viernes, 9 de octubre de 2020

Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin

 


Hace 160 años, un grupo de rebeldes, seguidores de la teórica anarquista Odo, huyó del planeta Urras para asentarse en su satélite, la desértica luna de Anarres. Desde entonces, el contacto entre urrasti y anarresti ha sido el mínimo. Los exiliados han creado en Anarres un sistema anarquista donde no hay gobierno y todo se organiza a partir de sindicatos que se atienen férreamente a los acuerdos con los que se cerró la colonización del satélite. Estos declaran como criminales a los urrasti y su avaricioso sistema capitalista, creador de injusticias sociales y dificultan cualquier acercamiento a ellos. Aunque tras 160 años de la expansión y colonización de Anarres por los odonianos, estos acuerdos han sido puestos en duda, aún persiste un miedo generalizado que ve a los arquistas (ya sean estos los capitalistas del país de A-Io o los comunistas del país de Thu) de Urras como invasores potenciales de Anarres, si bien es cierto que se permite un cierto tráfico de minerales e ideas.

En este contexto de falta de comunicación se sitúa el protagonista de la novela, Shevek, posiblemente el físico más importante de toda la historia de Anarres y el primer anarresti en viajar a Urras por invitación expresa de uno de sus gobiernos. Shevek es considerado uno de los mayores teóricos del tiempo y se espera que en A-Io pueda desarrollar la teoría que permite viajar por el espacio a una velocidad mayor que la de la luz, siendo esta el límite en la novela para todas las civilizaciones del universo conocido. Shevek es un anarquista convencido y un humanista que piensa que su labor puede ser crucial para el acercamiento de los diversos pueblos del universo, pero no todos piensan así. Los anarresti en su mayoría lo consideran un traidor porque ven con recelo la posible venta de esta información a la nación más capitalista de toda Urras. Por su parte, en A-Io, los iotas tratan de ocultarle la realidad de las clases más bajas para dar una imagen trucada de la bonanza de su sistema capitalista llevado al extremo, al tiempo que vigilan cada paso que da y lo avientan a escribir su obra con el fin de apropiarse en exclusivo de ella. Shevek, que siempre había querido visitar la luna y conocer a los grandes físicos e universidades de su sistema solar, se ve decepcionado y trata de huir a toda costa, buscando amparo en las clases más pudientes: los desposeídos.

Y aquí viene el concepto que le da título a la obra y que no es más que una reflexión marxista. Decía Marx que el mundo capitalista divide a las personas en dos tipos: los burgueses, que poseen los medios de producción, y el resto, que solo tienen su fuerza de trabajo. Poseer los bienes genera una ventaja capital, pues sin tener que explotarlos personalmente, puede uno designar a quienes no los tienen como mano de obra, asignándoles un salario, que puede ser más o menos abusivo, pero que debe cumplir con las necesidades básicas, con el fin de que no se pierda esa mano de obra. En este sentido, el capitalismo de A-Io recuerda profundamente a la esclavitud, pues las vidas de los desposeídos, de los que no tienen bienes, o si los tienen son a pequeña escala, están marcadas desde que nacen hasta que mueren. En un mundo así, tan cercano al nuestro, es imposible que no se den alzamientos y manifestaciones por doquier.

Inspirados por el éxito de Anarres, un lugar que en absoluto es perfecto, aunque se mitifique desde Urras, los desposeídos comienzan una cadena de rebeliones que son sofocadas con fuerza por los ejércitos. Los desposeídos no tienen las de ganar, nunca las han tenido. Por no tener, no tienen ni pan que echarse a la boca. Y esto se deja muy en claro cuando en el primer capítulo Shevek embarca sin ningún tipo de equipaje. Los desposeídos deben aceptar que no poseen si quieren un sistema como el de Anarres, un planeta donde nadie posee aparentemente nada.

No obstante, no todo es mágico en la luna. El sistema anarresti es profundamente criticado por Le Guin. No por carecer de gobierno es menos hipócrita que los de los urrasti, pues la hipocresía y el egoísmo son actitudes humanas. De la misma forma, también lo son la ignorancia y el miedo. En Anarres hay violencia y, a pesar de la aparente horizontalidad teórica que debería tener una sociedad con estas características, en la práctica vemos a personajes más importantes que otros. Por poner un ejemplo, tenemos a Sabul, un físico sin talento ni ingenio que se dedica a robarle las ideas a nuestro protagonista para vanagloriarse, advirtiéndole de que la única forma que tiene de publicar algo en todo el planeta pasa por "colaborar" con él, ya que es quien aprueba o desaprueba todo lo que se edita en lo relativo a la física.

