes y Crónicas literarias.

Más reseñas de obras de Adolfo Bioy Casares en esta esquina: El sueño de los héroes, Dormir al sol



6 comentarios:

  1. Como toda obra de secundaria (allá hace aaaaños) la odié en un primer momento....para luego releerlo con otros ojos y descubrir una gran obra. Excelente interpretación, he visto que este título da para pensar de muchas maneras, me encanta cuando algo tiene mil interpretaciones. Saludos :)

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    1. Hola, Scabbers. Muchas gracias por tu comentario.

      Si bien parece una obra secundaria de un autor secundario (el pobre Bioy siempre fue para la crítica la sombra del omnipresente Borges), no creo que sea tan así en absoluto. Varios son los estudios sobre la influencia de "La invención de Morel" en el cine de Alain Resnais y en la serie de la ABC "Lost". Es, como dices, una obra muy ambigua y que se puede interpretar de muchas maneras. A mí también me encanta cuando las posibilidades de interpretar se multiplican de esta manera. Enriquece muchísimo el acto de leer. Un saludo y muchas gracias por pasarte. :)

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  2. Pasa que cualquier título que te dan a leer en Lengua y literatura de secundaria (para colmo en primer año) da...rabia XD. Luego, ya adulto, lo releo y es alucinante. Cierto, Bioy siempre era como "segundo" de Borges, pero hay obras y recopilaciones que hicieron entre los dos que se disfrutan. Un abrazo

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  3. Yo creo, precisamente, que la obra abandona parcialmente su ambigüedad en su segunda mitad. El inicio era tan delirante, tanto en fondo como en forma, que cuando se empieza a justificar la situación con una pseudo-explicación me sentí un poco decepcionado.

    Que conste que me encantó la obra en su conjunto, pero no puedo evitar sentir que pasa de un misterio desprejuiciado que funciona a la perfección (a lo "Pedro Páramo") para caer en una justificación más o menos conseguida.

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    1. Pues precisamente a mí me encantó esa evolución. Haces bien en decir que pierde esa ambigüedad solo «parcialmente». Quizás se desequilibra un poco en los tramos finales, pero para nada creo que sea algo que dinamite la historia. En mi opinión, es un grandísimo cierre; lejos de decepcionarme, me pareció bastante sostenible y disfrutable.

      ¿Has leído otras novelas de Bioy? "El sueño de los héroes" y "Dormir al sol" son auténticas joyas, aunque la primera me pareció algo lenta y difícilmente inmersiva para lo europeos que somos.

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    2. Todavía no he leído nada más de él. Le tengo echado el ojo a una antología suya, y quizás después me atreva con "Dormir al sol".

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