viernes, 11 de septiembre de 2020

La luna ha entrado en casa, de José Félix Tapia



Muy pocos habrán oído hablar de este libro. Lo cierto es que está totalmente olvidado. Sin embargo, fue el segundo premiado con el Nadal en España. Ya sabéis que tomo como referencia este galardón para conocer más acerca de la narrativa española de posguerra, pues en su día era el más prestigioso y dio a conocer a una gran cantidad de autores de renombre como Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite o Miguel Delibes en una España que adolecía de falta de talento tras la fuga de intelectuales. Sin embargo, el caso de José Félix Tapia es curioso. Escribe este libro, gana el premio más importante al que podía aspirar y decide no escribir más. Solo para periódicos, pero nada de lo que podríamos llamar narrativa de ficción convencional. La pregunta es evidente: ¿tan brillante fue este libro como para sentir miedo de patinar demasiado con un segundo?

Lo cierto es que La luna ha entrado en casa parece de todos menos una novela. La acción es efímera y los personajes apenas avanzan con ella, algunos se alejan de la casilla de salida para volver a entrar. Y todo es lirismo, preciosismo, y muchas divagaciones. Divagaciones sobre lo hermosa que es la luna y su poder. Sobre lo maravilloso de la literatura y de la Santísima Trinidad. Esto no hace que haya envejecido bien, pero incluso para su época me parece una obra excesivamente pretenciosa. Busca una trascendentalidad impostada que se cimienta a fuerza de citas y referencias a otros textos previos, de forma que los largos soliloquios del protagonista se convierten en un juego de conectar piezas de obras que más le vale al lector haber leído. Lo peor es que, como digo, estas cavilaciones luego no terminan de tener importancia alguna para una trama que parece colocada por compromiso de cara al jurado del Nadal. Si al menos existiera una denuncia social filtrada tras toda esa maleza de referencias llegaría a entenderlo. La censura era una fuerza ineludible en los cuarenta y en la cual no me voy a detener porque da para varias entradas. No me malinterpreten, no es que Félix Tapia no aborde lo social en su obra. Lo hace ligeramente a través de las interacciones de sus personajes, pero no a través de estas disertaciones cul de sac que tanto me han molestado.

Tapia construye su trama en torno a un triángulo amoroso entre la hermana del protagonista, su prima y un tal Raúl que a nadie le importa. El protagonista es un joven que va del campo a la ciudad para estudiar en la universidad y puede vivir esta relación aún sin estar inserto en ella. Y bueno, se limita a decir qué ocurre porque literalmente no hace nada en toda la novela. La chica de ciudad se queda con el novio, aunque no lo quiere, sencillamente porque vive en una ciudad y puede tomarse ciertas libertades que la chica de campo, que vive en una sociedad más retrógrada, no puede. Entonces la de campo enloquece y su hermano se tiene que volver a su casa para estar con ella por si le da un jamacuco, aunque milagrosamente se salva. Y aquí voy a parar porque digo dos frases más y resumo al completo la novela. 

En definitiva, una decepción con todas las de la ley. No obstante, entiendo que le pueda interesar a los lunáticos (en el sentido literal del término) porque se dan una serie de nombres de lecturas vinculadas con el tema de la luna. Yo, como no lo soy, me ha parecido tedioso a más no poder este punto.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.


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