martes, 6 de octubre de 2020

Kentukis, de Samanta Schweblin

 


¿Quién no ha querido nunca estar en la piel de un Furby? Vale, sé que no es el bicho más atractivo del mundo, pero reconozcamos que tienen cierto encanto. Como sus padres fílmicos, los Gremlins. Aunque admito, que en lo personal me va más su vena puncarrilla. Pues de esto parece que trata esta "novela" de Samanta Schweblin, de gente que juega a un Furby Simulator, y otra gente que tiene al Furby en su casa. Solo que los Furbys no se llaman Furbys por diversos motivos. Entre ellos, el copyright. Así que a partir de ahora, llamaremos kentukis a los Furbys e intentaremos olvidar el asombroso parecido.

Aquí viene lo verdaderamente interesante. Los kentukis nutren a los usuarios de dos tipos de servicios. Se puede "ser" o "tener", lo que ya representa una división social. El individuo que "es" kentuki, puede a partir de un dispositivo con conexión, manejar a la máquina, esté esta en cualquier lugar del mundo. Acceden a convertirse en mascotas de quienes "tienen" kentukis. Y esto lo hacen las personas por diversas razones, como se va viendo a lo largo de la novela.  Esta conexión no lo deciden los usuarios, sino que es completamente aleatoria. Con esto, Schweblin trata de criticar diversos temas de la sociedad de ahora, para lo que se vale de múltiples historias que tienen a estos kentukis como eje central. Se habla de la sobreexposición de las redes sociales y el afán de sentirnos importantes para los demás, aunque no los conozcamos. Se habla de ese peligro que representa dar detalles de nuestra intimidad a otros, permitiendo así que desconocidos cometan abusos de diferentes formas y nos lleven a la frustración, la infelicidad, la depresión y otros tantos derivados. Se habla también del vouyerismo y de las relaciones de poder. Los kentukis representan una especie de contrato entre dos personas, pero este nunca queda claro. La mayor parte del tiempo son los amos los que tienen el control, pero quien maneja al kentuki conoce detalles de la vida de estos amos y puede, en su furia, utilizarlos en su contra. Se habla también de la especulación de las nuevas tecnologías, puesto que hay un personaje que se dedica a la compraventa de dispositivos. Se habla incluso de liberación animal, pues los kentukis acaban por sustituir a las viejas mascotas. Y también de la adicción a la tecnología. Quienes "son" kentukis invierten una gran cantidad de horas en complacer a sus amos y en deambular por las casas de estos. 

Hasta aquí tenemos muy buenas ideas, pero, aunque me moleste decirlo porque me gusta mucho la narrativa de Schweblin, hay pegas. Para empezar, no termino de ver esta obra como una novela, la verdad. Las historias no comparten personajes ni espacios. Tan solo los kentukis están presentes. Hay, además, pequeños relatos insertos entre historias más largas que desvirtúan la lectura. Si no vas muy avispado, te puede tocar releer ciertas partes para comprender qué está ocurriendo, ya que la acción salta de un lugar a otro cuando no tiene ninguna necesidad. No quiero decir con ello que me parezca una mala obra, pero, sin duda, es lo peor que ha escrito Schweblin con diferencia. De ahí que en mi cabeza no entre cómo este libro ha tenido tanto éxito frente a otros suyos que indudablemente merecen mucho más la pena. La idea es muy original, como digo, pero la ejecución me parece un poco chapucera viniendo de la autora. Al final, ni se trata de una novela, ni de un libro de relatos, sino que es algo intermedio que no termina de cuajar muy bien. Todo ello ignorando que falta la fuerza y la garra de sus libros de relatos previos. Salvo las historias largas, el resto de aventuras de los kentukis es totalmente olvidable.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.

Reseñas de otras obras de Samanta Schweblin en esta esquina: El núcleo del disturbio, Pájaros en la boca, Siete casas vacías


4 comentarios:

  1. Estoy contigo. El libro lo apuesta todo a una gran idea pero le falta cohesión. Y al final se viene abajo, precisamente porque la historia ha llegado a un callejón sin salida. Me quedo con "Siete casas vacías", puestos a elegir.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece muy triste que el boom de la autora sea precisamente con este libro. Como dices, "Siete casas vacías" es cien veces mejor.

      Eliminar
  2. Pues poco más o menos lo que recordaba de otras reseñas. Visto lo visto, no lo voy a intentar con 'Kentukis'. Y gracias por ahorrarme el disgusto.

    ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De nada, pero no te obceques en que Schweblin es mala autora. Es muy buena cuentista y te recomiendo cualquiera de sus otros libros al cien por cien (salvo 'Distancia de rescate', que no lo he leído aún). Claro que esos libros de relatos no son de ciencia ficción, sino más bien de índole neofantástica o realista. En lo personal, algunos de los mejores me recuerdan mucho a Cortázar. Se nota que ambos son argentinos.

      Eliminar