Como ya comenté el 19 de diciembre, con carácter mensual, voy a estar reseñando las novelas protagonizadas por Tom Ripley hasta concluir la saga, aprovechando la edición recopilatoria que ha sacado Anagrama. Esta es, pues, nuestra segunda cita con el mítico criminal de Patricia Highsmith. Se trata, además, como en la primera novela, de una relectura, por lo que los puntos cruciales de la trama ya me sonaban, al menos. No obstante, ha sido un placer volver a leer La máscara de Ripley, puesto que había olvidado buena parte de los detalles del argumento.
Tenemos, como digo, una trama un tanto enrevesada, pero voy a tratar de resumirla brevemente. Han pasado cinco años desde que Tom Ripley burlara a la justicia en Grecia y se convirtiera en el heredero de las propiedades de Dickie Greanleaf. Durante ese tiempo, Tom ha prosperado. Se ha mudado a una mansión llena de lujos de una pequeña localidad cerca de París y se ha casado con la heredera de una importante farmacéutica a nivel mundial. No tiene necesidad de trabajar y vive rodeado de todo lujo, dedicándose a sus placeres: aprender idiomas, viajar, el arte, etc. Sin embargo, eso no le sirve a Tom. Aspira a más y sabe cómo conseguirlo: mediante toda clase de negocios fraudulentos. La romántica muerte en el mar Egeo de Derwatt, un pintor casi desconocido, pero joven promesa, motiva a un grupo de amigos a difundir su obra hasta el punto de que se han quedado sin nada que ofrecer justo cuando los precios de los cuadros comenzaban a dispararse. Por azares del destino, Tom conoce al grupo y se decide a ayudarle. ¿Es que uno de ellos, también pintor, no es capaz de imitar su estilo? Dicho y hecho. Comienza en Londres todo un negocio de falsificaciones que demostrará su fragilidad cuando un rico estadounidense aficionado a la pintura, Thomas Murchison, se cuestione la veracidad de ciertas obras recientes. Mr. Ripley, que recibe un 10% de las ventas millonarias de los falsos Derwatts, tendrá que volar a Londres rápidamente y volver a ponerse en la piel de un muerto. Disfrazado del pintor suicida, Tom tratará de convencer a Murchison, pero no le resultará nada fácil.
A partir de aquí se sucede la clásica trama esperable en una novela de Highsmith. Hay uno o dos asesinatos. Ripley tiene que apañárselas como puede para ocultar los cadáveres y convencer a la policía de que él no tiene nada que ver con ningún negocio turbulento y de que la galería, que vende cuadros falsos, es la más honesta del mundo, al tiempo que trata de llevar una vida normal, recibiendo invitados a su casa y asistiendo a fiestas solo para dar la imagen de ciudadano ejemplar. Lo interesante, como siempre, es la distribución de la acción, la agudeza de los diálogos que juega con lo que sabe cada personaje y los giros argumentales bien dispuestos.
La máscara de Ripley retoma algunos temas fundamentales de El talento de Mr. Ripley, como el doble o la fascinación por el arte europeo, pero abandona otros, como la reflexión en torno a la identidad (sexual y existencial) del protagonista. Tiene un comienzo menos abrupto que su predecesora, lo que tampoco era muy complejo, pues se presupone que el lector ya ha pasado por una novela previamente a esta. Sin embargo, el desenlace no es tan satisfactorio como en El talento y eso le juega en contra. A pesar de que la historia no está centrada en el caso Dickie y que, salvo Tom, no aparecen personajes de la anterior novela, considero que ciertos detalles, muy relevantes para la historia y que explican el comportamiento del propio protagonista, no se aprecian bien si no has leído previamente El talento. El camino tangencial que toma Highsmith para redactar La máscara es lógico si se tiene en cuenta el carácter sentencioso del final de El talento. Highsmith le da tantas vueltas a una trama y explora tantas posibilidades que esta se acaba desgastando de una novela para otra. De ahí, la incursión de situaciones completamente nuevas con personajes distintos, como el propio Bernard Tuffts, un incomprendido que le recuerda a Tom a sí mismo. Dicho esto, estoy deseando poder disfrutar de la siguiente, que será El amigo americano.
Lean mucho, coman con moderación y namasté.
Reseñas de otras obras de Patricia Highsmith: El talento de Mr. Ripley, La celda de cristal,
Buenas! La verdad que tengo cierto prejuicio con el personaje de esta autora, y debe ser que lo leí en un mal día o no "agarré" la lectura como debería. Sin embargo hay mucha gente que me ha hablado maravillas de la saga, así que veré de darle otra oportunidad, ya veremos XD. Muchas gracias como siempre por las reseñas y feliz 2021
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte y comentar, Scabbers. Es siempre un placer tenerte por aquí. A mí no me gusta tanto el personaje como la forma en la que están confeccionadas, por decirlo de alguna forma, las novelas. Aunque, claro, solo llevo dos. Este febrero te cuento por aquí qué me parece la tercera entrega.
EliminarA mí no me gusta el thriller. Supongo que de joven no me llegaron novelas del género como Agatha Christie o similares y no cultivé el gusto. Por un casual leí "El talento de Mr. Ripley", y a mi modo de ver es una novela muy bien escrita, en la que se redondea perfectamente la mente de un psicópata. Luego el resto de la saga fue bajando de nivel, alguna leí aunque al final me terminó por aburrir el tercero, creo recordar. Interesante saga, cuando menos...
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