La libertad que supuestamente tienen los seres humanos está dinamitada por la opinión social y la interpretación que cada uno hace de los escritos de Odo. En lo social, otro de los ejemplos claros es el ataque que sufre Shevek y su novia por ser una pareja, ya que en Anarres nadie debe poseer a nadie. Esto explica el vacío que deja la madre en el protagonista al abandonarlo, lo que se da a entender como algo natural de esta sociedad, pero que genera una gran tristeza en el personaje.

Le Guin pone seriamente en duda un modelo anarquista a gran escala. El anarquismo de Anarres es una corrupción de la idea de anarquismo de Odo, de la misma forma que el comunismo en la Unión Soviética fue una corrupción de la bienintencionada (y quizás errada) idea marxista de lo que él consideraba el comunismo. Con esto se nos transmite la idea de que los grandes sistemas de estructuración social tienen sus fallas, que derivan de la naturaleza humana misma. En Anarres el mayor insulto es llamarle a otro egoísta, pero todos los personajes lo son en parte. Y es que no hay un ser humano que nunca haya pecado de egoísmo o vanidad.

Lo que esconde Los desposeídos es una suerte de tratado político-social y de crítica a la naturaleza humana. Sin embargo, todo viene edulcorado con una historia trepidante de contacto de diversas culturas. Hay muchos temas que me dejo en el tintero como el descubrimiento del Otro (el libro se presta verdaderamente para el estudio imagológico) o el feminismo (Le Guin nos deja claro que porque una sociedad sea más equitativa y provechosa para la mujer, esta no estará exenta de problemas estructurales). Sin embargo, creo que conviene ir echando el cierre a la reseña por aquí. Los desposeídos es una novela apasionante, que ganó el premio Hugo en 1975, siendo la segunda obra de Ursula K. Le Guin en obtenerlo. Se presta a numerosas lecturas y merece muchísimo la pena. Si bien peca en ciertos puntos de estatismo, recompensa en otros tantos al lector con diálogos muy bien labrados y con mucha introspección. Hay momentos épicos, como el discurso de Shevek en la Plaza del Capitolio, que son para enmarcar. Los desposeídos es la quinta novela del llamado Ciclo de Hainish o Ekumen, por lo que intuyo que guarda ciertas relaciones con las que le precedieron y le sucedieron, así como con los numerosos cuentos situados en este universo. Pero, insisto, puede leerse y disfrutarse de manera independiente a las demás. Para mí no ha supuesto ningún problema, sino, todo lo contrario, un goce.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.


7 comentarios:

  1. Sigo decidido a hacerme con la nueva edición de Minotauro, pero después de leer tu reseña tengo la sensación de que esta novela me va a resultar tan pesada como La mano izquierda de la oscuridad. Cruzo los dedos para que me equivoque.

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    1. A ver, es densa. No es una lectura ágil, tiene poca acción, pero cuando la tiene es un escándalo. Lo bueno es que esa falta de acción la compensa con diálogos muy buenos.

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  2. A mí me has convencido. Compraré la nueva edición.

    Van a sacar también una nueva edición ilustrada de los libros de Terramar que para fetichistas del papel tiene una pinta estupenda. No va a hacer falta ni leerlo para disfrutarlo.

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    1. La he visto. Yo tengo la antigua que me dejó mi amiga, la diseñadora. Creo que la nueva tiene otra traducción. En cualquier caso, luce preciosa. Asi que haces bien.

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  3. De Le Guin he leído las cuatro primeras entregas de Terramar, el cuento "Los que se alejan de Omelas" y dos novelas del ciclo de Ekumen ("El nombre del mundo es bosque", "La mano izquierda de la oscuridad"). Todo este 2020, por recomendación de un amigo. Ahora me falta "Los desposeídos".

    Le Guin es una escritora muy buena, con ideas brillantes y gratamente alejada de los gustos convencionales. Le reprocharía cositas aquí y allá, pero en general me fascina su obra.

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    1. Yo estoy seguro de que volveré con ella en el futuro. De las dos novelas que has leído, ¿cuál me recomiendas primero, Oriol?

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    2. Hola, Lucas. La saga de Terramar está muy bien, aunque no deja de tener un toque young adult. Eso sí, es muy madura, pese a la demografía a la que va dirigida. De las dos novelas autoconclusivas relacionadas con el ciclo Ekumen, la más fácil para empezar es, creo yo, El nombre del mundo es bosque, aunque tanto esta como La mano izquierda de la oscuridad son recomendables.

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