Si me preguntarais qué hace diferente la trilogía de relatos Sueño profundo de la trilogía de relatos de Kitchen os diría dos cosas. La primera tiene que ver con un descenso de la excentricidad de las protagonistas de los relatos de Sueño profundo, que pueden ser frías y melancólicas como el Nuevo Japón Bizarro al que autores como la propia Banana Yoshimoto o cualquiera de los dos Murakamis nos tiene acostumbrados, pero cuyas acciones ya no rozan en la incomprensión y gratuidad, sino que por el contrario, entran dentro de lo verosímil, al menos en los renglones de la narración misma, y a veces también fuera. El otro detalle que distingue a ambos libros tiene que ver también con esta mesura de las estridencias sacadas de chistera; es un hecho que en Sueño profundo todo está mucho mejor cohesionado. Por lo demás, las historias hablan de lo mismo. Los temas recurrentes de Yoshimoto que le dieron la fama tanto en su país como a nivel exterior: la enfermedad (rozando o no la locura), la pérdida de seres queridos, cómo afrontarlo y si de verdad puede afrontarse y las relaciones sexuales amatorias más frías que el iceberg que hundió el Titanic.
Introducidos todos, pasemos a resumir brevemente cada relato. Aclaro que si fueran más no lo haría, me limitaría a una visión general y ya estaríamos, pero siendo tan solo tres, a mi pereza natural no le queda otra más que ceder.
El primero de ellos es el que da nombre al conjunto. Sueño profundo nos narra en primera persona la vida estanca de una mujer que siente que cada vez duerme más y más horas. Al principio lo que sabemos de ella es poco, pero su preocupación es grande. Pronto tiene las siguientes ideas: ¿solo vivo para dormir? ¿dormiré hasta desaparecer? Ella achaca su somnolencia a la vida que lleva, totalmente dependiente de un hombre casado. Este hombre a su vez, quiere ser amado, pues su mujer está en estado vegetativo en un hospital sin posibilidad a recobrar la conciencia. Por ello, cuida a la bella durmiente como si se tratara de un princesa. La lleva a sitios caros y le compra todo tipo de cosas para que no tenga que moverse porque piensa que así podrá de alguna forma comunicarse con alguien que se parezca a su esposa en coma. Mientras tanto la narradora y protagonista de la obra se limita a recibir y a recordar momentos de su vida con su mejor amiga, fallecida hace dos meses. Siente que debe comunicarle este dato a este hombre, pero se ve incapaz. Lo más curioso de todo esto (y este detalle me ha maravillado) es el oficio de la amiga muerta: ¡era una bella durmiente! Para todos aquellos que no leyeron "La casa de las bellas durmientes" de Yasunari Kawabata (libro que recomendé en su momento con reservas), digamos que básicamente esta chica se dedicaba a dormir (o a hacer como que dormía, más bien) con desconocidos practicando el sueño compartido por dinero. La idea de que el fantasma de su amiga está practicando el sueño compartido con la protagonista se irá desplegando a lo largo del relato, con un final que quizás podría haber sido algo más satisfactorio. Pues, en lo personal, me dejó bastante frío.
El segundo de los relatos se titula La noche y los viajeros de la noche. En él se nos narra la historia de una joven que perdió hace algunos años a su hermano y que rebuscando en los cajones de la casa encontró una carta de despedida de este a su novia estadounidense Sarah. El novio, Yoshihiro mantenía una relación con ella en Tokio y cuando esta decidió volverse a Boston él la siguió, pero acabaría por volver y comenzar una relación clandestina con su prima en Japón. Toda una serie de descubrimientos irán inquietando a la protagonista. Especialmente relevante será el hecho de que Sarah, quien tenía otro novio en Boston mientras estaba con Yoshihiro, se quedó embaraza y casi se vuelve una responsabilidad para la narradora saber si existe un niño en el mundo con los ojos de su hermano. En medio de un viaje a Japón, Sarah trata de ponerse en contacto con la hermana de su exnovio, pero no tiene fuerzas y es ella quien debe actuar como un detective. Esta es una historia en la cual se pone de manifiesto lo complicadas que son las relaciones humanas y lo difícil que es dejar el pasado atrás, quizás porque en los ojos del futuro hay siempre un destello del pasado que nunca termina de apagarse. La fuerza poética de este relato también es un rasgo a destacar entre los otros dos. La idea del sueño en este relato viene dada de la infancia de la protagonista con su hermano y su prima, quienes dormían en la misma habitación y pasaban intimando hasta las tantas como buenos chicos traviesos. Ciertamente, no me esperaba lo bien planteado que está el relato tras leer la sinopsis. Fue una grata sorpresa. Esperaba una basura.
