martes, 19 de mayo de 2020

Europa, de Cristina Cerrada




En estos momentos de psicosis por el conocidísimo coronavirus, que nos han hecho olvidar todos los conflictos en el mundo (salvo, quizás, la prensa del corazón de Corea del Norte), un libro que retrata la crudeza de la vida de aquellos que huyen de una guerra y llegan a un nuevo país como completos desamparados no es meramente recomendable, sino necesario. Y la necesidad de este texto que hoy os traigo radica en el silenciado conflicto de Siria, que, como muchos otros en los largos años de repetida Historia, ha traído una oleada masiva de inmigrantes a una Europa que no estaba preparada para acogerlos. La pregunta es: ¿alguna vez lo estuvo? Estas personas que han perdido su trabajo, sus familiares, sus hogares y una infinidad de cosas más son ahora extraños en tierra extraña. Despreciados por los habitantes autóctonos, forman guettos, grupos de familias, y se disponen a trabajar en lo que sea por lo que sea con tal de echarse algo a la boca. Si bien, no se especifica de donde proceden los refugiados de Europa, por sus nombres parece evidente.

Nuestra protagonista es Heda, una estudiante universitaria que en mitad de la guerra es violada por un soldado. El conflicto reside cuando, tras el exilio de su familia, descubre que en la misma fábrica en la que ella ha entrado para trabajar este antiguo soldado es peón de almacén. Él se ha quedado con su cara y está dispuesto a otro ataque. Desesperada, Heda trata de huir y en un momento dado lo golpea con una piedra, creyéndolo muerto. Heda pasa de ser una criatura inocente a convertirse en una asesina para sobrevivir. Esto provoca una crisis interna muy fuerte que hace que tiemble como persona y que odie toda su vida actual: la fábrica, la casa, la calle, este nuevo país que no es el suyo y cuyas normas aún no entiende,... Heda siempre ha sido una alumna sobresaliente, una chica con perspectivas de futuro y con un orgullo que le había llevado en su país a situarse donde estaba. En ello tenía mucho que ver la admiración que le tiene a su padre, escritor y profesor de universidad, el cual ha sido reconvertido a maestro tras el periplo. El tener que aceptar un trabajo como ayudante de secretaria para un hombre ignorante, como es el dueño de la fábrica, el señor Schultz, le pone enferma. Y más enferma aún le pone el machismo y el racismo imperante y la fuerza del peso de ese capitalismo avasallador y casi esclavista al que está sometido su pueblo en el nuevo mundo europeo. Europa actúa en parte como una Bildungsroman porque supone la maduración de la protagonista, pero esta se hace hacia una esquina oscura. Heda acepta la supervivencia como único objetivo y trata de desprenderse como puede de todo lo que la ata, pero no puede, como el lector verá en las prolepsis o flash forwards junto a un personaje masculino que solo se insinuará quién es en los compases finales del libro. Heda está anclada a la figura de su familia, de su origen y, posteriormente, a su condición como mujer proletaria refugiada y marginada, que previamente había pertenecido a una clase media y gozado de ciertos lujos.

Y en este ir y venir, en este llanto inconsolable de la pobre Heda se desarrolla la novela, aunque la fragilidad y la indefensión de Heda no es el único motivo de la trama. A través de ella y de otros personajes se denuncian las condiciones que los refugiados tienen en los países a los que llegan. Al ser tratados indignamente por los habitantes, no es descabellado que la huelga que se va gestando a lo largo de toda la obra tenga un gran impacto. Esta simboliza la lucha y las ganas de hablar de un pueblo silenciado, humillado y desesperado, pero, por supuesto, tiene sus consecuencias fatales, como se comprobará en el simbólico final de la obra. La pérdida de la voz conlleva la pérdida de la intelectualidad y del conocimiento, lo cual se refleja muy bien en la transición que realiza el padre. Su cultura solo es valorada fuera de la familia por el señor Schultz, quien envidia su saber porque, a pesar de tener dinero y poder, no tiene prestigio cultural, el único elemento que le falta para sentirse pleno.

Sin ánimo de hacer de esta reseña un panfletario político, creo sinceramente que para cualquiera es imposible hablar de esta obra sin tocar temas que por activa o por pasiva se tratan en ella y que tienen una fuerte carga social, y por ende política. Además, todo el mundo tiene una perspectiva y un posicionamiento dentro del espectro. Incluso quien defiende no tenerlo y no entiende que con esa actitud también lo tiene. Me veo obligado a poner este párrafo para anticiparme a comentarios de personas indeseables que sin duda llegarán a protestar y que ya han protestado antes (fundamentalmente anónimos) sobre mi recurrente politización de algunas reseñas que, sin duda, merecían ser politizadas para entender el mensaje que el texto desprende. Con esta entrada espero haberos hecho reflexionar sobre esos cientos de miles de personas que allí siguen, a la deriva, imaginando unas vidas maravillosas e imposibles en Europa. Recordemos que frente a ello está un mundo que ya no existe y la muerte.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Cristina Cerrada en esta esquina: Compañía


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