No hace falta ser pesimista para darnos cuenta de que la vida en la Tierra tal y como se plantea actualmente está abocada a la más absoluta hecatombe. En Ruha / Alma se nos presenta un escenario donde la crisis climática, los virus pandémicos y la explosión de varias bombas nucleares han mermado la esperanza de vida del planeta hasta el punto de dejarlo en un estado catatónico. Los supervivientes se trasladan de un lugar a otro con trajes que protegen frente a la radiación y, en su mayoría, poseen todo tipo de enfermedades. La solución no es otra más que abandonar la Tierra a su suerte, pero los viajes interplanetarios son excesivamente costosos y no todos pueden permitírselo. Sin embargo, hay una solución: la Migración. Tras una serie de experimentos, cientos de científicos han encontrado la fórmula para poder trasladar consciencias de una dimensión a otras. Los migrantes abandonan sus cuerpos y penetran en los de sus pares en una dimensión donde la crisis humana de la Tierra aún no la ha conducido a esta situación cul de sac.
Con este contexto, seguimos a Arundhati, una adolescente que padece de un cáncer terminal y que lleva en la lista para ser migrante desde los tres años. Es consciente de su misión: llegar a su nuevo universo y asesinar a su anfitriona para apoderarse de su cuerpo. Lo que no sabe es que pronto sentirá lástima por esta chica: una adolescente transgénero, llamada Kiran, cuya principal preocupación hasta entonces era decidir si accedía a hormonarse al cumplir los dieciocho o se quedaba con el que cuerpo que le había tocado. Juntas, tendrán que aprender a vivir con el mismo cuerpo, llegar a ciertos compromisos y darse cuenta de que necesitarán ayuda.
Lo cierto es que el hecho de que las protagonistas sean dos adolescentes con sus típicos dramas adolescentes no le quita sustancia al asunto, pues toda la ambientación de la obra es bastante seria y oscura como para que capte mi atención. Ruha / Alma es una novela breve sobre la solidaridad humana, la aceptación de uno mismo y de los demás, así como la importancia del diálogo y de la lucha reivindicativa por cambiar el pésimo desarrollo humano de los últimos tiempos, que prioriza la producción industrial y el consumo por encima de las vidas humanas. Toca temas que me han llamado mucho la atención, como es el caso de la inclusión de personajes LGTB+ con papeles protagónicos, su normalización en este futuro imaginario, así como la del poliamor. De verás, que he perdido la cuenta de cuántos padres y madres tiene cada niña. Lo que me choca es cómo en una sociedad con tanta libertad y tanto amor, el mundo continúa yendo sin frenos hacia su destrucción. Parece que la autora quiere dar a entender que solo se ha avanzado en ese punto y esto no me deja claro si es una crítica o un intento de defensa de las orientaciones sexuales e identitarias de los personajes, aunque me inclino a optar por lo segundo. Y, claro, esto me parece genial, le aporta originalidad a la obra, la hace más fresca y la individualiza sobre otros textos parecidos donde los personajes son cisheteronormativos. Sin embargo, hay partes del relato que me rechinan los dientes. La más importante de todas es cuando emplea el mal llamado "lenguaje inclusivo". He de decir a favor de la autora que, al menos, usa un morfema leíble, porque si ya la "e" me parece ridícula e inapropiada, la "x" y la "@" ni os cuento. No os voy a soltar aquí una perorata sobre lo poco que me gusta el "lenguaje inclusivo" y por qué yo creo que no incluye a nadie y se usa mayoritariamente como subterfugio, como norma de prestigio, para no quedar mal en ciertos círculos. Mi único propósito aquí es señalar que la novela, a pesar de este detalle, merece la pena ser leída. Eso sí, hay que dejar claro que el público al que va dirigido la obra es eminentemente juvenil, pero que no tener dieciocho años no le impide a uno disfrutarla.
Lean mucho, coman con moderación y namasté.
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