El tercero de los relatos se titula Una experiencia y es de lejos mi favorito por varias razones. Trata la historia de una joven alcohólica que ha perdido tanto su trabajo, como el amor propio y el ajeno. Ha desarrollado tal dependencia del alcohol que solo gracias a él puede dormir y tiene, además, sueños extraños. Este relato tiene para rematar un delirio alucinatorio bastante memorable de esos que tanto me apasionan cuando se colocan bien y con cabeza. Hace algunos años nuestra protagonista estaba en disputa con otra mujer, Haru, por mantener relaciones con un joven que acabó por ignorar a ambas y marcharse. Durante ese tiempo ambas aparecían por la casa del chico y se decían de todo, se agarraban literalmente de los pelos y se escupían a la cara llegado el caso. Con el tiempo, y la huida del chico, se formó entre ellas, sin romper la rivalidad presente, una suerte de hemanamiento. Si era preciso, la una daría la cara por la otra, pues al fin y al cabo eran presa de la misma enfermedad: ser mujer y estar enamoradas del mismo desgraciado. Pero volviendo de esos flashbacks que tan bien plantea y alterna Yoshimoto para llegar a su clímax, se nos hace un descubrimiento. Un viejo amigo de Haru le dice a nuestra autodestructiva protagonista que su "hermana" ha muerto por el alcohol algunos meses atrás. Ella, que ya se notaba débil de salud y consciente de su alcoholismo, empieza entonces a tener pesadillas y a asociar su estado a la muerte de Haru hasta el punto en el que acude a un medium para poder reconciliarse con su exenemiga. Decir que la idea del personaje maldito femenino como la borracha romántica me parece muy poco explotado literariamente hablando y eso, al menos para mí, le da un valor al relato.
Los puntos fuertes ya los he marcado arriba, pero Yoshimoto sigue presentando algunos que podrían considerarse débiles. El más destacado de todos ellos es que si bien la trama puede enganchar, los finales no terminan de llegar y alguno se siente demasiado abrupto. No se fija en la memoria y a la semana ya lo has olvidado. Los personajes tienden a seguir con sus vidas. Parece que se cierra un círculo, pero lejos de ser así todo queda abierto. Quizás es porque Yoshimoto entiende el relato como la vida, unas líneas que se cruzan unas con otras y que pueden segmentarse. En cualquier caso, volveré a leer a la autora por la sencilla razón de que tengo los libros en casa, siendo consciente de que quizás no es lo mejor cuentista contemporánea. Tenéis otra reseña en A través del espejo, muy aclamada aquí. Y eso es todo por hoy. Les dejo para despedirme con uno de mis fragmentos preferidos.
"Lo he ido descubriendo en los últimos tiempos, desde que he empezado a beber más. Cada vez que miro este paisaje con ojos embriagados, su pureza, casi excesiva, me hace estremecer, y siento que nada importa, que da igual que lo haya perdido todo. No es abatimiento, tampoco desesperación; es una forma más natural de aceptar las cosas, un sentimiento suscitado por una emoción silenciosa y clara.
Cada noche, al dormirme, únicamente pienso en esto. Por supuesto, sé que bebo demasiado y que no debería hacerlo, y siempre, durante el día, decido que beberé menos por la noche, pero cuando esta llega, con el primer vaso de cerveza todo se acelera y ya me es imposible parar. ''Si bebo un poco más, podré dormir bien'', me digo, y acabo preparándome otro gin-tonic. Conforme avanza la noche, voy aumentando la proporción de ginebra, las bebidas son más fuertes."
Y ya saben, ¡lean mucho, beban con moderación y namasté!
Pues leí un libro de esta autora que se llama "Un viaje llamado vida" y está muy bien. Me gustó bastante.
ResponderEliminarUn abrazo.