domingo, 24 de mayo de 2020

Marionetas de sangre, de Juan Díaz Olmedo




Zombi fue una de mis lecturas favoritas del año pasado, que me abrió las puertas a la narrativa de horror extremo. Impulsado por el buen gusto que me dejó en la boca aquella obra y con la esperanza de volver a releerla y traérosla a la esquina pronto, hoy reseño la ópera prima de su autor: la irreverente Marionetas de sangre. Al igual que Zombi esta novela corta toma como protagonista a enfermos terminales que rompen los cánones de lo políticamente correcto y buscan disfrutar de la vida el tiempo que les quedan. La obra parte de la premisa del siguente diálogo: 

"—Todo el universo se puede entender como el conflicto entre dos fuerzas —me dice—. Una de ellas es el Orden. Es todo aquello que podemos medir, predecir, acotar. Es aquello que sigue leyes. Es las leyes en sí, las normas. Todo lo ordenado, lo que sigue una estructura más o menos compleja que podemos estudiar o comprender. ¿Lo coges?

 —Creo que sí —le digo.

 —Y también está el Caos. Es todo lo que no es Orden. Es aquello que no sigue ninguna norma, aquello que no podemos explicar. Es lo desordenado, lo que no sigue un patrón. En nuestras almas, el Orden sería el sentido común y los instintos naturales.

 —¿Y el Caos? —le pregunto— ¿Qué sería?

—Nuestros sentimientos más puros, nuestros impulsos —dice Lili, sintiendo cada palabra como si surgiera del corazón—. Es el arte, es la locura. Es vivir al día. Es el azar.

—¿Por qué llevas su símbolo? —le digo, aunque intuyo la respuesta.

—Verás, es una teoría personal un poco rara, pero es mía y la sigo.

—Cuéntame, por favor —le pido, fascinada.

—El Caos nos ha hecho ser lo que somos —me dice ella lentamente. Ha reflexionado sobre cada una de sus palabras cientos de veces antes. Quizá las haya escrito en algún lugar—. El azar es principalmente lo que nos ha hecho enfermar. El Caos controla la evolución de nuestras enfermedades. En todo Caos hay un poco de Orden, por eso esta estrella es simétrica. Pero es principalmente el Caos lo que fluye por nuestras venas, lo que nos está matando.

—¿Y cómo puedes rendirle culto entonces? —le pregunto, desconcertada.

—Porque nuestra única salida es abrazar el Caos. Siguiendo nuestros impulsos, viviendo al día. Atreviéndonos a hacer cosas que los que temen morir no se atreven a hacer. Dime, ¿qué ganas negando el hecho de que vas a morir?


Acompañaremos a dos protagonistas, Gogan y Lili, en un descenso a los círculos más extraños y oscuros de la sociedad. La primera es una escritora lesbiana de narrativa erótica que sufre de un tumor cerebral incurable y que descubre a su compañera los secretos de su homosexualidad, mientras que la segunda es una aprendiz de hechicera que cree tener una solución más allá de la medicina que podría salvar a su amiga. Gracias a los conocimientos de Lili, Gogan y un par de personajes más, que detestan las reuniones de enfermos terminales con las que arranca la novela y que recuerdan mucho a El club de la lucha de Chuck Palahniuk, deciden hacer un pacto de sangre y se convierten en una suerte de comuna vampírica. Con la premisa de no matar, los personajes se introducen en círculos de BDSM donde hay fetichistas de la sangre. Un mundillo que gira en torno a un turbio local de la ciudad conocido como el Deméter. Allí conocen a jóvenes dispuestos a ofrecerle su sangre. Entre ellos hay un pequeño grupo que dirige una tienda de piercings y ropa gótica que los invitarán a su casa con resultados quizás fatales.

Marionetas de sangre es una obra absorbente que en lo personal me ha recordado mucho a la narrativa de Chuck Palahniuk, aunque sin ese ritmo acelerado y casi lisérgico del estadounidense. Se nos ofrece una historia calmada con golpes bruscos e imágenes fuertes, pero donde resulta sencillo empatizar  con los personajes. Hay pinceladas de varios géneros. Todo goza de un cierto erotismo representado en numerosas orgías donde los fluidos habituales se mezclan con la sangre, siguiendo al pie de la letra esa idea primigenia de la salpicadura del splatterpunk. Por otro lado, hay una influencia importante del terror gótico, que se indica en todo lo relativo a la historia que Lili narra sobre el personaje de Karla y su violín. Esta historia en lo personal me recordó mucho a Violín de Anne Rice. Y al igual que en Zombi, la brujería y los rituales sobrenaturales ocupan un lugar importante en la trama, pero se destacan como un mundo plagado de mentiras que juegan con las ilusas mentes de los más desesperados. Sin embargo, eso no quiere decir que no se utilicen recursos propios del género. Lili se presenta como una joven aprendiz de bruja que convence a los demás a través de diversas drogas de mantener un pacto de sangre que les garantizará la vida eterna a un coste quizás demasiado alto. En definitiva, una obra más que interesante y entretenida. Me absorbió de principio a fin y me maravilló con su final. Por lo tanto, y aunque no es para todos los públicos, la recomiendo.

Y eso es todo por hoy. Lean mucho, coman con moderación y namasté. 

Reseñas de otras obras de Juan Díaz Olmedo en esta esquina: Ghoul


2 comentarios:

  1. Y pensar que la he escuchado mas de unas cuantas veces, y aun no la he leído. Cae cuando vaya a la librería, muchas gracias :)

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